ALICANTE. ¿Pueden los datos de tu teléfono móvil contribuir a hacer del mundo un lugar mejor? La ingeniera alicantina Nuria Oliver, directora de Investigación en Ciencias de Datos en Vodafone y chief data scientist en la organización DataPop Alliance, cree que sí. Y así lo expuso este viernes durante la conferencia que impartió para inaugurar el nuevo punto UOC de la Universitat Oberta de Catalunya en el coworking ULab de Alicante.
Los datos anonimizados o metadatos del uso de los teléfonos móviles (quién llama a quién, cuándo y desde dónde) pueden emplearse, según explicó Oliver, en situaciones como catástrofes naturales, para predecir los desplazamientos de población. O, tal como ha hecho la marca africana de Vodafone, para establecer un patrón de contagio de la malaria en Mozambique. Es lo que la alicantina llama 'Big Data para el bien social', que es el objetivo de la asociación DataPop Alliance de la que forma parte.
"Hay 5.000 millones de personas que usan móvil, es una tecnología con un índice de penetración de entre el 90 y el 120%", enfatizó Oliver. "Pasamos más tiempo con nuestro móvil que con cualquier otra persona, y es una revolución global, que también se da en los países en vía de desarrollo". Unos móviles que, además, son "mucho más potentes que los ordenadores que nos llevaron a la luna". Gracias a esta tecnología, que ha dado origen a las 'ciencias sociales computacionales', "podemos medir la movilidad o los gustos de una ciudad entera".
El tipo de datos que se necesitan para estos modelos, según Oliver, no necesitan 'conocer' a la persona, dado que se trabaja con "cuándo sucede, qué telefonos intervienen, encriptados, el identificador de la torre de cobertura A, el identificador de la torre de cobertura B (solo si el receptor es del mismo operador), y la duración". Se recopilan llamadas y SMS, los datos de facturación de la empresa, de forma que no es necesario que el usuario tenga un smartphone, lo que permite ampliar el radio de trabajo a los países en desarrollo, como explicó la ingeniera. A partir de estos metadatos, se puede medir la intensidad de uso, los modelos de red social, la movilidad a gran escala...
Las aplicaciones de estos modelos van desde los desastres naturales, como por ejemplo estimar el número de personas afectadas en los terremotos de Haití y Nepal, al control de las emisiones de CO2 (de hecho, Vodafone colabora con una empresa de autopistas para medir la intensidad del tráfico en sus vías con este objetivo). Pero también hay proyectos en marcha en áreas como la inclusión financiera, los estudios urbanos ("tenemos una dinámica predictiva del crimen más certera que la que se elabora con los datos del censo", explicó), la salud pública (gripe A o malaria), energía, transportes... y los estudios de población. "Hay una pequeña revolución en las oficinas de censo porque con estos datos ganan en eficiencia".
En estos momentos, Oliver participa en dos proyectos de Big Data para el bien social, según detalló. El primero, relacionado con la salud pública, en colaboración con Southampton y con el apoyo de las fundaciones de Bill Gates y Bill Clinton: se trata de usar los datos para entener la propagación de la malaria y cómo afecta la movilidad de los infectados en Mozambique. El segundo, denominado Mpesa, es un proyecto que ya tiene diez años y que permite realizar transferencias de dinero vía SMS a personas sin cuenta corriente. "Con un móvil como los antiguos Nokia, no necesitan un smartphone".
La aplicación de todas estas posibilidades, obviamente, tiene aún importantes barreras, que impiden que los resultados de una investigación se conviertan en resultados operativos. "Esas barreras se hicieron muy evidentes en la última crisis del Ébola", lamentó Oliver. La primera es interna, puesto que "no hay muchas empresas que tengan un departamento dedicado al bien social, a lo sumo, a la RSC, que va por otros derroteros". Y luego, las barreras técnicas: "los estudios se hacen con un operador, que como máximo tiene un 40% de la cuota de mercado, y luego hay mucha población sin móvil, como niños o ancianos". Además, "necesitas distintas fuentes a la vez para un mismo espacio, y por último, resulta difícil establecer la causalidad más allá de la correlación". Es decir, "cuando pasa X, pasa Y, pero no puedo concluir que Y sucede por X".
Otros retos que tienen que afrontar estas investigaciones son los puramente éticos y los relativos a la privacidad y la seguridad de los datos. "Todas las empresas deberían establecer un código ético, y todos los trabajadores conocerlo y firmarlo". Asimismo, la ingeniera alicantina identifica un reto económico: "Aunque sean por el bien social, las investigaciones no pueden ser gratuitas, porque si no dejan de ser sostenibles". A su juicio, un proyecto debe cumplir cuatro premisas para ser sostenible en el tiempo: ser legal, ser socialmente aceptable, basarse en un modelo económico viable y ser factible.