GRAND PLACE   / OPINIÓN

Octubre Rojo

13/10/2020 - 

El mapa del Territorio-Europa se iba coloreando de rojo con extraordinaria rapidez, según iba avanzando aquel otoño del 20, el del AñoZero. La segunda oleada del virus había entrado con fuerza incluso en países donde la primavera había sido suave, con una incidencia de la pandemia que no había precisado de confinamientos severos ni Estado de alarma. La presidenta de la Unión tomó el mando y urgió en tres ocasiones a los gobiernos nacionales para capitanear la pandemia y evitar de nuevo el cierre total de fronteras.

La Europa Occidental, la más fiable en el suministro de datos, era la que más índice de contagios presentaba antes de entrar en el crudo invierno. Precisamente el suministro de datos era lo que estaba en juego. La presidenta Ursula von der Leyen había urgido a que los Estados le cedieran la coordinación desde el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades, estableciendo unas ratios comunes de contagios, decesos, hospitalizaciones y tests PCR. Con un protocolo común de contabilización, el mapa podía cambiar. 

Ya no valía que se fueran cerrando fronteras unos a otros, que se sacaran los colores…, sería el gobierno de la Unión el que decidiría, aconsejando en todos los casos que se evitaran las restricciones. No se podía detener la economía, como había ocurrido durante la primavera, pero había que seguir con las medidas de prevención: mascarilla, distancia social y lavado de manos con gel hidroalcohólico. Estos elementos rudimentarios que hoy nos hacen sonreír -aunque no se aprecie por la eterna mascarilla-, perduraron hasta que llegó la app obligatoria en el móvil y el PCR masivo para todos. 

Mientras tanto, en aquel OctubreRojo, los principales países de la Unión comenzaban a considerar el adoptar medidas más drásticas de confinamiento, vuelta al trabajo online y cierre de actividades sociales: gimnasios, cafeterías y pubs, parques infantiles… Los gobiernos se estaban armando contra el frío del invierno y la gripe estacional, que presentaba los mismos síntomas que el nuevo virus. La sanidad pública no podía colapsar… de nuevo. 

Foto: CE

Mientras los científicos se ponían de acuerdo -o no- en la incidencia de la covid-19, en su resistencia y en su cura, LasFarm hacía tiempo que habían pasado a la acción. La Comisión firmó dos primeros contratos para permitir la compra de una vacuna, una vez demostradas su eficacia y seguridad, con AstraZeneca, 400 millones de dosis, y Sanofi-GSK. Concluyeron con éxito las conversaciones exploratorias con Johnson & Johnson el 13 de agosto, con CureVac el 18 de agosto, con Moderna el 24 de agosto y con BioNTech el 9 de septiembre.

Además, poco después de que el presidente del Territorio-América se sometiera a un tratamiento de curación del virus con el medicamento Redemsivir, la Comisión firmó un contrato de adquisición conjunta para Europa con la empresa farmacéutica Gilead. Se garantizaba así el suministro de hasta 500.000 ciclos de tratamiento de Veklury, el nombre comercial de Remdesivir, y la oportunidad de aumentar el suministro más allá de los 500.000 ciclos de tratamiento para afrontar la incertidumbre del invierno.

A nivel internacional, la UE contribuía también a iniciativas de salud mundial con 1.300 millones de euros, incluidos los 200 millones para la Alianza de Vacuna del período estratégico 2016-2020. El compromiso con la organización internacional de campañas para las vacunas, GAVI, se renovó para 2021-2025, tras el anunció aquel verano de su colaboración con la Fundación Bill y Melinda Gates con el objeto de acelerar la fabricación en 2021 de vacunas contra COVID-19.

Y, de nuevo, Francia, Bélgica, Alemania, Holanda, Reino Unido, España… volvían a las burbujas de menos de 10, siete cinco, tres personas en casas o restaurantes. El criterio científico no existía. De nuevo, el miedo comenzaba a apoderarse de la población. Y las aerolíneas cerraban con su ausencia el espacio aéreo ante el miedo ancestral de los viajeros, y las restricciones con tests y cuarentenas que los países se iban imponiendo unos a otros.*

*(Extracto de la tarjeta SIM que me dejó en herencia la Tieta, en los momentos previos al CaosPrevio y a la llegada de ELLA).

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