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Paco Plaza: "El cine empieza donde acaba la trama"

El director presenta 'Quien a hierro mata', un film en el que despliega su potencial poético como autor

23/08/2019 - 

VALÈNCIA. Paco Plaza volvió ayer a València ("just for one day") para presentar su nuevo film, Quien a hierro mata, un paso adelante en la filmografía del co-responsable de la saga [REC], que firmó la que sería una de las películas más relevantes del panorama nacional en 2017, Verónica.

Quien a hierro mata, (que se estrena en cines el próximo viernes 30) cuenta la historia de Mario (Luis Tosar), el jefe de enfermeros de una residencia de ancianos que emprende un duro plan de venganza cuando vuelve a su vida una de las personas a las que responsabiliza de la muerte de su hermano. Sin renunciar a las imágenes impactantes y la crudeza visual del cine de terror, Paco Plaza despliega en este film un potencial poético que establece definitivamente su voz como autor. 

Una cámara que toma partido, una música y un sonido que acompaña, una historia que contar de manera más cercana. Sin duda, este film le confirma no solo como una enunciador sino también narrador. Tras la proyección, atendió unos minutos a las preguntas de Culturplaza.

- En la película, aunque de manera tranversal -que no central-, se tratan algunos temas de actualidad, como puede ser el de el narcotráfico, o la cantidad de tiempo que debería que estar en prisión una persona mediática. Este elemento, que apela a la opinión pública, es nuevo en tu filmografía. ¿Cuán pedagógica buscas que sea tu película?
- Bueno, ante todo, partimos de la base de que el guión no es mío, así que mucha parte de la trama de la película viene heredada: son inquietudes con las que puedo conectar, pero que no son motores de mi vida. Dicho esto, creo que cualquier película es un acto político. Se hacen declaraciones políticas en todo lo que aparece en la pantalla: desde cómo va vestida una chica que entra en un bar, a si los figurantes están jugando a las tragaperras o leyendo el periódico o escupiendo en el suelo, o están fumando o no. Todas las decisiones que se reflejan en un plan generan una responsabilidad ética. 

Ninguna obra es inocente. Siempre, de manera voluntaria o involuntaria, estás lanzando un mensaje en cómo se comportan los personajes. En esta película -concretamente-, el narcotráfico solo es un telón de fondo. Es determinante para la vida de todos los personajes que aparecen en el film, pero no esta no es una historia sobre los entresijos del negocio del narcotráfico, sino sobre personas cuya vida se afecta dramáticamente por pertenecer a ese mundo.

- Planteas una dicotomía muy evidente entre la vida y la muerte a lo largo de todo el film. Sin embargo, se acaba imponiendo la idea de la venganza como algo capaz de romper ese balance natural. ¿Cuando tú recibes la historia, cuál de estos dos aspectos te interesa más acentuar en la puesta en escena?
- Para mí, el motivo fundamental para decir que quería hacer esta película era el plano final. Resume toda la película y habla de sus entrañas, que es cómo el rencor es el peor de los venenos, y cómo, cuando estás ejerciendo una acción violenta hacia alguien, en realidad la ejerces contra ti mismo. Y cuando odias a alguien, en realidad lo que estás odiando -seguramente-, es lo que se refleja de ti en esa persona y te genera una frustración. Me interesaba mucho esa idea de venganza como espiral, como una especie de dominó en el cual tú lanzas una pieza y no sabes cuántas hay detrás. Pueden caer y causar un estropicio.

En toda la película dialogan la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, la venganza y el perdón. Así que la película juega mucho a esa dualidad constante, a ese equilibrio. El film, como la vida, es un poco "elige tu propia aventura". Todas nuestras elecciones tienen consecuencias. Desde el título, Quien a Hierro Mata, se sugiere eso.

-Es tu film, en el terreno del lenguaje cinematográfico, más poético. ¿Es este un nuevo terreno que has querido explorar? ¿Qué paso diste en Verónica -que fue un cambio narrativo importante en tu filmografía- que has querido continuar en esta producción?
- Sin duda, en Verónica empecé un camino, y aquí lo he acentuado, de aproximación poética a la imagen. A intentar que la imagen no retrate la acción sino la emoción. Lo que he pretendido en Quien a hierro mata es que la cámara la mueva la emoción del personaje, y no la acción. Por eso, cuando hacemos travellings con golpes de zooms o movimientos de la cámara hacia atrás, buscábamos que la cámara expresase de una manera no narrativa, sino poética, lo que está pasando por dentro del personaje. También el sonido era muy importante en esto: quería que la película sonase como la cabeza de Luis. Es muy complejo el trabajo que hay de diseño en este sentid,o y es un camino que empezó con Verónica, y que era un poco tímido entonces, y aquí me he soltado mucho más. La próxima ya va a ser un disparate.

- Es decir, es un camino de no retorno.
- Sí, es un camino de no retorno. Me inspiran mucho, por ejemplo, los directores coreanos como Bong Joon-ho, Park Chan-wook o Kim Ki-duk, porque creo que en Oriente hay una aproximación a la imagen menos deudora a la novela decimonónica y a la narración, y más pendiente de la poesía y de aprovechar los recursos del cine para transmitir. Se dijo mucho en una época que el mejor cine se hace en televisión y, últimamente, tengo la sensación de que la mejor televisión se está haciendo el cine. En la televisión hay un campo de narrativa clásica que está en un momento espectacular. Si lo que quieres es una trama bien explicada con unos personajes definidos, hay series de la hostia. Pero creo que el cine tiene que evolucionar hacia otro sitio.

- Tiene que ser el reducto de ese lenguaje cinematográfico más libre.
- Exacto. Para mí el cine empieza donde acaba la trama. Una cosa es la historia, y luego empieza el cine. El cine es cómo, a través de las ópticas, de la iluminación, del sonido, consigues expresar sensaciones más allá de lo que se está viendo en la pantalla. Porque si no, estás retransmitiendo en vez de rodar, es teatro filmado. No es una crítica negativa a la televisión, todo lo contrario. Yo estoy enganchadísimo a muchas series y satisfacen una parte de mi curiosidad, pero yo voy a ver Midsommar, It Follows o Suspiria y noto una manera de usar los recursos cinematográficos que van más allá de lo que explica la historia. Creo que este es el reducto del cine, y es donde nos tenemos que hacer fuertes con la cámara.

- La cámara siempre ha tenido mucha presencia en tus películas. En este film, conforme aumenta la tensión narrativa, se mueve de manera más errática y se convierte en el principal conductor del ritmo dramático. ¿Te sientes más libre que nunca habiendo hecho esta película?
- Sí, yo siento, no que sea mi mejor film, pero sí que es la película en la que estoy más contento de mi trabajo como director. Me he sentido muy libre también porque el guión no era mío, y así me he sentido muy capaz de aportar otras cosas. Las herramientas más propias de la dirección las he podido afilar más y me he sentido muy, muy bien haciendo esta película. Para mí es un camino sin retorno. No quiero rodar un plano-contraplano nunca más en mi vida. Ya veré cómo me lo monto cuando haga el capítulo de una serie.

- Aunque en esta película prácticamente ha abandonado el cine de género, eres una voz más que autorizada a la que preguntarte lo siguiente: A pesar de que en España hay varios cineastas de género reseñables, a veces parece que son voces que beben demasiado de otras muchas otras, cosa que no pasa tanto en otros países. ¿Hasta dónde crees que llega la voz propia de este género en el país?
- Es muy difícil ser impermeable y creo que el cine tiene muy pocas fronteras. Por ejemplo, Pánico en el Transiberiano de Eugenio Martín o La Residencia de Chicho Ibáñez Serrador son muy difíciles de distinguirlas de un film de la Hammer. Son películas industriales. Creo que sí, que hay características propias. Para mí fue fundamental ver El día de la bestia, porque sentía que era una película de las que a mí me gustan, pero que además era 100% española, que era muy autóctona, que me hablaba a mí. Salían los Reyes Magos de Preciados, el heavy de Carabanchel, el cura... Eran personajes reconocibles, y creo que eso es lo que hace tan interesante el cine coreano: que es tan local que lo hace universal.

Me gustan las películas de terror españolas que no ocultan, sino que exhiben, que transcurren en España. Y que la música que suena es española y que las referencias pop que hay son las nuestras. Eso intenté explorar en Verónica y que creo que hay algo muy bonito en apelar a la memoria emocional que compartes con los espectadores. Para la gente de mi edad, oír a Héroes del Silencio -por ejemplo- le coloca en un estado emocional concreto.

- En esta película te has atrevido con Yung Beef.
- Es que imagina, mezclar Yung Beef con Los Suaves y con Julio Iglesias.

- Se nota un acento importantísimo en la música intradiegética.
- Quería utilizar la música que yo pensaba qué escucharía cada personaje, y me gusta mucho utilizar música que forma parte de nuestra cultura.

- Que no forme parte tanto del imaginario del director, como pasa con los films de Tarantino, como que, de alguna manera, sirva al personaje.
- Claro, Verónica era fan de Héroes del Silencio y la mujer del personaje de Mateo escucha a Julio Iglesias a escondidas. Lo decían en Begin Again: nuestra playlist de Spotify dice mucho de nosotros. Si me coges el teléfono y ves que he estado escuchando el último mes, podrás intuir en qué momento vital estoy; así que es una forma, como el vestuario o la peluquería, de perfilar un personaje, de entender quién es, de darle una identidad más allá de lo que hay en el guión.

- Una última pregunta, casi de rigor. Cuando se habla del momento en el que vive el cine valenciano, se dice que el siguiente paso es recuperar y que vengan a rodar esos cineastas que no encontraron antes la oportunidad de rodar en su tierra. No sé si te encaja mucho esa idea en el momento actual de tu carrera, si València es un lugar plausible donde rodar tu próximo film.
- La primera idea de mi próximo proyecto era rodarlo en València, y la verdad es que no hemos encontrado el apoyo suficiente, aunque me hubiera encantado. Siento que tengo una necesidad de rodar aquí, pero lo haremos en Madrid y en París, porque ahí es donde hemos encontrado el apoyo.

- ¿Es un problema de industria, de organismos públicos...?
- No lo sé, pero a mí me encantaría rodar en València. Y veo muy pocas películas que se rueden en València y que sean valencianas de verdad. Hay muchas producciones que vienen, y ruedan, y ya está. Pero a mí me gustaría hacer una película aquí enseñando cosas de mi ciudad, porque creo que es una manera de contribuir a construir una identidad propia y un orgullo.

Lo he sentido así haciendo esta película en Galicia, enseñando las bateas,por ejemplo. Mi madre es gallega, tengo esa implicación personal también allí, y me ha parecido muy bonito poder hacer un film que refleje Galicia. Querría hacer lo mismo en Valencia, que al fin y al cabo es donde he crecido y es mi ciudad.

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