AÑO NUEVO MUSICAL

Propósitos de año nuevo: no te vayas de 2018 sin fingir que vas a cambiar

Está tan cerca el año nuevo que es inevitable empezar a plantear cuáles serán los propósitos más adecuados para encarar 2019

20/12/2018 - 

VALÈNCIA. Sabes que ha llegado la hora de los fastos de Navidad porque el día a día se adorna con grandes y pequeñas mentiras que todos toleramos con una indulgencia impropia de cualquier otra época del año. No se refiere uno a las dos confabulaciones principales, esas que estructuran el mapa de todo lo que sucede estos días y hace tan felices a niños y niñas como a comerciantes de todo pelaje; la del gordo de los paganos y la de los monarcas del centro comercial quedan al margen porque entran en el territorio de lo obvio y de la fe. Uno se refiere más bien a esas pequeñas veleidades que se permiten porque, en fin, la guardia pretoriana de la Navidad de los viejos tiempos y de las películas de Antena3 se asegura en todo momento de que nadie se baje del tren y diga que el anuncio de Campofrío es un caballo de Troyacuñado.

Pero la gran andrómina de la Navidad es la de fingir que aceptamos la imbecilidad que no permitimos el resto del año. Se nos enternece el corazón, extorsionado por el colesterol de un puñado de polvorones y unos cuantos villancicos mal entonados y con olor a champán. Nos reímos de los chistes que no nos hacen gracia, abrazamos al cuñado en Nochevieja e interpretamos con devoción aquello de “es justo lo que quería” en el momento del intercambio de obsequios. Se trata, por encima de todo, de fingir que somos mejores personas. Fingimos que nos importan los propósitos de año nuevo de los demás, como si que tú quieras aprender inglés de una vez por todas en 2019 le importara a alguien. De hecho, ya fingimos con nosotros mismos: aparentamos creer nuestras propias aspiraciones vitales para el año nuevo. 

Sin embargo, enarbolando bien alta la bandera de la contradicción, ahí van seis propósitos para el nuevo año musical valenciano. Intentarlo lo suficiente como para que a todo el mundo se le olvide será más que suficiente.

Acabar con la autocomplacencia de la escena

Este es uno de los propósitos más difíciles de conseguir. Misión imposible, casi. Uno de los más ambiciosos. Una especie de ‘Dejar de fumar: el musical’ en 2019. Puestos a fijar objetivos imposibles que, además, no importan a nadie, hagámoslo a lo grande. Abandonar -en la medida de lo posible- la autocomplacencia de la escena musical valenciana sólo traerá una relación más sana con la realidad; y eso se nota por fuera, que decía aquel anuncio de productos lácteos. La autocomplacencia en el músico y en la banda, pero también en la promotora de conciertos, en el periodista o cronista y, en última instancia, en el público. Sería un detalle que todos lo hiciéramos.

Una ley definitiva para los bares culturales

Este propósito es, en realidad, el más propósito de año nuevo de todos. En su esencia tiene lo más importante:arrastrarlo del año anterior (y, si es posible, del año anterior al año anterior). El curso 2019 ha de ser el definitivo para encajar legalmente la programación de actividades -especialmente, en este caso, de conciertos- de todos esos bares que vertebran la cultura en València. Ayuntamiento y ABACU (Asociación de Bares Culturales) han de alcanzar un consenso tangible que permita alcanzar una solución cultural satisfactoria y real para la ciudad en 2019.

Dejar de querer ser amigo de los músicos

Y ya que nos ponemos con la autocomplacencia, en el apartado crítico musical no estaría de más echarle un vistazo directamente a la complacencia. Un buen propósito para el nuevo año podría ser el de no permitir que nuestras palabras -y nuestra arrogada responsabilidad crítica- se vean afectadas por nuestro secreto y natural deseo de abrazar la fama de los demás y disfrutarla de forma subsidiaria. Independientemente de si es cierto aquello de “más falso que el abrazo de un músico”, sería un objetivo muy digno para 2019: no olvidar jamás cuál es el papel del periodista -que, yéndose al otro extremo, tampoco ha de ser protagonista- y su relación profesional con los músicos de los que escribe.

Evitar las comparaciones con Madrid y Barcelona

Muy relacionado con el primer propósito está la otra joya de la corona. El “en 2019 volveré a ir al gimnasio que llevo un año pagando”, pero con melodía. Madrid es Madrid y Barcelona es Barcelona. La cadena lógica dice, por tanto, que València es València. Teniendo presente esto, el propósito de año nuevo está muy claro: olvidemos las comparaciones con Madrid y Barcelona. Cuando uno toma conciencia de sí mismo es cuando puede empezar a cambiar lo que menos le gusta. “Si esto lo hubieran hecho en Madrid”… pues seguramente no pasaría nada porque habría 35 grupos más haciendo lo mismo. Si la cuestión es trascender, uno no puede hacerlo desde el complejo continuo.

Parar de invitar a la gente a que le guste tu banda en Facebook

Entrando en propósitos que parten del apartado musical, pero que extienden su ascendencia hasta casi cualquier ámbito social de la convivencia, encontramos uno de los objetivos que más aplausos debería levantar entre el respetable. Reducir hasta el mínimo las peticiones de amistad en Facebook que van acompañadas de una invitación instantánea a la página de tu banda: nos haría a todos más ligero el día a día. Propósito colectivo para el año nuevo: no cruzar límites que socialmente son muy difíciles de revertir.

Permitir que a las personas les guste (o no) lo que consideren

Hablando de no cruzar límites: otro buen propósito para la nueva temporada de la serie de tu vida podría ser el de permitir que a la gente le guste lo que considere. Y que no le guste. También sería un detalle proponernos que las personas manifiesten públicamente sus gustos o sus fobias sin que eso nos irrite. En este sentido, y para ir entrenando la lista de géneros que nos parecerán demasiado mainstream y los grandes músicos que -por desgracia- desaparecerán en 2019, permitamos que a la gente le gusten las cosas con la intensidad fan que consideren y cuando consideren. Pero, calma: en nuestro fuero interno, el rincón más remoto de nuestro ser -ese en el que nos sentamos en el suelo abrazando nuestras propias rodillas mientras nos balanceamos ligeramente-… podemos seguir pensando que nosotros somos los verdaderos fans de David Bowie.

Tratar de no perturbar el concierto de los demás

Este es un propósito que arrastramos desde hace mucho tiempo. Seguramente incluso desde antes de que alguien subiera a YouTube este vídeo de Jeff Tweedy en 2006.

Y de que JarvisCocker mandara callar a alguien del público en 2002.

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