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el tintero / OPINIÓN

¿Nos vamos o nos quedamos?

Recuerdo esta famosa estrofa de la canción que cantaba Lolita, Sarandonga. Y me viene a la mente automáticamente cuando abro cualquier diario o sintonizo una emisora de radio generalista y encuentro una cantidad de noticias muy preocupantes y no son por el mal bicho del covid-19 

28/10/2020 - 

Lo dijo Alfonso Guerra hace casi cuatro décadas y lentamente se ha ido cumpliendo: “A España no la va a reconocer ni la madre que la parió”, y es que de una dictadura que tuvo en su última década principalmente un despegue económico y de progreso que pese a las falacias que se vierten continuamente, los hechos están en la historia y la llegada de la democracia con paz y seguridad, sólo era posible porque España contaba con una inmensa clase media consolidada. Muchos tratan la historia como si de hechos aislados y milagrosos se tratara, y de un país pobre y en ruinas, tras instaurarse la monarquía parlamentaria, todos pasaron a tener trabajo, casa y coche, además de educación y sanidad, y como cualquiera puede entender no fue así.

Los años de democracia han sido altamente positivos para España en principio gracias a la aceptación de las reglas del juego occidentales, es decir, entrar en los países con economía de mercado e ingresar en estructuras supranacionales como la OTAN y más tarde la UE, además de contar con una clase política que recreaba el clásico teatro de la derecha y la izquierda, pero solía mantener cierta unidad de acción para no desestabilizar todo lo que estaba (y está) bien hecho. A saber, el respeto total y reconocimiento a la importante figura de la monarquía por motivos históricos y también pragmáticos, la asunción de las normas que marca el sistema económico mundial especialmente al formar parte de la moneda única europea, la libertad económica con las regulaciones necesarias pero sin llegar a los límites de intromisión e híper regulación que vemos estos días, y muchos otros que nos hacían tener cierta tranquilidad o confianza en que al frente de los designios de nuestro país y por lo tanto de nuestras vidas y haciendas, no teníamos a los más perversos y peligrosos políticos.

La situación actual cada día que pasa es más grave y preocupante para un español medianamente sensato y civilizado, y no me refiero al maldito virus aunque en parte sí, porque el Covid19 está siendo la excusa para todo tipo de tropelías, abusos y actos contrarios al bien común, es decir, el virus y el relato que del mismo crea cada día uno de los personajes más siniestros que ha generado la política en España, Iván Redondo, se está utilizando para negar a los españoles sus derechos fundamentales y coartar su libertad no sólo de movimiento, también de expresión y de pensamiento y eliminar los controles imprescindibles en una democracia. Al estado de alarma con sus múltiples interpretaciones y el toque de queda, hay que sumar las iniciativas de la extrema izquierda para controlar las redes sociales, porque ya controlan la mayoría de medios de comunicación de masas y por si esto fuera poco la constante amenaza de subir todo tipo de impuestos, para crear más funcionarios y más puestos de libre designación y seguir colocando a sus acólitos, entre ellos muchos periodistas para que cuenten ahora y cuando tengan que volver a los medios, lo maravillosos que son y el gran trabajo que realizan nuestros gobernantes.

El ataque al más elemental sentido común, la pobre reacción de la sociedad española presa de una mezcla de miedo, incredulidad y confusión (perfectamente generada por el gobierno), hacen que uno piense con tristeza en aquella frase de la canción de Lolita “¿nos vamos o nos quedamos?”. Algunos dicen que si pueden o si pudieran se irían a otro país porque estamos caminando hacia una ruina económica y social sin precedentes en nuestro país el último siglo, pero pese a todo y con todo, creo que debemos quedarnos y luchar. Es el momento de mantenernos firmes en las posiciones de defensa de la vida, la libertad, la propiedad y la democracia, estoy convencido que somos millones de españoles los que compartimos unas ideas llenas de bondad, basadas en los valores que acabo de mencionar, pero quizá el ruido y la voz cantante la lleven otros colectivos que pretenden someternos a todos. Es momento de luchar cada uno desde la posición que ocupe en la sociedad y con la intensidad que pueda, pero sin desfallecer, porque al final el bien prevalecerá.

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