Cuentan los clásicos que el enemigo de mi enemigo es mi amigo aunque no lo parezca, y cuando uno no quiere ver la realidad, se estrella contra ella
Dice el refrán que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, y parece ya que en demasiadas ocasiones África, por lo menos para los españoles y sobre todo su parte norte, es como una piedra dentro de nuestro zapato, que nos está haciendo un boquete, o mejor dicho ya casi dos, por nuestros conflictivos vecinos meridionales. Y que evidentemente se nos puede indigestar, porque Africa es mucho África, no solo ya para España, sino para toda Europa.
Ya lo dijeron los padres fundadores de la UE en la Declaración de Robert Schuman, 9 de mayo de 1950, cuando expresaron la necesidad de “desarrollo del continente africano”, por la gran importancia de ese complejo continente para nosotros; pues ya saben, se lo he comentado en otras ocasiones, como Europa está a la orilla o incluso a veces parece (por su pasividad) que está recostada, y nosotros en concreto más aún al estar en primera línea del frente, sobre una auténtica bomba demográfica con cientos de millones de trabajadores excedentes de África para las próximas décadas, y eso es muy difícil de digerir para cualquier economía. Aunque algunos hagan planes para el 2050, que consisten en que esos trabajadores en lugar de desarrollar sus países y contribuir a la justicia social en ellos, vengan a trabajar a España, dada nuestra decadencia demográfica, para pagarnos las pensiones.
Además de los muchos problemas de todo el continente, están los problemas de estabilidad en el norte de África, en este vecindario nuestro (nuestro patio trasero que dirían los norteamericanos) donde tenemos dos países fronterizos enfrentados. Aunque nos puedan parecer muy similares, Marruecos y Argelia, y de hecho comparten su identidad mayoritaria, la musulmana, la minoría problemática y separatista como es la beréber (que ha generado problemas en el Rif marroquí, y en la Cabila argelina), comparten como antagónicos el problema del Sahara, aunque lo que sobre todo les ha ido separando, si me permiten usar la expresión, es la última parte de su historia.
En las últimas centurias los dos países han tenido un desarrollo muy distinto, que los ha diferenciado. Marruecos se conformó en torno siempre al liderazgo religioso y político del sultán, perteneciente a la dinastía Alauita, que desde su instauración a finales del siglo XVII ha trabajado por la creación de un Estado unitario, en ese sistema propio del mundo musulmán que mezcla lo político y lo religioso, y que es lo que les ha impedido avanzar en una evolución parecida a la que consiguió Europa, donde el poder se secularizó (separación entre la Iglesia, y el Estado que siempre quería intervenirla, nombrando por ejemplo a los obispos) a pesar de las interferencias habidas y por haber entre lo humano y lo divino. Por lo que las estructuras políticas y sistemas de gobierno son muy tradicionales, podríamos decir que son los tradicionalistas del norte de Africa pues su lema es “Dios, Patria, y Rey”, a pesar de las posibles revueltas y golpes de estado, etcétera, que ha sido reforzado con la cobertura de Occidente, al quedar este país dentro de la esfera norteamericana en la Guerra Fría, por lo que el elemento religioso no era para nada molesto (a diferencia de lo que ocurría en el lado comunista), siempre que respetase las normas básicas del bloque capitalista.
Por su parte Argelia, aunque también pertenece a la comunidad musulmana, primero estuvo unos tres siglos sometida al poder Otomano, pero sobre todo lo que empieza a marcar diferencias, es que al final de la presente década se celebrará el bicentenario del inicio de la colonización francesa que finalizó en 1962, por lo que tuvo más de ciento treinta años para ser influenciada por la cultura y organización francesa, entre las que se encuentran las ideas republicanas en un sentido lato. Y si a esto le añadimos, el que Argelia estuviera en la esfera soviética durante la Guerra Fría, de tal forma que en los choques fronterizos en octubre de 1963 en la zona de Tinduf, y que fueron llamados la Guerra de las Arenas contra Marruecos, e hizo que Cuba enviase a 686 hombres, y un batallón de 22 Carros de Combate (los mal llamados tanques) que aunque no llegarían a combatir sí que contaron con la presencia del Che Guevara en Argelia, lo que fue muy determinante.
Pues esta pertenencia al bloque comunista determinó que las estructuras de poder se secularizasen prácticamente del todo, a pesar de los movimientos posteriores, que al igual que en otros países musulmanes han intentado exaltar el radicalismo islámico, y que provocaron la consiguiente guerra civil de los años 90, con los combatientes que volvían de luchar en Afganistán contra los rusos. Así es como Argelia se conformó en un régimen prácticamente de partido único, el FLN (social-comunista), aunque posteriormente haya tenido que evolucionar para adaptarse a los nuevos tiempos, por ejemplo de la primavera árabe así como del fin de la Guerra Fría, pero que sigue teniendo al Ejército como una de sus columnas vertebrales del Estado argelino y garante de su estabilidad.
Como ven, son dos modelos distintos, Argelia y Marruecos, además de la rivalidad regional heredada de la época bipolar USA-URSS, tienen problemas con la delimitación de fronteras, y que usan el Sáhara como uno de los instrumentos de ese enfrentamiento, estando por medio de ambos países los deseos de recibir de la UE la mayor cantidad de ayuda financiera; y en todo ese lío va y aparece España. O mejor dicho y siguiendo a Robert D. Kaplan y su “La venganza de la geografía”, España estaba situada ahí desde el principio de la historia de todos esos enfrentamientos.
Ahora mismo estamos siendo también víctimas, algunos dirán que más o menos inocentes, de ese pulso regional, a costa de personas utilizadas como carne de cañón como ya les comenté, por el régimen Alauita (alucinantemente lo ha reconocido, y parecería lógico que tuviera sus consecuencias según el derecho internacional), y el incidente Brahim Galí, simplemente ha sido un síntoma o reacción más de esa situación, y de la crisis cerrada en falso, pues la herida entre ambos países sigue abierta, y nosotros también seremos sufridores por ella.
Como decía la semana pasada el director de informativos de la 8 TV del Mediterráneo, Vicente Climent, las relaciones Internacionales son muy complicadas, y tanto, que hemos sufrido grandes desaires por parte de Marruecos, a parte de (según la vicepresidenta Carmen Calvo) sufrir una agresión en Ceuta, el duro comunicado contra España que el lunes el ministerio de AAEE de Marruecos dirigido por Nasser Bourita emitió, y que además de desmentir a nuestra ministra de AAEE González Laya, nos acusaba de perpetrar actos hostiles contra ellos, dejando claro que su posición sobre su soberanía sobre el Sahara en inamovible y vital. Esta posición, a pesar de lo que algunos analistas opinaban, está reforzada con las maniobras African Lion 2021 que el AFRICOM norteamericano desarrolla en el sur de Marruecos y que hábilmente han sido utilizadas para evidenciar su apoyo, pues la posición USA sigue siendo la misma que la que mantenía Donald Trump respecto al carácter marroquí del Sahara, y que Joe Biden mantiene, además de seguir sin hablar con nuestro presidente de gobierno, al cual no visitará, parece ser, en su tour europeo.
Por lo que la desescalada parece no se va a terminar de completar, a pesar del regreso del líder del Polisario a Argel, pues al Sultán alauita no le habrá sentado muy bien las manifestaciones del presidente argelino, Abdelmayid Tebune, de agradecimiento a España cuando visitaba a Gali conjuntamente con el jefe del Estado Mayor de Argelia, Said Chanegriha, escenificando el claro apoyo del régimen argelino a la causa saharaui, y del que por cierto tenemos una gran dependencia energética por el suministro de su gas.
Cuentan, poniendo como ejemplo los Acuerdos de Munich, firmados por Adolf Hitler, Benito Mussolini, Arthur Neville Chamberlain, Eduard Daladier, que no se puede amansar a la bestia, o que no se puede volver al tigre vegetariano, por mucho que se intente, o por muchos intereses y negocios que se compartan. Nosotros tenemos el problema de que en nuestro patio trasero hay dos fieras peleándose entre sí, y hasta ahora nuestra gran superioridad sobre ellas había hecho que no se fijasen mucho en nosotros, el hándicap se produce cuando, a consecuencia de su propia competencia y carrera de armamentos, el gap o brecha tecnológica-militar se va acortando, por lo que la disuasión puede empezar a debilitarse, y alguno de nuestros dos vecinos, quieran arriesgar y elevar la apuesta contra nosotros, a costa de nuestro territorio o de nuestras carteras.
Como suele pasar en estos casos, después de días de intensidad informativa sobre el terremoto de Marruecos… llega el silencio. Un silencio que viene de la mano de la falta de información al respecto pero que no va ligado a que el drama haya acabado. De hecho las entidades valencianas siguen trabajando en el terreno y se sigue necesitando la solidaridad de la ciudadanía.