VALÈNCIA. Gestionar una pandemia, obviamente, no es fácil y pocos son los que pueden afirmar que están preparados para ello. La combinación de decisiones junto a la comunicación de las mismas son dos de los factores fundamentales para que, por un lado, la sociedad salga bien parada del trance sanitario y, por otro, el político de turno pueda superar con éxito una crisis sanitaria de tal magnitud.
Tal y como informó Castellón Plaza semanas atrás, la consellera de Sanidad, Ana Barceló, está atravesando ciertas dificultades en la gestión de la enfermedad en la Comunitat Valenciana. Una situación que, tras los últimos tropiezos sufridos por la responsable autonómica, ha empezado a admitirse desde sectores del PSPV-PSOE y del propio Gobierno valenciano que vienen apoyando a la dirigente.
¿Significa esto que se baraja sustituir a Barceló a corto plazo? No al menos de inmediato. Relevar a una consellera en mitad de una crisis sanitaria implicaría admitir una mala gestión cuando, en realidad, la Comunitat Valenciana no ha sido una de las regiones especialmente damnificadas. Sin embargo, algunos 'pesos pesados' del PSPV sí reconocen que el desgaste está siendo alto para la consellera y no descartan que a medio plazo sí podría producirse una sustitución, ya fuera antes o después de la hipotética segunda oleada del coronavirus.
Ahora bien, los que abren la puerta a esta posibilidad creen que Puig trataría de que no fuera un cambio aislado. Cabe recordar que desde que se produjera el primer acuerdo del Botànic en 2015, el Gobierno valenciano no ha afrontado ni una sola reforma del Ejecutivo. En la pasada legislatura, solo se produjo, precisamente, la entrada de Barceló en Sanidad por Carmen Montón, que se marchó de ministra. En este sentido, las fuentes consultadas opinan que si Puig afronta cambios sería más de uno para que la consellera no quedara señalada y se produjeran otros cambios.
Algunos reflexionan sobre quizá una posible retirada con honores del titular de Hacienda, Vicent Soler, además de tantear a los socios del Botànic, especialmente Compromís, sobre otros relevos que pudieran llevar a cabo si son partidarios de aprovechar el mismo momento.
Las distintas fuentes socialistas consultadas por Castellón Plaza reconocen que el revés de que la Comunitat no pasara a la Fase 1 el pasado 8 de mayo fue un punto de inflexión para la credibilidad de la consellera. Hasta entonces, entre la Presidencia de la Generalitat liderada por Ximo Puig y Barceló y su entorno, habían existido diferencias en distintas decisiones como la de habilitar hoteles medicalizados para pacientes con covid-19, la publicación de datos por municipios o la generalización de realizar pruebas diagnósticas, pero no se había alcanzado una situación en la que el jefe del Consell se viera salpicado claramente por una decisión adoptada desde Sanidad.
De hecho, Puig solo intercedió con claridad cuando la consellera, en los primeros compases de la crisis, patinó al asegurar que los sanitarios disponían de material y deslizó que algunos podían haberse contagiado por haber ido de viaje. Un embrollo en el que el presidente echó un capote a su compañera pidiendo unas disculpas que amplificaron las pronunciadas por Barceló, salvando una situación que se tornó muy tensa debido a las protestas e incluso acciones judiciales de diversos sindicatos sanitarios.
No obstante, la relación de confianza ha variado en los últimos días tras aquel tropiezo inicial en el cambio de fase, al que le siguieron días extraños de enfrentamiento contra el Gobierno de España que terminó con un pase global a la Fase 1 no sin antes otro resbalón de la consellera a cuenta de las posibles restricciones en el área de la Salud de La Ribera que finalmente no se aplicaron.
Otra situación de tensión que terminó con un abrupto paso de fase de la Comunitat que, no obstante, tuvo que abandonar la organización por áreas de salud que tanto Barceló como Puig habían decidido inicialmente para asumir la distribución provincial que había recomendado el ministerio. Más allá de quién fuera el abanderado de la idea o su más firme defensor, lo cierto es que el tan deseado paso a la Fase 1 de la Comunitat Valenciana acabó en cierta medida empañado por todas las cuestiones añadidas que se produjeron en la recta final de esa semana.
Pero aún más, apenas unas horas después, Barceló se lanzó a anunciar que la Generalitat solicitaría el paso a la Fase 2 de toda la Comunitat Valenciana a la semana siguiente, lo cual habría significado transgredir una de las premisas implantadas por el Gobierno de que todas las provincias deberían pasar al menos 14 días en la misma fase. La explicación es sencilla: dos semanas es el periodo que los expertos consideran mínimo para poder percibir si se produce un repunte de casos o se detectan anomalías en el proceso de desescalada que aconsejen no pasar a la siguiente etapa.
Distintas fuentes consultadas por este diario afirman que la consellera avanzó esta posibilidad con el conocimiento del presidente de la Generalitat, si bien varios de los colaboradores de Puig en el Palau manifestaron a este diario en aquel momento no tener constancia de que se iba a anunciar esa petición de pase a la Fase 2 de forma íntegra. Curiosamente, el jefe del Consell se mostró mucho más cauto en su comparecencia del día siguiente, preocupado por no volver a caer en el error de la semana anterior por generar expectativas.
El pasado martes, Barceló volvía a comparecer ante los medios y anunciaba que la Comunitat no solicitaría el pase, escudándose en el repunte sufrido en los últimos días del índice básico de reproducción -número promedio de casos nuevos que genera un caso- había pasado de 0,66 a 0,88. Curiosamente, según informó Las Provincias, cuando el Gobierno valenciano solicitó pasar a la Fase 1 al completo, tenía un índice que superaba el 1, considerada ya una cifra de riesgo.
Así pues, de nuevo la consellera había generado unas expectativas que casi habían hecho tropezar de nuevo a Puig, si bien todo apunta a que en el paso atrás dado por el Gobierno valenciano, pesó tanto la prudencia como la probable negativa desde Madrid al avance.
No han sido los únicos problemas que han acaecido esta semana, aunque el resto han tenido menor trascendencia y, algunos, como el envío del documento de desescalada sanitaria lleno de errores, no pueden ser achacados propiamente a la consellera, sino a su equipo. Ahora bien, este goteo de hechos sí contribuyen a generar una imagen de departamento que acumular infortunios precisamiente cuando se encuentra en el foco mediático a diario con una situación ya de por sí complicada.
Curiosamente, esta misma semana se ha producido una modificación que ya venía barruntándose desde Presidencia y desde la propia conselleria: la reducción de la exposición mediática de Barceló. Así, ha pasado de dar una rueda de prensa diaria para ofrecer los datos actualizados de la incidencia del coronavirus, a comparecer a partir de ahora solo dos veces por semana salvo que se produzca una situación excepcional.
Además, el cambio de horarios del Ministerio de Sanidad, facilitó esta semana a la conselleria trasladar la rueda de prensa a un horario vespertino, en torno a las seis y media o siete de la tarde, lo que suele disminuir la cobertura mediática y también su incidencia en la actualidad. Una medida que contribuye a tratar de amortiguar la presión sobre Barceló.