VALÈNCIA. La discrepancia en el Gobierno valenciano sobre las medidas a adoptar para frenar una posible segunda oleada del coronavirus en pleno verano se hizo este miércoles pública de una forma clara y notoria.
En los últimos días, este diario había informado que dos de los socios del Botànic -Compromís y Podem- estaban en desacuerdo con la resistencia del presidente de la Generalitat, el socialista Ximo Puig, a cerrar el ocio nocturno, en concreto pubs y discotecas.
Una diferencia de criterio que ayer puso de manifiesto la vicepresidenta del Consell y máximo exponente de Compromís, Mónica Oltra, quien consideró "incompatible" mantener este tipo de locales abiertos con las medidas de prevención y seguridad exigidas para contener la expansión del virus. Eso sí, proponiendo "apoyo económico" al sector para capear el temporal ante un eventual cierre.
Otros dirigentes de la coalición como el alcalde de València, Joan Ribó, o el secretario autonómico de Empleo, Enric Nomdedéu, ya habían mostrado esa senda, pero la irrupción en el debate de Oltra pone de manifiesto una posición clara de bicefalia sobre este asunto en el Consell del Botànic.
La situación es compleja. Puig y su equipo tratan de prolongar el equilibrio entre la contención de la pandemia y la actividad económica, si bien en Presidencia empiezan a reconocer que la decisión es complicada y, de continuar produciéndose brotes relacionados con este tipo de establecimientos, el cierre será obligado. Ahora bien, fuentes próximas al jefe del Consell inciden precisamente en el "apoyo económico" mencionado por Oltra, al considerar que si el Gobierno valenciano opta por el cierre, deberá al mismo tiempo tener articulado algún plan para poder paliar los efectos económicos que sufran las empresas de ocio.
En este sentido, desde el Palau se mira con atención el rastreo que ha comenzado a producirse en el brote de las discotecas Mya y Umbracle de la ciudad de València. Sobre esto, algunos opinan que si las cifras de positivos de los miles de test que se pretenden realizar son altas, será muy difícil mantener los argumentos para no decretar el cierre. No obstante, el proceso es complejo dado que, tal y como ha informado este diario, los problemas para contactar con los en torno a 4.000 asistentes a las discotecas donde se produjo el brote están provocando que el ritmo de análisis sea más lento de lo deseado.
En este punto, en Presidencia no descartan llegar a confluir con las afirmaciones hechas por Oltra este miércoles, aunque algunos dirigentes no pueden evitar recordar que Compromís fue el socio del Ejecutivo que más se opuso a la suspensión de las Fallas en su momento. O lo que es lo mismo, ven cierto oportunismo o ventajismo en las manifestaciones de la vicepresidenta del Consell.
Más allá de estos roces, sí parece claro que en el Palau de la Generalitat se encuentran en proceso de reflexión respecto a la posición a adoptar sobre esta cuestión, en la que Puig está tratando de alargar todo lo posible, a la espera de una mejoría, un cierre generalizado que sería un golpe económico muy duro para este sector.