Trondheim, Noruega (Javier Villanueva/EFE). La selección española de balonmano buscará el más difícil todavía y tratará de revalidar la corona continental que conquistó hace dos años en Croacia, algo que sólo ha logrado Suecia, que de la mano de los legendarios "Bengan Boys" encadenó los títulos de 1998, 2000 y 2002.
Un titánico reto que además de garantizar un lugar en la historia al conjunto español, aseguraría a los de Jordi Ribera su presencia en los Juegos Olímpicos de Tokio, el objetivo que ha impulsado a los "Hispanos" los cuatro últimos años, tras quedarse de manera inesperada fuera de los Juegos de Río.
Para ello, el equipo español volverá a apostar por el elaborado juego ofensivo basado en la inteligencia y la creatividad que ha convertido a España en una singularidad dentro del panorama internacional en estos tiempos de predominio del factor físico.
Una manera propia de entender este deporte que se sustenta en el talento de jugadores como el central Raúl Entrerríos, que en su temporada de despedida acude al Europeo de Suecia, Austria y Noruega dispuesto a dar una nueva lección sobre cómo se debe dirigir a un equipo.
Filosofía a la que la selección española ha dotado de nuevos matices con el cada vez mayor peso específico que ha adquirido Alex Dujshebaev y, sobre todo, por el retorno de Jorge Maqueda que han aportado un juego más directo al conjunto español.
Pero si en algo se asientan las opciones de victoria de los "Hispanos" es en su fortaleza defensiva, la parcela del juego donde más se nota el trabajo de Jordi Ribera.
Sin renunciar a la clásica defensa 6-0 en la que Viran Morros y Gedeón Guardiola constituyen un muro casi infranqueable, gracias a su frenética actividad de brazos y piernas, el equipo español ha añadido un variante 5-1, cada vez más consolidada, que dota a la zaga española amplia gama de recursos.
Dos sistemas defendidos perfectamente respaldados por la seguridad que aportan en la portería la pareja que conforman Gonzalo Pérez de Vargas y Rodrigo Corrales que, como demostró en el reciente torneo de España, llega a la cita continental en un excelente estado de forma.
Una actividad defensiva que debe alimentar el veloz juego de contraataque del conjunto español, otro de los puntos fuertes de los "Hispanos", gracias a la rapidez de sus extremos.
Argumentos que han permitido a España resarcirse la gris séptima plaza en la que concluyó el Mundial disputado el pasado año en Alemania y Dinamarca con triunfos de prestigio como el logrado en la EHF Euro Cup, tras vencer a domicilio a rivales de la talla de Suecia o Noruega.
Victorias que han demostrado la capacidad competitiva de un conjunto español, que al margen de los engorrosos desplazamientos que le llevarán a recorrerse media Europa, tendrá un amable camino para acceder a las semifinales.
Ni Letonia, pese a la presencia del temible Dainis Kristopans, ni los Países Bajos, dos debutantes en la fase final de un Europeo, parecen en disposición de poder impedir la clasificación de los "Hispanos" para la segunda fase del torneo.
Una ronda a la que los de Jordi Ribera intentarán acceder con pleno de puntos, para lo cual deberán derrotar a Alemania el próximo 11 de enero en Trondheim (Noruega), en un duelo en el que españoles y germanos se jugarán gran parte de sus opciones de acceder a la lucha por las medallas.
Y es que sólo Croacia, que les aguardaría en la segunda fase a disputar en Viena, parece en condiciones de pelear de tú a tú con españoles y alemanes, los dos últimos campeones continentales, por un puesto en las semifinales.
Todo lo contrario de lo que ocurre en la otra parte del cuadro, donde Dinamarca, Francia, Suecia y Noruega dirimirán una intensa batalla por las plazas de semifinalista.
Una teórica ventaja que no relajará en lo más mínimo al conjunto español, que tiene grabadas a fuego la palabras del seleccionador, que desde su llegada al cargo insiste una y otra vez en que España "debe jugar bien para ganar a cualquier rival".
El mismo planteamiento que llevó a los "Hispanos" a romper el maleficio que parecía perseguirle en este torneo, tras perder hasta cuatro finales, y proclamarse hace dos años en Croacia por primera vez campeón de Europa, la misma filosofía a la que se aferrará la selección española para hacer historia y retener su corona.