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DISEÑO PARA EL PENSAMIENTO

Los diseñadores tampoco queremos propaganda electoral

Otra campaña electoral a la vista en la que la bola de cristal nos dice que nadie se atreverá a innovar en campañas electorales, con lo que valdrá la pena darse de baja de recibir papeletas y programas en casa

30/09/2019 - 

Segundas elecciones generales en lo que va de año, más las autonómicas y municipales, y ya hemos repasado las cartelerías desde el punto de vista del diseño, y los analistas políticos llevan instalados años en las tertulias de los medios analizando campañas, precampañas y postcampañas. Y viene otra campaña. Con su pre y con su post, con sus retratos a gran formato, sus eslóganes intercambiables y sus tendencias en tipografía.

Pero esta vez la campaña electoral será solo de 8 días, con lo que con un poco de suerte podrían plantearse no dedicar esfuerzos a volver a hacer lo mismo y tal vez valdría la pena rascar carteles de discotecas de algunos muros para volver a descubrir cual yacimiento arqueológico esos primeros planos pidiendo el voto. Conservadurismo gráfico, una foto y un “VOTA”.

Yo aún los tengo muy recientes, no hace falta que me vuelvan a mandar su foto o su resumen de programa que se devalúa confirme sale de imprenta por la volatilidad de las opiniones de los políticos de turno que donde dijeron digo dicen Diego. Y ante tanto humo, un diseñador no puede ver, no puede diseñar nada coherente si no hy mensaje real.

No cambiará mucho la cosa entre septiembre y octubre, si no fuese por los carteles que proliferarán cuales setas y los sobres de colores que inundarán nuestros buzones. ¿Quién dijo que internet acabaría con el papel? El papel ha dejado de tener sentido en estas campañas, es cierto: carteles que ya resultan inocuos, por anodinos y repetitivos, y una propaganda postal que se va directa a la basura en millones de hogares. Y ahora el rey del presupuesto (con permiso de esos mítines para convencidos y devotos) es el online y el acoso y derribo en inserciones en redes sociales donde atacar al target específico de cada partido.

La propaganda es así. Pero desde una modificación de la Ley Electoral de 2018 ahora podemos solicitar el no envío de correspondencia electoral y papeletas a domicilio a través del Instituto Nacional de Estadística. Hay de plazo hasta la semana que viene y gracias a la multitud de guías que proliferaron en apenas unos días, este fin de semana eran ya medio millón de personas las que se habían dado de baja de recibir propaganda electoral. Deberían tomar nota los responsables de esas campañas silenciadas y en una nueva modificación de la Ley Electoral deberían regular la propaganda con alguna medida más estricta para evitar el empalagamiento y el derroche.

Este hastío no es por el gasto electoral en sí (no poder votar sí que sería mal síntoma), sino por lo ineficaz en estos momentos desde el punto de vista de la comunicación gráfica, ya que nadie innova en este tipo de campañas. Está todo por hacer, pero nadie se atreve por si los sitúa a la cola, y con temor se van imitando unos a otros según las tendencias del año anterior: Misma tipografía, lettering, iconos de corazones…

Hacer una campaña por obligación es ir en contra de la honestidad de un buen diseño de campaña. Por eso y por el hartazgo, entre tertulias de diseñadores estas semanas es habitual que sin buenos ejemplos en la calle no harán otra cosa que devaluar el trabajo de los profesionales del diseño. Si van a hacer lo mismo, y mal, tal vez sería mejor no hacerlo. Pero lo harán, en efecto, porque nadie quiere bajarse de ese tren.

Esto es como la (mala) publicidad, y como con los anuncios en una película entre campaña y campaña esperemos esta vez tener un poco más de tiempo de calidad.

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