VALÈNCIA. "La negociación va a ser dura y larga a la vista de la primera toma de contacto de la semana pasada". Así lo advierten a este diario desde uno de los sindicatos presentes en la mesa de negociación de la que pasará a la historia como el mayor Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de la historia bancaria española. El mismo cuyos requisitos de salida se conocerán este martes 20 de abril donde los empleados del nuevo CaixaBank (CABK) contienen la respiración, pero todavía más los procedentes de Bankia (BKIA) porque tienen claro que en líneas generales van a correr con la peor parte, tal y como ya contó este diario en septiembre pasado.
Basta recordar -como también publicó este diario hace tres semanas- que la diferencia por empleado medio en 2018 era de algo más de 9.000 euros y en 2019 rondaba los 14.000 euros solo teniendo en cuento sueldos y salarios por empleado medio. Una cifra que se eleva más a favor de los trabajadores de CaixaBank teniendo en cuenta sueldos, salarios, planes de pensiones y seguridad social, por cuanto la diferencia en 2018 era de cerca de 12.000 euros y en 2019 superaba los 16.000 euros.
Voluntariedad, movilidad y equiparación -incluyendo las diferencias existentes en los planes de pensiones de los empleados de ambas entidades- serán las claves de una ardua negociación, cuyo primer día oficial tuvo lugar el pasado martes y hubo desencanto entre los sindicatos. El motivo no fue otro que se incluyeron los artículos 41 y 51 del Estatuto de los Trabajadores. O lo que es lo mismo: despido colectivo y modificación sustancial de las condiciones de los empleados. Rápidamente la mesa negociadora por el bando sindicalista -compuesta por 13 miembros en representación de todas las fuerzas de ambas entidades, eso sí siete integradas en la misma voz- pidió la retirada de los mismos. La mesa la lidera CC OO, con una representatividad del 36,33%, SECB (25,65%), UGT (17,96%), ACCAM (6,96%), SATE (5,91%) y el resto de los otros siete solo representan el 1,03%.
Lo que está en juego son algo más de 51.000 puestos de trabajo, que suman los cerca de 35.600 de CABK y los casi 16.000 de BKIA. Un menor número el de la entidad nacionalizada en su momento, pero cuya media de edad es superior a la de la entidad de origen catalán que ha venido rejuveneciendo su plantilla en los últimos años aunque algo más de 9.000 trabajadores tienen 52 o más años.
El que más y el que menos confía en la 'meritocracia' a la que tanto aludió José Ignacio Goirigolzarri a lo largo de su mandato al frente de Bankia. Y de ahí que reclamen que todas las salidas sean voluntarias, sin aplicar traslados forzosos ni medidas traumáticas. Algo que, por otro lado, han venido manifestando en las últimas fechas tanto el nuevo presidente de CABK como el consejero delegado ejecutivo Gonzalo Gortázar. Pero los sindicatos están con la mosca tras la oreja y temen que finalmente el número de salidas se incremente sustancialmente.
Valencia Plaza calcula que el número final será muy superior a los 8.000 que se baraja en el mercado, según fuentes consultadas, menos de los 13.000 empleos que UGT calcula como cifra máxima. Las mismas que advierten de una pérdida de más de la mitad de la red comercial de BKIA. Conviene recordar que al cierre del pasado año, según los informes anuales de ambos bancos, la 'vieja' CABK contaba con 3.782 sucursales en España; mientras que Bankia tenía 2.296 oficinas. En total eran 6.078, un 7,12% menos respecto a las 6.544 del último día de 2019, pero suficientes para superar el número conjunto de Banco Santander y BBVA en territorio nacional.
Aunque el nuevo CaixaBank todavía no ha dado pistas sobre los criterios a tener en cuenta, en su anterior ERE de 2019, que se saldó con un máximo de 2.023 salidas voluntarias, se acordaron bajas a partir de los 52 años que incluían el correspondiente convenio de la Seguridad Social hasta los 63 años. Para los trabajadores del colectivo A -los nacidos en 1965 y años anteriores- se pactó pactado una indemnización bruta equivalente al 57% del salario regulador hasta los 63 años, que podrá ser percibida en un único pago o de manera fraccionada.
Lo cierto es que una de las preocupaciones de los sindicatos es que la plantilla de mayor edad no está repartida de forma homogénea por toda España, de manera que será complicado hacer cuadrar los deseos de la dirección con el mapa territorial que presenta el banco. De ahí que los sindicatos insistan en salidas voluntarias, condiciones dignas y la renuncia de CABK bajas y movilidad forzosas.
Un ERE que llega en plena consolidación del sector, por lo que no será el último, cuya fuerza laboral se ha reducido en casi 100.000 empleados desde la crisis de las 'hipotecas basura' de 2008. O lo que es lo mismo: camino del 40%. Y es que más de aquí a los próximos meses la banca asistirá a más de 20.000 salidas como contó ayer este diario.