VALÈNCIA. Estamos atravesando momentos difíciles que especialmente tendrán un impacto socio-económico de calado en España, pero también en Europa y el resto del mundo. El coronavirus está cambiando las bases del capitalismo, el cual podría ya no existir tal y como lo conocemos. Varios asuntos a tener en cuenta deberíamos de tratar para ver la 'pegada' de esta afirmación.
Lo primero son las diferencias políticas y de gestión de los países del norte respecto de los del sur. Esto me recuerda, en el ámbito histórico, que los países del Mediterráneo tienen una mayor herencia del antiguo imperio romano donde tras someter a un nuevo territorio, no sólo cogian lo que querían sino además los sometían con impuestos 'de por vida' que debían pagar a Roma. Los vikingos, sin embargo, más prácticos, tan sólo cogían lo que querían y se volvían a sus frías tierras del norte; permitiendo que aquellas precarias economías se reconstruyeran.
En los países mediterráneos, parece que nuestros políticos tienden a robar lo que pueden, someternos con impuestos y añaden una muy mala gestión de los mismos, recordando a un Senado romano en disputas continuas en la época de la decadencia del imperio. Pues con eso nos hemos quedado. Esto tiene un impacto negativo en el crecimiento económico. Por el contrariom vemos países como Holanda, Dinamarca, Alemania, Noruega… donde -aún en algunos casos cargando impuestos superiores a la población-, la gestión de esa recaudación es de una calidad muy superior.
Los países del sur se caracterizan por destinar los recursos a las inversiones equivocadas. Además, ahora -y debido a la presente situación de crisis por el Covid-19-, veremos para desgracia de muchos como los gobiernos y estados crecen en tamaño. Y el problema está en que -más allá del debate de si los impuestos deben ser más altos o más bajos- que esa recaudación se destine a mejorar la productividad y la actividad económica; cosa en la que los gobiernos del sur no son competentes.
De hecho, esta es una lacra de larga duración. La política en estos países es un desastre desde hace mucho tiempo. Incluso, y en lo que a nosotros nos respecta, el imperio español tuvo una gestión bastante buena al principio, pero en los siglos XVIII y XIX la gestión fue desastrosa. Y estas son cosas que parece no hemos abandonado.
Esta crisis está provocando que los gobiernos escalen. Vemos que quieren ayudar tanto como puedan y la participación del estado aumentará en empresas y ciudadanos; para lo cual se elevará la deuda de los estados de manera considerable. Esto requeriría de de una gestión impecable, pues serán los ciudadanos quienes paguen esa deuda. Y probablemente -más allá del coronavirus-, ahora nos viene un tsunami económico que debería ser bien gestionado por un gobierno en el que los ciudadanos podamos confiar. No creo que sea el caso de España.
Necesitamos responder a la pregunta de qué tipo de sociedad queremos, y un gobierno que dirija la crisis en esa dirección. Respecto a este tema, ahora deberíamos ser vikingos. Otro asunto es cómo nos financiamos y quién paga esa deuda. Europa tiene mecanismos para financiar a los estados miembros.
Los países sur que no tienen margen para emisiones de deuda y tendrán que pasar por el aro si quieren financiarse (cosa que en mi opinión es mejor). Los coronabonos están descartados de momento -quizás en un futuro se implanten pero por ahora técnicamente no son viables-, así que sin margen para endeudarse tendrán que hacerlo sólo si cumplen las reglas de los del norte, si son ellos quienes prestan el dinero.
El motivo de que los coronabonos se descarten es porque los países del norte, que son ahorradores netos, deben prestar el dinero a los del sur; pero claro, si lo prestan los deudores deben dar explicaciones de en qué lo van a gastar y quién va a pagarlo. A nuestro gobierno -al de Italia también- no les interesa dar explicaciones pues ha quedado demostrado la mala trayectoria de gestión, con lo que prefieren los 'coronabonos' donde su gestión quedaría encubierta. Un motivo por el cual se ha descartado y Europa no acepta sus peticiones. Tendrán que pasar por el aro.
En esta situación de agrandamiento del estado, el capitalismo pierde fuelle, y nos enfrentamos a una etapa de estanflación con bajo crecimiento e inflación. Una muy mala combinación. También hay que tener en cuenta que España contaba con el sector estratégico del turismo que está KO. Y la caída del PIB va a ser brutal, con lo que habrá que reinventarse. Del mismo modo, muchos sectores dependen del petróleo y este está roto también dejando hueco a un desastre monumental en la industria, pero el turismo indirectamente se ve afectado por el descalabro del petróleo de forma muy agresiva.
España dependa del turismo en un 20% del PIB entre directo e indirecto grosso modo, así que el impacto va a ser enorme. Y solo vía deuda e impuestos se puede sostener una reestructuración. El problema para España es que tiene deudas del 113% del PIB mientras que, por ejemplo, Alemania y Holanda del 70%. Nosotros no tenemos margen, con lo que es necesario un amplio empobrecimiento social para compensar la incapacidad de endeudamiento, y aún si el norte decide financiar a precios bajos no deja de cargarse eso a la sociedad, así que el camino es claro: empobrecerse.
Las medidas de empobrecimiento son justas para el norte y obligadas para nosotros. Es una pena pero desde la crisis del 2008 los gobiernos -da igual el color- no han hecho más que aumentar la deuda, mientras que el sector privado se ajustó. La suma de las dos partes en 2019 era menor que en el 2008 pero gracias al ajuste privado, que fue más agresivo que el incremento del público. Ahora le toca al público y eso lo vamos a pagar todos empobreciendo al país.
Es triste pero necesario conocer el impacto de las medidas que toman nuestros políticos y dónde nos llevan más allá de la ideología que uno tenga. Ser más de derechas o de izquierdas no es malo si se gestiona bien, más impuestos o menos no es malo si se gestiona bien y así un largo etcétera, lo malo es cuando se gestiona mal.
Y sobre esto pende la necesidad de ayudar a un sector como el turístico con ideas brillantes que entiendo nuestro gobierno no va a aportar, y en las que hay que perder algo para ganar la batalla del medio plazo. No es sólo la pérdida de empleo sino salvar nuestra economía por el enorme peso que tienen este sector en España. Así mismo, con nuevos brotes del virus y una lenta implementación de medidas para retomar la actividad -e incluso aún haciéndose-, la economía no va a volver a la normalidad en mucho, mucho tiempo.
En fin, siento el pesimismo de mi opinión y espero estar equivocado, pero si no al menos es bueno conocer en qué entorno nos movemos y cómo nos afectan nuestras decisiones.
José Iván García es cofundador de Kau Markets EAFI