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CRÍTICA DE CONCIERTO

Plácido Domingo y la hora del retiro

Los conciertos en torno a la Navidad y el fin de año –Musikverein aparte- se convierten con frecuencia en cajón de sastre donde se mete un poco de todo, preferiblemente repertorio conocido, incluya o no valses y operetas. Por otra parte, si se cuenta con algún artista de nombre destacado, suponen una magnífica oportunidad de hacer caja. El que protagonizó Plácido Domingo el 19 de diciembre cumplió con creces este objetivo

22/12/2018 - 

VALÈNCIA. El auditorio superior de Les Arts se encontraba repleto hasta la bandera, como siempre que viene a València el incombustible artista madrileño, que tiene ya 77 años. Y las escuálidas arcas de nuestra ópera agradecen, sin duda, su presencia.

El programa, centrado en arias y dúos de ópera y zarzuela, no fue desgranado en su totalidad por Domingo, que interpretó dos arias y dos dúos en la primera parte, y dos romanzas y un dúo en la segunda, más los dos regalos (el dúo Lippen Schweigen de La viuda alegre, y la romanza Mis horas felices de La del Soto del Parral). En los dúos cantó junto a la soprano rusa Irina Lungu, el tenor Vicente Romero y la soprano italo-brasileña Camila Titinger, estos dos últimos del Centro de Perfeccionamiento que funciona en Les Arts y que lleva, precisamente, su nombre. Todos ellos tuvieron también intervenciones por separado. La orquesta de la casa estuvo dirigida por Óliver Diaz.

Foto: MIGUEL LORENZO.

Ya hace años que muchos comentaristas musicales se vuelven locos para decir –sin decirlo- que quizá fuera hora de que el gran tenor (porque sigue siendo un tenor, aunque afronte papeles de barítono) se retire. Que le quedan sólo, en el centro del registro, ocho o nueve notas con la rutilante belleza de antaño. Que no llega bien ni por arriba ni por abajo. Que a los papeles de barítono que asume desde hace tiempo les falta el auténtico color de esa tipología vocal. Que la respiración no le permite ya frasear con holgura... Da igual: él sigue y sigue. Y continúan contratándolo. No sólo en València. No sólo en España. En todo el mundo.

Esas notas que le quedan están tan bien timbrada, y las utiliza con tanta sabiduría, que pueden valer mucho. Pero hay un límite. Y ese límite está en la misma memoria del oyente, que todavía se estremece con el recuerdo del Plácido Domingo de antaño, el de no hace tanto, porque conservó bien la voz hasta muy tarde. Pero él parece no querer dejarnos con esas preciadas impresiones. Su opción es seguir cantando más y más. Le avalan los aplausos del público (que se le entrega ya desde la primera nota), y los contratos de los organizadores, buscando siempre colgar el cartel de “No hay entradas”. 

Sin embargo, desde 2016, medios tan relevantes como el New York Times, van aconsejándole la retirada. Porque su nombre, su prestigio, se está enturbiando a base de actuaciones como las del pasado miércoles. A pesar de esa sabiduría que muestra para decir, para expresar, incluso para hacer de la necesidad virtud. ¿Cuál de sus tres parejas (que no tuvieron, por otra parte, un día bueno) podrían, ni siquiera ante una voz tan mermada, darle una réplica a su altura? No toca, en fin, entrar en más detalles, con todo lo que ya se ha dicho.

Foto: MIGUEL LORENZO.

Sí que es preciso, porque en la sala estaba la presidenta del nuevo Patronato de Les Arts, Susana Lloret, y el que será, a partir de enero, nuevo director artístico del recinto, Jesús Iglesias Noriega, mencionar el estado en que se encuentra el principal activo de la ópera valenciana: su orquesta. La formación que escuchamos el día 19 tampoco sonó como acostumbraba a hacerlo. Lleva demasiado tiempo sin nadie en el timón, y sin cubrir las vacantes de plantilla, debido al descuido de los dirigentes y a las apreturas económicas. Se trata de la mejor orquesta de foso que había en España. Por eso resulta necesario enderezar la situación colocando al frente, y lo antes posible, a un titular capaz de ilusionar a los músicos, así como alcanzar un presupuesto que permita cubrir las plazas vacantes. Todavía se puede recuperar la excelencia que se tenía hasta hace bien poco.

Hablamos de una de las pocas agrupaciones orquestales de este país que ha llamado la atención dentro y fuera de nuestras fronteras. Sin embargo, y salvo algún momento aislado, consiguió aburrir hasta el infinito en su última actuación.

Una pena.  

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