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el profesor de la UJI dirigirá el Museo de Bellas Artes de València

Pablo González Tornel: "No veo un gran problema en la reducción de personal"

24/07/2020 - 

VALÈNCIA. Pablo González Tornel se convertirá en septiembre en el director del Museu de Belles Arts de València. El cuarto en dos años. El historiador del arte y profesor de la Universitat Jaume I de Castellón se pone al frente de la nave tras la salida de Carlos Reyero, que se marcha por motivos personales cuando apenas hace un año que llegó a València. Lo hace con el deseo de llevar la ansiada estabilidad a un museo que no acostumbra a ser noticia por cuestiones artísticas y con el objetivo de recuperar al público perdido. Llega, además, como uno más de la casa. Y es que González Tornel no es un desconocido para el centro, en el que ha colaborado de manera intermitente. La más destacable, como comisario de la muestra Intacta María, en 2017. Tanto es así que, de camino a la sala donde realizaremos la entrevista, una trabajadora del centro le saluda efusivamente, sin saber que está delante del nuevo 'jefe', prueba también de la discreción con la que la Conselleria de Cultura ha querido manejar el cambio de caras en el museo. "Nos veremos mucho por aquí", le responde. Y tanto.

-¿Cómo se anima a una plantilla que recibe a su cuarto director en dos años? 
-Tengo la suerte de conocer bien a la plantilla. Me dedico a la Historia del Arte desde hace muchos años y esta es la principal institución vinculada a la salvaguarda del arte en la Comunitat Valenciana. He venido como investigador y, a raíz de una exposición, también he tenido la oportunidad de tratarlos de manera diaria. Ahí parto con un punto positivo, sé a qué se dedica cada uno. Todos sabemos que no podemos competir en dotación de medios con otros ámbitos de la vida pública, una cuestión que no es únicamente valenciana. Lo que ocurre es que yo no veo una gran problemática en la reducción de personal, lo que hay que hacer es no pretender desarrollar programas que no puedan ser abarcados por el personal que tiene el museo. Hay que ser consciente de cuál es el tamaño de este museo. No es el Prado ni el Metropolitan. Tampoco el Nacional de Escultura de Valladolid. Hay una carencia básica, pero porque ha sido muy difícil suplirla administrativamente, que es la carencia de conservadores. Esto significa que si en museos como el Prado su director puede delegar una gran cantidad de funciones en ellos, aquí la dirección tiene más carga de trabajo porque no tiene esos cargos intermedios. Yo creo que aceptando eso, lo que hay que hacer es motivar al resto de personal técnico. Para eso lo fundamental es que a uno lo vean trabajar mucho. Cuando monté Intacta María la gente se desvivió, vivieron la exposición como suya. Yo estaba aquí hasta medianoche y ellos lo hacían muy por encima de sus horarios y de lo que se les podía exigir.

"Hay que ser consciente de cuál es el tamaño de este museo. No es el Prado ni el Metropolitan"

-¿Es sostenible esto?
-¿La ilusión es sostenible? Depende. Yo, de momento, la tengo toda, porque todavía no he tenido tiempo de chocarme con piedras en el camino y voy a intentar transmitir toda esa ilusión a mis compañeros, sabiendo que no puedo forzar la máquina. Pero un museo dinámico es posible. Ayer [durante su presentación como director] hablaba de la necesidad de coordinación. Cuando un museo tiene un departamento específico para esto uno puede permitirse organizar una exposición con unos plazos. Cuando no tienes esa disponibilidad de personal lo que tienes que hacer es organizarlo con el triple de tiempo. Mi intención es, por una parte, transmitir ilusión y, por otra, ser lo más previsor posible para no improvisar.

-Algunos de sus predecesores han batallado con respecto a la falta de personal, en su caso habla más de asumirlo como punto de partida. 
-Uno tiene que medir sus fuerzas. Entrar como elefante por cacharrería exigiendo no parece la estrategia con mayor posibilidad de éxito. ¿Qué lo voy a intentar [tener más personal]? Sí, pero no tengo interés en convertirme en un lastre para las personas que trabajan conmigo o por encima de mí.

Foto: ESTRELLA JOVER.

-En 2018, Miguel Falomir, director del Museo del Prado, dijo: “Uno de los grandes dramas del Museo del Prado es que durante mucho tiempo no estuvo a la altura de su colección y creo que, en estos momentos, es lo que le ocurre a Bellas Artes de València”. ¿Es consciente de que el museo puede estar proyectando esta imagen?
-Si soy sincero, creo que esa percepción es en gran medida fabricada. Yo pertenezco al mundo académico y entre mis compañeros de disciplina no existe esa percepción del Museo de Bellas Artes. Es un gran problema cuando las instituciones culturales se convierten en un terreno de juego para un enfrentamiento que tienen poco que ver con la cultura. Muchas de las críticas que ha recibido este museo tienen poco que ver con sus piezas o la calidad de las exposiciones. Entre los historiadores del arte esta percepción no ha existido. Yo me resisto mucho a hablar de otras instituciones para hacer valer mi museo, solamente invito a cualquier persona a que coja instituciones de un calibre parecido y realmente compare si estamos tan mal. No voy a nombrar ciudades ni museos que se llaman igual que este pero con el apellido de otra ciudad, pero vayan ustedes, den un paseo y a lo mejor encontramos motivos para enorgullecernos del lugar en el que estamos. Este museo ha tenido unos últimos años ajetreados, que los ha tenido, pero se ha hecho mucho, durante la dirección muy larga de Fernando Benito se articuló un museo que es espectacular. Los valencianos, todos, tienen que sentir el museo como propio y enorgullecerse y, por supuesto, hacerle frente de manera crítica cuando crean que algo no se hace bien, pero no hay convertir el museo en una diana a la que se le buscan los defectos. Porque defectos tiene todo el mundo.

-Ha hablado de una necesidad de reconectar el museo con el público, que puede sentir un desapego con el mismo, un discurso que no es nuevo, ¿cómo se traduce esto en su proyecto? 
-Hay que desacralizar el museo. El problema de las pinacotecas es que durante mucho tiempo han sido instituciones de élite, pensadas para los conocedores. Hay instituciones que acusan esto menos porque tienen un tradicional número de visitantes elevado. Hablo de ciudades muy turísticas, como la Galería Uffizi en Florencia, donde uno ve mareas de gente a la que los cuadros no les interesan absolutamente nada, pero tienen que ir para hacerse un selfie. Ese no es el caso de este museo. En nuestro caso, para potenciar la presencia de un público no circunstancial, hay que generar contenidos que alejen la percepción del museo de esa visión elitista. En estos momentos a este museo le hace falta, por ejemplo, tener un buen cine club o una programación completa con actividades musicales no elitista. Priorizaré antes un ciclo de flamenco que uno de música de cámara, que es la que espera escuchar una persona que viene a ver Juan de Juanes. Esa es la tendencia.

"todo en este museo es temporal"

-En su presentación dijo que el museo "merece una museografía del siglo XXI", ¿a qué se refiere? 
-La manera habitual de organizar un museo desde que se empiezan a formar en el siglo XVIII es por cronología y escuelas geográficas, una manera de exponer orientada al estudioso. Eso a un visitante no especializado, ¿en qué le ayuda? Hay que plantear la manera de organizar las colecciones y, también, los elementos que las explican de manera que sean más atractivas.

-En estos años ya se han aplicado algunos cambios en el museo, ¿va en la línea de lo que quiere o todavía cabe alguna revisión? 
-Todo tiene que ser contemplado desde la perspectiva de que todo en este museo es temporal. Estamos pendientes de la aplicación de un plan museológico que afecta a cada pieza expuesta. Cuando se hizo la reforma de la primera planta, con la que ganó mucho, ya se hizo con un planteamiento sabiendo que se iba a transformar. En un planteamiento general que no es de piso sino de museo, seguramente no sería la que yo aplicaría. Ahora está fenomenal, pero cuando se aborde una remodelación integral eso evidentemente también se remodelará.

Foto: ESTRELLA JOVER.

-¿En qué lugar quedan en su proyecto las exposiciones 'blockbuster'? 
-Imagino que hablamos de un proyecto como 'El Bosco'. No tenemos ni de casualidad dinero para algo así. Ese tipo de exposiciones ahora no las va a poder hacer nadie. El covid-19 va a cambiar muchas cosas, ha multiplicado el precio de los seguros de transporte de obras. Estas exposiciones cuestan mucho dinero y funcionan en instituciones que ingresan mucho dinero. El Prado, por ejemplo, tiene un presupuesto mayor pero, además, unos notables ingresos por caja. Muy notables. Nosotros de momento, en esa vocación de servicio público, mantenemos la gratuidad del museo, que no es algo frecuente.

-En cualquier caso, por la estructura del museo, en el caso de que no fuera gratuito, esos ingresos irían a una caja común y no revertiría directamente en el centro. 
-Efectivamente. En cualquier caso, ese tipo de exposiciones son muy mediáticas pero muy caras. Nosotros tenemos que ser más listos. Cuando tienes menos medios lo que toca es agudizar el ingenio. A lo que tenemos que jugar es a utilizar mucho el fondo de armario que tenemos y a intentar crear sinergias que nos permitan hacer cosas que solos no podríamos hacer. No tiene nada que ver organizar una exposición entre el Museo de Bellas Artes de Sevilla, el Museo Nacional de Escultura de Valladolid y nosotros, que somos museos de dimensiones parecidas, y correr con los gastos entre tres que ser el único responsable. Si queremos aspirar a tener una exposición más 'blockbuster' debemos generar colaboraciones de este tipo.

"El covid-19 va a cambiar muchas cosas, ha multiplicado el precio de los seguros de transporte de obras"

-Dijo en su presentación que asumiría la herencia de Carlos Reyero, ¿cuándo comenzará su programación? 
-Este otoño hay una exposición de nuevas adquisiciones del museo, después Ars Publica de Luis Arciniega y otra fantástica exposición gestionada por el Consorcio sobre Agrasot, que hay que programar para el año que viene. Quisiera introducir componentes de mi propia programación en la segunda mitad de 2020, una exposición que sería mi carta de presentación. En septiembre nos sentaremos y veremos.

-Ha hablado de potenciar el fondo de armario, ¿cuáles son los ejes programáticos de su proyecto? 
-Con respecto a las exposiciones temporales mi intención es que, salvo alguna, sean basadas en el ingenio más que en el dinero. Prefiero fomentar exposiciones que traten temáticas de tipo transversal como, por ejemplo, la aplicación de las perspectivas de género a determinado fondo de la colección o una propuesta del mismo Carlos Reyero que está sobre la mesa acerca del desnudo. Sin centrarnos en el nombre del autor, en un 'Joaquín Sorolla'. Hacer una buena exposición de Sorolla cuesta lo que no está en los escritos.

Foto: ESTRELLA JOVER.
-Desde hace mucho tiempo se habla de la posibilidad de que el museo se amplíe, tanto que en 2017 se aprobó una PNL que ya hablaba del Convento de la Trinidad, aunque nada se ha concretado, ¿necesita el museo una ampliación? 
-Esto es como preguntarle a una persona si quiere que se suban el sueldo. Si la subida incluye un convento gótico del siglo XV... Claro que lo quiero. Ahora bien: ahora no lo quiero. Ni de casualidad. Lo que quiero es que se apruebe la museografía de este museo, quiero que se resuelva todas las situaciones anómalas del entorno urbano del museo, quiero tener un jardín fantástico en el que poder organizar actividades, quiero ver qué hacemos con el pabellón Benlliure para darle un uso útil para el museo y para el público, quiero convencer al Ayuntamiento para que haga un túnel delante de la fachada del museo y peatonalice el margen del río... Quiero muchas cosas que están antes del Convento de la Trinidad.

"Quiero muchas cosas que están antes del Convento de la Trinidad"

-Su proyecto también habla de ser referencia en el ámbito científico, ¿cómo?
-Paso uno: tenemos que abrir la biblioteca. Sin libros no hay ciencia. Después, mi intención es en septiembre hacer una rueda de contactos con instituciones. Me gustaría ir a Madrid a hablar con el Prado, con el Departamento de Historia de la Complutense, el de la Autónoma y alguna institución más. Lo mismo en Barcelona o Sevilla. Quiero presentarles el museo y las posibilidades que hay para hacer cosas por parte de la comunidad académica. Si está en mi mano, ningún congreso de Historia del Arte que pueda albergarse en este museo se hará en otra parte. Tenemos un salón de actos magnífico. Si no seduzco a los compañeros del departamento de arte de València para que celebren aquí sus congreso, muy mal lo tengo que hacer. Además mi intención es promover acciones propias. Quiero facilitar el acceso a las colecciones de los investigadores. Quiero que la gente que se dedica al estudio del arte se acostumbre a que esta es la casa de todos.

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