VALÈNCIA. Salir de facultad y encontrarse en un estepa en condiciones salvajes es un cuestión de clase y es una cuestió generacional. El ascensor social está estropeado y hay espacios copados y herméticos que, o se renuevan o los renuevan. Ante esta situación, en València han surgido tres colectivos que son una buena muestra de qué hacer en la estepa salvaje: son una decenas de jóvenes que tienen nuevas propuestas. Solo falta que les abran las puertas para realizarlas, y en vez de esperar, han preferido hacer camino. Tuica, Duelo y Videoclub llevan algo más de un año pero ya se han hecho hueco en el mundo de los videoclips. Ahora quieren dar el siguiente paso, su paso, el de entrar en el mundo de la publicidad y la comunicación audiovisual como estudios creativos. Lo hacen por cada uno de ellos y ellas, pero lo hacen en común. Miembros de los tres estudios se reúnen con el objetivo de debatir sobre su situación para Culturplaza.
Un punto de partida: “Cuando acabas tu fase de estudios, ya sean reglados o autodidactas, te encuentras en la tesitura de buscar trabajo en algún proyecto ya creado o montar el tuyo propio. Nosotros estamos intentando hacer lo segundo: generar algo propio que nos permita vivir de esto y no sea algo paralelo a nuestro trabajo”. La primera piedra en el camino son las propias instituciones académicas: “el profesorado trata de manera pesimista tu futuro, te dice que te vayas de España y que aquí las cosas están fatal”, “te enseñan algunas cosas pero no te preparan para lo que te vas a encontrar en el ámbito profesional: no sabes cuánto tienes que cobrar, cuánto vales, cómo negociar con clientes…”.
La segunda, la entrada al mercado laboral: “En València, el sector es muy hermético. Como persona individual -llegar para hacer una función en concreto y ejercerla- es más fácil, pero como empresa o estudio nuevo es bastante más complicado. Los que ya están han monopolizado a sus clientes y no tienen interés en propuestas nuevas ni en innovaciones de ningún tipo. Y al final, eso repercute en un sector que, si no se renueva, se va quedando viejo”. Son conscientes de la estigmatización neoliberal del término “emprendedor”, pero así se consideran en común. Tres proyectos creando una disrupción: “queremos ser el I+D del audiovisual”.
Esto no significa descalificar lo ya hecho: “Nosotros no estamos en contra de ningún tipo de competitividad ni contra nadie, pero creemos que es bueno hacer hueco a nuevas propuestas para hacer crecer la demanda y al sector en general”.
No solo se trata de un cambio de narrativa, sino también de los propios procesos y de la manera de afrontar la profesión y el mercado: “Proponemos un nuevo modelo de negocio porque ahora mismo la industria está organizada en estructuras muy jerarquizadas y especializadas, además de muy individualizadas. Queremos hacerlo de manera total y colectiva: somos personas multidisciplinares, y como estudio hacemos toda la producción”.
Su principal problema es sentirse atravesados y atravesadas por la precariedad sistémica. Su apuesta no es la de entrar y ya está, sino la de proponer un nuevo modelo: “Queremos meternos en la industria como proyectos nuevos que somos y acabar con la precarización a la que nos someten a nuestra generación. Para entrar en estudios ya existentes te piden una experiencia y unas condiciones y hemos optado por hacerlo a nuestra manera”. Otra persona lo resume mejor: "No esperamos ya nada, pero lo queremos todo"
Para ello, la solución que han encontrado es en común: “Nos hemos criado en la precariedad y nos peleamos por hacer algo mejor juntos. Ya estamos en la mierda, vamos a hacer intentar hacer algo mejor. Queremos pelear de manera colectiva”. Tuica, Duelo y Videoclub son tres propuestas y estilos diferenciados, pero este año les ha servido como lección: diferencia no es competencia.
Hartos de “hacer lo máximo con lo mínimo”, de ser la generación colabo, la del pago en visibilidad, han empezado a demostrar qué son capaces en el mundo del videoclip. Lo hacen con grupos de música de la escena emergente, con los que comparten -entre otras muchas cosas- esa precariedad. Pero el video musical no es su objetivo, sino un primer paso: “En España es imposible vivir del mundo del videoclip, pero es nuestra carta de presentación para poder abodar proyectos mucho más ambiciosos con presupuestos que nos hagan poder vivir”. Los tres colectivos tienen la mirada puesta en 2022, cuando València sea Capital Mundial del Diseño: “sería una oportunidad perdida solo poner en valor aquello que ya se ha hecho y no poner el foco también en todo lo que puede venir. València puede convertirse en un lugar al que acudan empresas para que les desarrollemos un trabajo colectivo”.
También buscan, en la medida de lo posible, gira ese discurso pesimista: "es difícil, pero con esfuerzo y demostrando creatividad creemos que es posible. No queremos quedarnos con que todo es una mierda, queremos decirle a la gente que se puede". Otra idea para el optimismo: "València significa oportunidad, la tierra fértil que es más complicado encontrar en Madrid o Barcelona".
Las lecciones aprendidas han sido recogidas por Tuica en una publicación, Project Guidebook, que reúne las experiencias vividas para hacer una guía de lo que no les enseñaron y ven imprescindible que las nuevas generaciones sepan: cómo abordar proyectos, las diferentes fases de este, planes de actuación… Todo con el objetivo dar otro paso adelante en común y crear una narrativa más allá de la precariedad: una narrativa que, compartida, cambie la cosas.
En él ponen sobre papel algunos de los tabús de la industria. Una guía que no busca ser tajante, sino signo del tiempo que ha vivido el colectivo: "Si lo hiciéramos dentro de dos años, seguramente cambiarían muchas cosas". Un punto de partida, uno diferente al que han tenido, uno mejor.