Deben desempeñar un papel activo para garantizar que las empresas establezcan y cumplan los objetivos de reducción de las emisiones de carbono
MADRID. En los últimos doce meses, una oleada de empresas ha mostrado su compromiso y aumentado sus pretensiones de reducir las emisiones de carbono. Se calcula que casi una cuarta parte de las emisiones mundiales de CO2 y más de la mitad del PIB mundial estaban cubiertas por compromisos de Cero Neto hasta junio de 2020. Sin embargo, la brecha entre la ambición y la realidad puede ser a menudo muy significativa, por ejemplo, debido a la falta de estandarización.
El calentamiento global y el papel de las emisiones de gases de efecto invernadero es un hecho comprobado. En respuesta a ello, durante décadas se han realizado esfuerzos de reducción de carbono en el sector privado. Dichas reducciones de carbono se han registrado, por ejemplo, como parte de los programas de eficiencia energética. Los objetivos se han desplazado en los últimos años debido a la urgencia de la crisis climática. El calentamiento global ha ganado la atención mundial, sobre todo gracias al Acuerdo de París de 2015. Los países están reforzando ahora sus compromisos mediante el establecimiento de objetivos de emisiones cero. Seis países han legislado para alcanzar las emisiones netas de carbono cero, cinco países y la UE han propuesto legislarlo, catorce países tienen objetivos sobre el tema plasmados ya en documentos políticos, mientras que muchos más están debatiendo objetivos con respecto al tema.
En el sector privado, la reducción del carbono se ha convertido desde entonces en un objetivo estratégico para muchas empresas y ha evolucionado mucho más allá de los objetivos medioambientales aislados del pasado. Hoy en día, la reducción del carbono es una prioridad para muchas empresas y sus partes interesadas, incluidos los accionistas y los acreedores.
Sin embargo, la naturaleza voluntaria de la mayoría de los esfuerzos significa que los objetivos pueden establecerse mediante parámetros arbitrarios. Lo que se necesita para resolver la crisis climática son compromisos de reducción de las emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero) que se ajusten a los escenarios científicos de calentamiento global. Un estudio de las empresas con objetivos basados en la ciencia muestra que estas compañías reducen las emisiones a un ritmo mucho mayor en relación con las tendencias de las emisiones en la economía mundial en general.
Dado el cortoplacismo inherente a los mercados financieros, los inversores deben proceder con cautela al evaluar los objetivos climáticos a largo plazo de las empresas. La rotación de los consejeros delegados alcanzó un récord en 2018, ya que menos de uno de cada cinco consejeros delegados permanece en su puesto durante 10 o más años. En otras palabras, es probable que cuatro de cada cinco consejeros delegados no permanezcan en su empresa el tiempo suficiente para cumplir sus objetivos de carbono hasta 2030, y mucho menos hasta 2050. Este problema se ve agravado por la falta de verificación y exactitud de los datos comunicados. Los inversores deben evaluar los objetivos de reducción del carbono con el mismo cuidado y rigor que los objetivos financieros.
Por lo tanto, los inversores deben desempeñar un papel activo para garantizar que las empresas establezcan y cumplan los objetivos de reducción de las emisiones de carbono. Los inversores están bien capacitados para realizar esta tarea. Por ejemplo, la reducción de las emisiones de carbono requiere inversiones y las preguntas sobre las inversiones son habituales en las reuniones con la dirección de las empresas.
Los inversores tienen cada vez más experiencia en la integración de datos medioambientales en su proceso de inversión. Se espera que la SBTi (Science-based Targets Initiative) y el CDP (Carbon Disclosure Project) publiquen en 2021 orientaciones adicionales para las empresas sobre la presentación de informes de progreso. La SBTi está trabajando actualmente en un proceso para seguir el progreso de las empresas en sus objetivos.
Se trata de avances positivos que pueden ayudar a los inversores a superar algunos de los retos informativos sobre el carbono. Sin embargo, al igual que ocurre con los objetivos financieros, los inversores tendrán que supervisar con frecuencia los progresos realizados. La huella de carbono no es suficiente, ya que las cifras de las emisiones sólo ofrecen una visión parcial de lo que ocurre y no reflejan la planificación de la empresa para alcanzar el siguiente hito. Esto último requiere una evaluación continua de los avances materiales, así como una clara comprensión del modelo de negocio.
Muchas empresas de gestión de activos mantienen una estrecha interacción y compromiso con la dirección de la empresa. El compromiso también puede adoptar la forma de colaboraciones como Climate Action 100+. La acción de compromiso puede consistir en la propuesta o el apoyo de resoluciones de los accionistas, por ejemplo, solicitando a las principales compañías petroleras que den el primer paso y establezcan objetivos más estrictos teniendo en cuenta todos los ámbitos de las emisiones con el fin de alcanzar el objetivo Net Zero en 2050. Los inversores que se comprometen con la dirección de las empresas actúan como agentes ejecutores de la reducción del carbono.
Roland Rott, CFA y director de investigación de inversión sostenible y ESG del Grupo La Française
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