VALÈNCIA. Las duras restricciones adoptadas el pasado 21 de enero por el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, tras la reunión mantenida con sus socios del Botànic en la Comisión Interdepartamental contra la covid-19 han empezado a dar sus frutos. Este martes, por segundo día consecutivo, la incidencia de casos por cada 100.000 habitantes se situaba por debajo de 1.000, después de que el pasado 27 de enero alcanzara su cota máxima desde el inicio de la pandemia con 1.459.
Así, aunque el citado indicador se encuentra todavía en 965 y es el más alto de España, el descenso de contagios e ingresos hospitalarios señalan una mejoría constante en los últimos días que, no obstante, sigue quedando oscurecida por la alta cifra de fallecimientos, 104 este martes.
En Presidencia de la Generalitat reflexionan sobre los próximos pasos a seguir. Puig y su entorno coinciden en la necesidad de no cometer otro error como el ocurrido en Navidad, cuando descartaron endurecer las restricciones para guardar el equilibrio económico y no dañar el comercio y la hostelería. Las fatales consecuencias han replanteado las posiciones en el debate interno del Palau con una prioridad: prudencia a la hora de tomar decisiones sobre la desescalada.
Así, las fuentes consultadas por este diario próximas a Puig casi descartan ya que la totalidad -o al menos el grueso- de las medidas vigentes hasta el 15 de febrero no se prorroguen, al menos, dos semanas. De esta manera, sería en el mes de marzo cuando se podría vislumbrar alguna suavización de las restricciones si la incidencia ha bajado hasta números asumibles.
Ahora bien, desde el entorno de Puig admiten que, llegado ese momento, la intención será iniciar una desescalada "lenta" y "progresiva". Una de las medidas que se contemplan para ese momento es la reapertura de la hostelería pero solo al aire libre: las terrazas. Si las cifras se mantienen en una tendencia positiva -la inmunidad de la vacuna puede empezar a ayudar también en ese momento- se darían más pasos aperturistas en esa línea.
Otra de las grandes dudas es, cuando llegue ese momento, qué hacer con las reuniones de no convivientes en domicilios. En la hostelería, se defiende incluso la apertura de bares y restaurantes antes que levantar esa prohibición, dado que argumentan que en sus locales existe la capacidad de las autoridades de controlar el cumplimiento de las restricciones, algo mucho más difícil cuando se habla de los hogares de la ciudadanía. ¿Podría ocurrir que se abrieran las terrazas de la hostelería pero todavía se mantuviera esa limitación en las reuniones de no convivientes? Nada es descartable.
Más allá de este debate y, antes de tomar una decisión, Puig deberá analizar con la Conselleria de Sanidad, con su grupo de expertos -con los que suele reunirse semanalmente- y posiblemente con sus socios de gobierno, en qué punto se encuentra la evolución de la pandemia y la presión hospitalaria. Ahora bien, deberá concretar la decisión de la prórroga de las restricciones esta misma semana, puesto que las medidas adoptadas caducan el día 15.