Los valencianos practicamos anualmente el indulto de manera masiva con los ninots más importantes y bien elaborados de cada monumento fallero, premiando así el buen hacer, quizá algún ministro valenciano podría explicar a Sánchez que los políticos presos catalanes no han hecho nada bueno
Mientras España sube el recibo de la luz de una manera desbocada, se prolongan los ERTE y seguimos el proceso de vacunación incumpliendo los hitos y plazos que anunció el presidente del gobierno, aunque por supuesto no será responsabilidad suya, llevamos días escuchando de los miembros del gobierno que hay que avanzar en la concordia y por ello indultar a los políticos catalanes que han incumplido la ley, han sido condenados, no se arrepienten de sus delitos y para colmo, un informe del Tribunal Supremo desaconseja adoptar tal medida de gracia como es el indulto.
Lo que sucede en España, como tantas veces decimos, es propio de las mejores películas del genio valenciano, Luís García Berlanga, pero lo triste y lamentable es que la vida real supera la original y divertida ficción, y los ciudadanos que somos espectadores de tanto esperpento no sabemos si creerlo todo, si alterarnos, si indignarnos o si pedir otra ronda de cañas. Tanta bajeza moral y tanta estulticia no son fáciles de combatir, y prueba de ello es que la sociedad está razonablemente hastiada. Además, el efecto covid19 y sus consecuencias psicológicas en la población no ayudan a que estemos en un momento para fiscalizar y protestar por los desmanes del gobierno.
El rumor sobre la intención del gobierno de conceder indultos a los políticos golpistas catalanes me parecía una cortina de humo más de la factoría Redondo, y las primeras veces que escuché la palabra ‘indulto’ pensé que no llegaría a buen puerto tal idea y que el gobierno recularía y veríamos al petulante y campanudo presidente con su voz impostada diciendo algo así como que: “el gobierno de España respeta las decisiones judiciales y no tiene ninguna intención de aplicar una medida excepcional y que podría sentar un precedente muy negativos para otros cargos públicos que pretendieran incumplir la ley”; pero no fue así, poco a poco fue apoyando la tesis del indulto usando los mismos adjetivos que Pablo Casado cuando habla de la “concordia constitucional”. Paradojas de la vida.
Como dice el refranero, “no hay mal que por bien no venga”, y esta situación ha generado la unión del constitucionalismo a través del mundo online y también físico. La plataforma cívica Unión 78 está intentando aunar voluntades entorno a la Constitución Española y para el domingo 13 de junio se ha convocado una concentración en la Plaza de Colón, epicentro de la nación y clásico punto de encuentro de las reivindicaciones que jamás acaban ni con policías heridos ni cajeros incendiados ni escaparates destrozados, qué cosas. Hay una España que cuando sale a la calle la trata como lo que es, su casa, y la respeta.
El indulto a los políticos que insisten en que volverían a desobedecer la ley e incumplirla puede ser un punto más de inflexión en las decisiones de un gobierno que sinceramente, creo que podemos decir aquello de que ni cuando se equivocan aciertan. La pandemia no ayuda a que un gobierno pueda lucirse porque la crisis sanitaria y económica es y será terrible, pero al menos, daba la oportunidad de ver la calidad humana de nuestros gobernantes, la preocupación real y sincera por las prioridades vitales y el interés por buscar un patriotismo sanador para un país, que como tantos otros, atraviesa un momento difícil y complejo, y esta decisión de querer compadrearse con quienes odian a España, a sus instituciones y a sus leyes, denota que tenemos un gobierno que ni sabe ni quiere ni puede hacer las cosas bien. Quizá deberían plantearse seriamente convocar elecciones en 2022 y dar voz al pueblo, que tal vez quiera indultar a los indultadores. Veremos.
Se nos quedó cara de tontos cuando vimos a los golpistas catalanes exhibir su euforia y chulería fuera de la cárcel. Una prueba más de la rendición del Estado ante un nacionalismo reaccionario y racista. Pero no será la última. Falta reformar el Código Penal y convocar un referéndum. España va camino de ser la Yugoslavia del sur