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EL INVERSOR ESTÁ DESNUDO / OPINIÓN

¿Qué le espera a España?

16/12/2020 - 

 En España estábamos mejor de lo que creíamos, y se notaba. Al menos, así lo atestiguaban una batería de datos milagrosos y también la percepción de nuestros vecinos. Muchos de estos datos son estructurales, pero afectan poco a nuestro día a día: somos líderes mundiales en gestión de infraestructuras y energías renovables, por ejemplo, pero el impacto no es muy palpable en nuestra vida cotidiana.

También la percepción de otros países sobre nosotros (Pew Research) es buena: tenemos un buen conjunto de fortalezas cualitativas, más allá del turismo (seguridad ciudadana o escuelas de negocio, por ejemplo). ¡Es tan buena que mejora la nuestra propia! Un saludo desde aquí a los creadores de opinión (grandes y pequeños) que no paran de vendernos lo mala que es España.

Y quizá soy yo, pero tengo la sensación de que nuestro mejor momento ha quedado atrás, al menos durante unos años. Como las sensaciones pueden llevar a error, vamos a tratar de hacer el (difícil) ejercicio de juzgar qué le espera a nuestro país basándonos en algunos indicadores extremadamente simples.

Los jóvenes 

Si queremos ver el futuro, miremos a los jóvenes. La juventud tiene toda la energía, sólo necesita inspiración para despegar y un buen entorno para prosperar. El mejor indicador para entender su situación es el desempleo juvenil (<25 años):

Esto es lo que vendrá. Con un 40% de jóvenes desempleados (y un 55% no hace mucho), tenemos una fuerza laboral que se devalúa cada día, dejando pasar el tiempo sin acumular experiencia. Si desglosáramos entre los que tienen estudios superiores, los que emprenden, etc. tendríamos una imagen aún más clara, pero baste decir que mejorar las actitudes hacia el emprendimiento (incluso hacia el autoempleo) podrían solucionar el problema de tres maneras:

  • no hay mejor máster que emprender,
  • es relativamente fácil ganarse la vida en un oficio que solucione un problema real, y
  • un porcentaje se convertirá en creador de empleo.

Los salarios

Los salarios son la segunda ficha del dominó de la economía (la primera es el emprendimiento). Si los salarios suben, la sangre de la economía puede circular y la prosperidad se reparte a través del consumo y la inversión.


Como queda bastante claro, llevamos una década con los mismos salarios medios. Pero si los salarios están estancados, hay que incentivar consumo e inversión eliminando trabas y ofreciendo estímulos. Aquí, el papel del salario mínimo es clave: cuando se impone un SMI más alto, los desempleados más vulnerables quedan marginados de la fuerza laboral, justo lo contrario de lo que se persigue.

¿Por qué? Porque los que tienen pocos conocimientos y poca experiencia sólo tienen una manera de competir contra otros desempleados mejor preparados: trabajando por menos paga para conseguir el empleo y la experiencia que necesitan. Si un SMI demasiado alto le impide competir, no sólo le impide trabajar: agrava su falta de empleabilidad y le condena a vivir de ayudas. Esto es un drama social.

Hipotecas aprobadas


Los datos son correctos. La caída del 80% en las hipotecas aprobadas mensualmente no levanta cabeza. ¿Quién va a comprar las casas? ¿Con qué dinero? Ya han visto el desempleo juvenil y la evolución de los salarios. Si a esto añadimos que los criterios de aprobación de los bancos son mucho menos permisivos porque las reservas que les exige la nueva regulación son muy superiores, el resultado es el que vemos.

Con un sector inmobiliario vegetativo, en nuestro país no se crece. Y al ser el sector que más efecto multiplicador tiene, es como llevar nuestro motor principal apagado.

En resumen

La nueva hornada que llega al mercado laboral no tiene demasiada experiencia, y sus expectativas laborales no son muy halagüeñas. Los bancos no pueden (ni deben) prestar si no hay solvencia, con lo que el sector inmobiliario difícilmente recuperará su antigua pujanza (necesita multiplicarse por 6).

Espacio para la sorpresa

Parece que no tenemos un caldo de cultivo para un crecimiento sano, pero no podemos dejarlo así. Es más fácil explicar por qué algo saldrá mal que ponerse a trabajar, y no queremos ser parte del problema. Vamos a mostrar la otra cara de la moneda, la que puede convertir a España en un país competitivo y saneado.

Tenemos un amplio colchón de seguridad

No sólo ahorramos: ahorramos mucho. En azul (eje izquierdo) se puede observar cómo nuestra tasa de ahorro es muy superior a la europea, incluso tras el shock del coronavirus. Esto nos sitúa en una posición muy cómoda para enfrentar crisis largas, algo inconcebible para nuestros vecinos europeos (y no hablemos de los americanos).

Nuestra tasa de propiedad de viviendas sigue siendo alta (76%), lo que tiene dos fortalezas: protege frente a la inflación (ojalá tengamos ese problema) y es un activo capaz de producir ingresos extra. Y nuestras redes familiares son muy sólidas: Algo también inconcebible desde otros países es que tengamos las tasas de paro que tenemos y no estemos en guerra. La respuesta es sencilla: los padres echan una mano.

Tenemos una enorme economía sumergida

Sí, tan grande que según las estimaciones podría rondar el 15% de nuestro PIB. Y hay un ciclo perverso: la economía sumergida aumenta con la presión fiscal, así que la recaudación baja… y se vuelven a subir los impuestos. ¿Por qué es potencialmente una ventaja?

Porque los métodos para aflorar ese PIB, aunque fuera en parte, existen y funcionan. En crisis, lo lógico sería bajar impuestos para desahogar la economía y aumentar así la recaudación, reduciendo además el incentivo a la economía sumergida. ¿Por qué no va a funcionar en España, aportando un viento de cola adicional?

Por desgracia, dicen los políticos que las economías son todas distintas. Si se equivocaran (podría ser), la generación de prosperidad sería automática porque el incentivo a cotizar sería superior al de defraudar para algunos de los que ahora no lo hacen, y esto es clave, no necesitamos llevar a cero la economía sumergida.

Y somos emprendedores

Al menos, más emprendedores que Italia o Alemania. Esto puede sorprendernos, pero son los datos y creo que es una magnífica noticia. Otro aspecto más donde la narrativa victimista de algunos medios y películas (el español no emprende, no hay oportunidades, todo es mejor en otros países) no puede con el espíritu de quien quiere prosperar.

El éxito de un emprendedor depende en buena medida de reunir todas las piezas del puzzle: una demanda existente que cubrir, un producto o servicio que la cubra, un buen mensaje que lo comunique y una forma eficiente de entregar la solución. Todo ello conectado con la financiación necesaria y gestionado con cierta prudencia.

Y estamos demostrando que lo tenemos: la iniciativa privada está generando ecosistemas para las empresas en fase temprana, como hace Juan Roig en Valencia, y que se han convertido en referente mundial. Empiezan a llegar los primeros éxitos, y el ruido empieza a generar el círculo virtuoso que hace falta para que tomemos la iniciativa y nos demos cuenta de que si queremos oportunidades, las hemos de crear nosotros.

Alejandro Martínez es socio director de inversiones y cofundador de EFE & ENE Multifamily Office

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