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El cielo aguarda / OPINIÓN

Los trágalas de Sánchez y de Puig

27/05/2021 - 

No debería ser difícil explicar el significado de la palabra masculina “trágala” para entender lo que nos viene encima, pero bastará con bucear en la RAE, además de acompañarlo con una serie de ejemplos significativos y esclarecedores.

Trágala:

1. m. Canción con que los liberales españoles zaherían a los partidarios del gobierno absoluto durante el primer tercio del siglo XIX.

2. m. coloq. Hecho por el que se obliga a alguien a aceptar o soportar algo a la fuerza. 

Inmediatamente nos viene a la mente el verbo tragar, que nos descubre a qué atenernos. Ha pasado poco más de año y medio desde que se liberalizó la AP-7 para entender la poca o nula honestidad de nuestros dirigentes, anunciando un hecho como era la gratuidad de la autopista en nuestro territorio, pero callando los planes de volver a tener que pagar por ella introduciendo un nuevo impuesto que pese a anunciarse para el 2024, puede llevarse a cabo incluso antes. Fue bonito mientras duró. Aunque el ataque brutal que soportó la empresa concesionaria, sobre todo en los últimos años, dudo mucho que vaya a producirse con la misma virulencia con papá Sánchez o con el hijo Puig. 

Si el hachazo fiscal con la subida de impuestos que se diseñó para este año 2021 no está teniendo el efecto deseado en las arcas nacionales, la ministra Montero -que no Montoro- ya nos adelanta que antes de iniciar ninguna reforma del sistema de financiación, caduco desde 2014 y que continúa perjudicando a los valencianos a razón de unos 1.500 millones de euros al año, se debe acometer una gran reforma fiscal nunca vista en España -que no en el País Vasco ni Navarra por cierto- y que va a afectar tanto al IRPF, Sucesiones y Donaciones, Patrimonio, IVA, Impuestos Verdes, Cotizaciones Sociales y un largo etcétera. De momento a los autónomos ya les ha prometido una estocada que puede ser mortal para su supervivencia, a la que se debe unir la incertidumbre que se vuelve a crear a todos los pensionistas -tanto los actuales como los futuros- para el cobro de su pensión.

Pero es en el horizonte donde se vislumbra el trágala mayor, ya que tanto la economía sumergida -a la que nadie quiere poner coto pese a mover más de 180.000 millones de euros al año y que representa un agujero en las arcas públicas de más de 20.000 millones de euros- como el maldito paro, la precariedad laboral o las desigualdades territoriales y sociales pasarán a mejor vida con la penúltima ocurrencia del tándem Redondo - Sánchez como es el documento “España 2050. Fundamentos y Propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo”.

Nuestra Comunitat no podía quedarse al margen de sus trágalas, que también son muchos. 

Y es que Robin Puig y los merry men – como describía en mi primer artículo al gobierno del Botànic- han convertido a esta región en un infierno fiscal para el contribuyente con los tramos más altos en IRPF tanto para “los ricos”, como para “los pobres”, con un impuesto a los muertos que tienen que pagar sus herederos y un sablazo al Patrimonio que hace a nuestro territorio poco atractivo. Todo ello con la promesa de que esa mejora en la progresividad fiscal y capacidad recaudatoria paliaría los efectos de la crisis y el déficit que soportamos, cuando realmente se trata de una medida sensacionalista y electoralista con resultados poco determinantes tanto en las arcas como en los objetivos.

Tras insuflar en los Presupuestos miles de millones de euros en estos dos años vía subida de impuestos, más los fondos recibidos de España y Europa, a nadie le puede pasar por la cabeza que de los aplausos y reconocimientos a nuestros sanitarios, pase el Botànic a despedirlos vía WhatsApp con fecha efectiva 01 de junio, a las puertas de una campaña turística que, pese a las vacunas, no sabemos muy bien cómo se va a desarrollar. Una campaña turística en la que sí que está permitido el dumping turístico hacia la Comunitat Valenciana, como ha propuesto nuestro President Puig con los turistas británicos, ya que nuestro territorio es seguro frente al resto de España. Y es que así se podrá incrementar la recaudación al ser receptores de turistas/contribuyentes. ¿Verdad que suena a competencia desleal? ¿No estábamos en contra del dumping fiscal madrileño?

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