Cuando se publique este artículo probablemente, y si todo va bien, acabe de parir. En estos momentos estoy en pleno proceso de parto, han empezado las contracciones y estoy de reposo en casa. Después de haber salido de urgencias de La Fe por molestias propias del momento que vivo, estoy a la espera que se “mueva el parto” y volver a ingresar en el hospital.
A pocas horas de dar a luz a mis dos niñas, no encuentro mejor manera de evadirme que escribiendo y de hacer un repaso de estos meses y de los inicios de este embarazo que tan diferente ha sido al de mi primera hija. Mi cabeza y mi corazón van a mil y no paran de cruzarse pensamientos sanos e insanos producto del miedo que tengo que reconocer y vivir con él.
Cierto es que cada embarazo viene en momentos vitales diferentes, en contextos, marcos totalmente distintos y concebidos de formas distintas. Dicen que cada hijo o hija es único desde el momento que se conciben y así es en mi caso.
Este embarazo que ahora termina no ha sido nada fácil. Además de los riesgos propios que he sufrido por mi edad gestacional, por ser gemelar y por amenaza de aborto … he tenido que lidiar con el shock psicológico de que vengan dos niñas en vez de una que era lo que yo esperaba. Bien es cierto que en general la llegada de dos bebés casi nunca es esperada y provoca un momento de vértigo importante. Pero cuando hablas con padres y madres de gemelos, una vez pasan los momentos primeros de crianza, están felices de haber tenido dos al mismo tiempo. Dicen que se crean unos lazos entre los hermanos o hermanas muy especiales.
A esta realidad que ya en pareja suele ser complicada, se une que yo me enfrento a esta segunda maternidad como madre monoparental y con una hija de 5 años a la que crio sola también . Todo esto me ha provocado una inseguridad y una estabilidad de la que empiezo a salir ahora, de hecho ahora ya no imagino mi vida sin mis tres niñas tal y como he visualizado y me he mentalizado en estos meses. A partir de mañana seré madre de una familia monoparental de tres niñas y numerosa especial. Todavía no me lo creo, me siento tremendamente afortunada.
Estos meses de gestación están perfectamente orquestados para que junto al desarrollo embrionario del bebé , sus gestantes se adapten y vayan asimilando la llegada de nuevas vidas. Y en esas estoy. Ahora ya más que asimiladas y esperando que el parto vaya bien y sobre todo que mis dos hijas nazcan sanas. Miedo me da hasta escribirlo porque la incertidumbre nos acompaña a las parturientas de principio a final.
Ponerme en manos del equipo de embarazos de riesgo del Hospital La Fe me da mucha tranquilidad, saber que estoy en manos de uno de los equipos más profesionales y con la mejor unidad de neonatos que podemos soñar me ayuda mucho a estar tranquila, aunque la incertidumbre y los miedos vienen conmigo a todas horas.
El bloqueo que siento en estos momentos , cuando ya comienzan las contracciones y mi malestar general porque el cuerpo se está preparando para parir tiene mucho que ver con el miedo que no puedo quitarme de encima. En estos momentos ya tengo contracciones y sensación de malestar generalizada además de un miedo irracional . Sé que no tengo motivos médicos aparentes para sentirlo pues todas las pruebas y resultados médicos han sido positivos y favorables, pero lo siento. Este miedo también me bloquea para decidir horas antes de nacer cómo se llamarán mis hijas ( Manuela, Luna, Lola, Kala…) . “ Cuando les veas la carita, te vendrán sus nombres” es lo que me suelen decir. Entiendo que es un bloqueo generalizado.
Este segundo embarazo es una decisión muy pensada y meditada, muy analizada por mi situación de madre monoparental. Siempre digo que demasiados análisis hice antes de tomar la decisión de volver a ser madre , demasiados porque al final la vida te sorprende y te regala lo que no esperas.
Tras 6 meses de gestación complicada que no pude disfrutar , llegó el tercer y último trimestre del embarazo que ya me permitió sentirme agradecida a la vida y esperar con ilusión, alegría y miedo, también, a mis dos niñas.
Son dos nenas que vienen con bajo peso pero sanas, en principio nada tiene que salir mal. Son dos nenas más que deseadas y queridas. Son dos nenas que me permitirán formar esa familia de mujeres que siempre he soñado y que darán a mi vida y a mi casa más vida de la que tiene con mi hija mayor Leo-Khadija.
Son dos niñas que vienen a aportar y a hacerme todavía mejor madre y persona. Son dos niñas que vienen a enseñarme y son dos niñas que me han elegido como madre. Los momentos de zozobra y de miedo escénico por el día a día que me espera los intento paliar pensando en un futuro de tres niñas y mujeres unidas , poderosas, empoderadas y fuertes. Son dos niñas que nacen sin padre y que me ponen en el papel de asumir ese rol tanto de “madre” como de “padre”.
Son dos niñas que me hacen seguir defendiendo y luchando por un mundo diverso y diferente, por un mundo más tolerante y respetuoso y por un mundo lleno de más vidas diferentes.
Mis dos niñas vienen arropadas por una familia estructurada y llena de amor para darles. Una familia que va más allá de mi persona, una familia que me sostiene a pesar de nuestros vaivenes y en la que me apoyo cada minuto de mi vida. Una familia que deseo copiar e imitar para darles la estabilidad, la fuerza y la seguridad que yo tengo de enfrentarme a la mía. Una familia que no cambiaría a pesar de los desencuentros que tenemos cada día por nuestra excesiva convivencia.
Precisamente por esta familia que yo tengo y la relación con mis hermanos, decidí ampliar la mía propia que formábamos hasta hoy mi hija y yo. Durante 5 años vida ha estado entregada total y absolutamente a mi hija Leo con una crianza que siempre soñé de apego, colecho y lactancia prolongada, un parto soñado y mágico que me dejó el recuerdo de poder vivir uno de los mejores momentos de mi vida.
Hoy ingresaré en La Fe, en unas horas estaré ya rodeada de médicos y de un equipo tan profesional como humano, de primeras este parto nada tiene ue ver con mi primer parto tan buscado y elegido como yo quería . Leo llegó a este mundo rodeada de la familia más cercana , sin puntos , sin traumas de ningún tipo, y sin ginecólogo porque no hizo falta. Estuve atendida sólo con mi querido a migo Edu Ferri , matrón de la Fe. Hoy este parto ya viene con cesárea por el riesgo que tengo, quieren evitar cualquier situación complicada y entiendo que será totalmente diferente. Como me dicen desde las últimas revisiones , es una operación sin más.
Desde hace unas horas mi cabeza y mi mente no dejan de pensar en mi hija mayor, en cómo estará y en cómo recibirá la llegada de sus hermanas. No deja de pensar en ella más que en mi y en que mis bebés nazcan sanas.
En estos momentos pienso en todas las mujeres que estamos juntas en estos momentos y en aquellas que viven embarazos y partos traumáticos y que no están entre algodones como me siento yo. Aprovecho para dar las gracias a todas las personas que me han cuidado estos meses y han estado pendiente de nuestra evolución.
Tan contenta como asustada a estas horas me despido de momento. Por primera vez en siete años que llevo colaborando en este medio cada semana, no estoy segura que pueda estar la semana que viene con más historias que contar. En cualquier caso… en cuanto me recupere volveré sabiendo que ni yo ni mi vida volverá a ser a misma.
Próximamente… más!