ALICANTE. La cuarta edición del ciclo “La dignidad de la palabra”, organizado por la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Elche, junto con la asociación Frutos del Tiempo y su cabeza visible, el poeta Javier Cebrián, llega a su fin no con un postre, sino con un plato fuerte, el autor aragonés Manuel Vilas (Barbastro, Huesca,1962), que tras sus incursiones en la poesía, el relato autobiográfico y sociológico de su tránsito por Estados Unidos, sus diálogos con Dios en las redes sociales y otros menesteres, se ha convertido en el fenómeno literario de 2018, con la publicación de su novela Ordesa, en la editorial Alfaguara, un retrato descarnado de los padres del autor y la época en que lo fueron, biográfico, autobiográfico, sociológicamente generacional y literariamente singular en la belleza de una prosa impúdica. Con él hemos charlado de Ordesa, de sus padres, de Dios y de los males y los bienes del capitalismo...
-¿Sómos lo que no han podido ser nuestros padres, para bien y para mal?
No, después de leer Ordesa, yo creo que la idea debe prevalecer es un sentimiento de reconocimiento, de gratitud y de amor. Esta es la idea con la que yo escribí la novela, y la idea con la que me gustaría, y voy viendo que así ocurre, que el lector saliera, después de la lectura. Los lectores salen de la novela tocados por esa gracia de reconocer a sus padres y a sus madres. Es un recordatorio de este amor a los padres, Ordesa. Ese es el éxito de la novela, el que el lector, después de leerla, reconoce a su propio padre, a su propia madre, y muchos sentimientos que están en el libro, son sentimientos que le han ocurrido a él o a ella.
-¿Quién la ha percibido más como “testimonio generacional”, tus compañeros de generación o quien la ve desde fuera?
La gente de mi generación, los que fueron niños a principios de los setenta, lo han leído de una manera más generacional, pero el libro es transgeneracional, tiene lectores desde los 80 a los 20 años, algo que me satisface muchísimo. Puede tocar de manera más precisa a los de mi generación, sí, pero abarca un público mucho más amplio, sobretodo ahora que se ha traducido al italiano y al portugués, en Italia está siendo un auténtico éxito. Al inglés está traduciéndose y aparecerá en los próximos meses en Reino Unido y en Estados Unidos.
-Una de las cosas que más sorprende de la lectura de Ordesa es la falta de prejuicios estilísticos, técnicamente la prosa no toma partido por ninguna tradición literaria reconocible, no se la puede emparentar con un estilo o una tradición concreta, ni hispánica, ni anglosajona,... ¿esta falta de complejos la hace de más fácil penetración en otras culturas?
Yo creo que sí, es un libro escrito con la máxima sencillez, no hay apenas artificio ni complejidad, una construcción con capitulitos cortos, donde el protagonista es la narración de la vida de mi padre y de mi madre, no hay nada más. Es muy transparente… aunque esa sencillez es muy difícil de conseguir.
-Recuerdo tus interpelaciones divinas en facebook… ¿recibiste respuesta?
Mucha gente me pregunta: “oye, ¿por qué ya no sigues con lo de los diálogos con Dios?”, y yo les respondo que es muy sencillo, porque ya no me habla. Dejé de hacer esos diálogos porque literariamente ya no me interesaban, pero en realidad es porque Dios pasa de mi y entonces ya no tengo con quien dialogar.
-En ese sentido, Emmanuel Carrére se marcó una inmersión en la experiencia religiosa “reglada” en “El Reino”... en España alguien debería hacerlo sobre la experiencia del “catolicismo no practicante”, ¿no?
Bueno, sí, el catolicismo desde la óptica del humor y de la literatura, sí, yo creo que da muchísimo juego. Lo que pasa es que esta país se ha tomado tan en serio el tema del catolicismo que da un poco más de miedo, aunque yo lo he hecho, y creo que algunos otros también, se puede hacer de manera lúdica, con sentido del humor y sin faltar, con ánimo festivo y artístico.
-Puede sonar a tópico, pero ¿uno de los grandes problemas de las literaturas hispánicas, frente a las anglosajonas, es la casi nula profesionalización del ejercicio de la escritura?
Eso tiene que ver con la potencia económica de un país. Si un país económicamente es mediocre, lógicamente, profesiones como la literatura, se convierten en inviables. Depende del producto interior bruto y la renta per cápita. ¿Por qué se venden más libros en Francia y por qué hay más escritores profesionales en Estados Unidos? vete al PIB y la renta per cápita de esos países y tendrás la respuesta.
-¿No hay también algo cultural ahí…?
No, no, es exclusivamente económico. Donde hay dinero, hay profesionalización. En las sociedades capitalistas, la literatura está dentro del ocio, y la compra de libros forma parte del ocio. En Francia se venden más libros porque ganan más dinero, y EEUU tiene una industria editorial poderosísima porque el país económicamente es 50 veces España. Esto es algo que mucha gente no quiere entender, generando problemas políticos graves. Si un país no crece económicamente, no hay cultura ni nada, qué va a haber, si no hay dinero. Lo más relevante de un país es el crecimiento económico. Una vez que lo hay, se puede pensar en cómo se divide, en cómo se distribuye, pero para repartir hay que crear. Un país que no crece, no puede repartir nada, y si no hay nada para repartir, no habrá libros, ni universidades, ni hospitales, ni institutos, ni nada. El capitalismo es una máquina muy compleja, pero la profesionalización del escritor tiene que ver con un país que destine dinero a la cultura y donde haya consumo cultural. Para que alguien se pueda gastar 20 € en un libro tiene que haber riqueza económica, y para ello tiene que haber trabajo, buenos sueldos y una dignidad laboral que España no tiene. Eso explica que en España no se lea.
-Economía, no política cultural…
Sí, y eso hay una parte de la izquierda que no lo entiende. No entiende que tiene que hacer crecer económicamente un país, para que sea un país culto. Hay gente de la izquierda española que es absolutamente incapaz de entender eso, por lo que automáticamente, dejan de ser de izquierdas para ser de derechas, que tienen claro que el crecimiento es únicamente para beneficio propio, no de todos. Yo soy un tío de izquierdas, pero si tú no entiendes esto, automáticamente te conviertes en un talibán. Hay gente de izquierdas de este país que no entiende en qué mundo vive, por lo que automáticamente se convierten en gente de derechas, porque como decía Lenin, “la primera obligación de un comunista es entender el mundo en el que vive”. ¡Pero cómo es posible que un escritor español que cotiza como autónomo, y consigue ingresar 1000 € al mes, deba pagar 300 de cuota de autónomo y de seguridad social! Esta situación hace inviable la profesionalización. En el estancamiento económico al que nos abocan algunas de estas políticas, no hay literatura posible, no hay pintura, no hay cine, no hay exposiciones, no hay nada. En la creación de riqueza va la cultura. Ahí estamos, entre la negligencia de la izquierda y la derecha creando riqueza para sus amiguetes. Aquí perdemos todos…. También es verdad que la cultura en España está menospreciada, mal vista, mal pagada y la gente se piensa que esto de la cultura, como a tí te gusta hacerla, como es vocacional, hay que hacerlo gratis. En una sociedad capitalista, lo vocacional acaba en el sumidero de la miseria. Casi parece una cosa de estado, no pagar la cultura.
-Pregunta obligada, dado el nombre del ciclo en que participarás mañana… ¿la palabra dignifica?
Claro, sin la palabra no somos nada, es lo único que nos queda. Vivimos en un sistema que nos machaca por todas partes, en un mundo hostil… hostilidad económica, hostilidad laboral, hostilidad por todas partes, el único sitio donde te tratan como un ser humano es un libro. Los únicos que te dicen la verdad son los poetas y los escritores, todos los demás te mienten, la palabra es el único refugio que queda.