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EN PRIMERA PERSONa / OPINIÓN

Por un año nuevo de normalidad

Foto: KIKE TABERNER
29/12/2020 - 

En unas horas dejaremos atrás el año que cambió nuestras vidas, el año en el que aprendimos a relacionarnos desde la distancia, a saludarnos sin abrazos, en el que nos vimos obligados a parar nuestra vida para salvar vidas. Acaba por fin el año en el que las calles se llenaron de silencio y los balcones de aplausos. Termina por fin el año de la pandemia. Termina, también, el año en el que ante esta gran crisis sanitaria fuimos capaces de sacar lo mejor de cada uno de nosotros y nosotras: ejercimos (y ejercemos) la solidaridad, la resiliencia y la responsabilidad individual en beneficio del bien colectivo.

Creo que la gran mayoría de nosotros secundaría la afirmación de que 2020 ha sido un año ‘para olvidar’. Pero quienes me conocen saben bien que soy optimista. Y hay también muchas cosas de este año que no quiero olvidar, como a todas aquellas personas que en los peores momentos de la crisis sanitaria nos ayudaron a que pudiéramos seguir adelante: personal sanitario, fuerzas y cuerpos de seguridad, personal de limpieza, transportistas, comerciantes, personal de la administración que hizo posible que desde los ayuntamientos pudiéramos articular ayudas sociales o el escudo social impulsado por el Gobierno de España.

Son muchas las personas que merecen nuestra gratitud y reconocimiento este año, quienes  han estado en primera línea para frenar al virus o quienes han prestado su ayuda para ayudar al otro. Las voluntarias y voluntarios merecen también nuestro recuerdo, todas las personas que realizaban compras a los colectivos en situación de riesgo para que pudieran permanecer en sus casas durante el confinamiento, quienes convirtieron su casa en un taller para tejer mascarillas o equipos de protección para los hospitales. Y ante todo, si hay alguien a quien no debemos olvidar es a las víctimas, a las personas que perdieron la vida por este maldito virus, a esas familias que no pudieron acompañar a sus seres queridos y a las que tampoco pudimos dar consuelo.

Foto: KIKE TABERNER

La covid nos arrebató durante este año a más de 2.700 valencianos y valencianas, la inmensa mayoría personas mayores. Cerca del 85% de los fallecidos eran personas de más de 70 años. Son los más vulnerables, quienes más han sufrido y serán los primeros que reciban la vacuna. Hace apenas unas horas comenzaba la vacunación en siete residencias de la Comunitat. Batiste en la Comunitat y Araceli en España son los primeros vacunados, son el símbolo del principio del fin de esta pesadilla.

Puede que jamás olvidemos este ‘annus horribilis’. Pero de este horror que estamos pasando me quedo con el recuerdo de la gran responsabilidad mostrada las valencianas y valencianos para ayudar a contener la pandemia, con la solidaridad y capacidad de nuestra sociedad de trabajar por el bien común. Y ante todo me quedo con la esperanza que ha llegado los últimos días del año en forma de vacunas, me quedo con la esperanza de empezar un año en el que poder disfrutar sin restricciones de reuniones familiares, del deporte, de la cultura, de nuestras fiestas populares, de ver de nuevo la ilusión de las niñas y niños al paso de las Cabalgata de Reyes. Me quedo con la esperanza que nos ha regalado la ciencia y nuestro sistema público de salud de poder ‘vivir’ de nuevo.

Foto: KIKE TABERNER

La investigación científica nos permite emprender el camino hacia un 2021 de esperanza: la esperanza de recuperar por completo la actividad económica valenciana y los empleos perdidos, de que vuelva el turismo tan necesario para nuestra Comunitat. La esperanza de recuperar nuestra añorada ‘normalidad’ social. La esperanza en la reconstrucción económica y social que también nos llega de la mano de los Presupuestos Generales del Estado para 2021, con una apuesta inversora de más de 1.200 millones para la Comunitat, con más inversión en sanidad, dependencia y protección social.

La confianza que hemos mantenido en la ciencia nos lleva hacia un año nuevo donde la normalidad sea de nuevo nuestra realidad. La esperanza que nos acompañó durante las peores semanas de confinamiento nos lleva ahora a vislumbrar un año nuevo que sea simplemente normal.

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