CALLE LIBERTAD / OPINIÓN

Malas hierbas en el Botànic

21/04/2021 - 

Decía Guy Mollet que la coalición es el arte de llevar el zapato derecho en el pie izquierdo sin que salgan callos. Callos no sé, pero malas hierbas en el Botànic han salido unas cuantas en esta reedición de coalición que se las prometía felices para el trio Puig, Oltra y Dalmau. Soñaban con una legislatura tranquila, pero ha acabado dando demasiados dolores de cabeza a los partidos que la conforman y teniendo como principales perjudicados a los valencianos. El resultado del Botànic II son dos años de gestión en blanco, pero muy prolijos en desencuentros aireados en medios de comunicación y, sobretodo, en redes sociales. Con unos socios de gobierno así, en campaña electoral perpetua, ¿quién necesita hacer oposición?

El choque de trenes que puso fin a la primera edición del Botànic, esa negociación presupuestaria que acabó en adelanto electoral, fue solo el anticipo. Desde entonces, las desavenencias entre los socios han sido la tónica general. La relación entre Puig y Oltra está deteriorada. Envidias, recelos, desconfianza en definitiva que se han ido sumando a los diferentes planteamientos en torno a la gestión del día a día de los valencianos en pandemia.

Que el Govern sólo haya sido capaz de sacar adelante dos leyes en dos años, la Ley del Síndic de Greuges el mes pasado y la Ley del Juego hace un año, dice suficiente de cómo están las relaciones en la Generalitat. Mientras, en plena pandemia, crecen los problemas entre Dependencia e Igualdad y las Consellerías de Hacienda y Sanidad creando fallos en el sistema que perjudican, desgraciadamente, a los más vulnerables. Fracasó el decreto del teletrabajo. No despegó la joya de la corona de Puig, esa Consellería de Innovación o Universidades. La ley valenciana de Cambio Climático sigue en fase de anteproyecto y la Consellería de Agricultura sigue sin solucionar la situación de L’Albufera, la proliferación de plagas o la continuidad de las ayudas a la ganadería o al arroz de la nueva PAC.

Además, el Botànic II aguanta como puede la embestida de esta crisis sanitaria, social y económica sin los recursos necesarios. Hubo grandes anuncios, pero apenas hay avances. La Comunitat sigue sin ver hecho realidad su sueño de un sistema de financiación justa y sólo los préstamos del Gobierno Central –que han disparado nuestra deuda pública hasta el 49%- aportan algo de oxígeno a unas cuentas autonómicas que se encomiendan a los fondos europeos Next Generation UE para salir de esta.

Cierto es que la sensación de desgobierno no es exclusiva de la Comunitat Valenciana. Más bien es un reflejo de lo que tenemos en el Gobierno central. Socios necesarios pero extraños compañeros de cama que hacen lo imposible por marcar diferencias y no perder ni su esencia ni su cuota de poder. Luchas de ministros en Twitter, guerra y desinformación en los medios de comunicación como forma predominante de hacer política (sin mayúsculas).

Lo estamos viendo con la futura Ley de Vivienda, la Ley de Igualdad, la reforma laboral o la de las pensiones todavía pendientes. Porque les importa más quién se cuelga la medalla que el bienestar de los españoles. Eso es lo que está pasando con los pactos del PSOE con los populistas de izquierda. En lugar de gestionar, se dedican a pelearse para ver quién saca antes las leyes… y el resultado es que, al final, unos por otros, la casa sin barrer (o sin leyes aprobadas, en este caso).

Por eso Cs se puso manos a la obra, para que el PSOE no tuviera que competir con Podemos a ver quién saca la pancarta más grande, sino que se aprobasen las mejores leyes posibles. Por eso propusimos la Vía 221 después del 10N. Por eso intentamos negociar los PGE para 2021 y negociamos los presupuestos valencianos, porque no se trata de apoyar al PP o al PSOE, se trata de hacer lo mejor para los ciudadanos.

Porque mientras el PP se dedicó a ver como un espectador más las negociaciones de los PGE, Cs evitaba subidas de impuestos. Y ese fue el modelo que trasladamos a la Comunitat Valenciana: el modelo del trabajo, trabajo y trabajo. Cuando estamos en la oposición no nos quedamos de brazos cruzados quejándonos y lamentando lo mal que va todo. Intentamos hacer valer nuestros votos, la voz de miles de valencianos y españoles, para que las cosas se hagan lo mejor posible.

Por eso nosotros no gobernamos con eslóganes sino con propuestas. Porque para gobernar, para gestionar, hay que trabajar. Otros se aburren cuando gestionan y tienen que huir a una campaña electoral como la que ahora nos ocupa en Madrid para seguir agitando el árbol, para seguir dividiendo y polarizando a la sociedad.

Así que Cs seguirá haciendo propuestas, trabajando día a día, pegados a la calle, escuchando a los valencianos, para poder ofrecer soluciones. Porque desde la confrontación, desde el ruido, no se puede mejorar la vida de las personas. Desde el trabajo, desde el diálogo y desde la perseverancia podemos construir todos juntos un futuro mejor para los valencianos y el resto de españoles.

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