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GRAND PLACE / OPINIÓN

Resaca de una noche de verano… Guess a kiss!

20/08/2019 - 

VALÈNCIA. No, no es la comedia que Shakespeare escribió en El sueño de una noche de verano lo que les voy a contar. Es la resaca de una noche de verano en que se va a convertir esta tragedia del Brexit. La tropelía se cometió hace dos días, en pleno domingo/findepuente de la Virgen de Agosto -que me hago un lío si es de la Ascensión o la Asunción o de quién es el diminutivo de Susi/Sunsi-.

Pues, bien, en plena canícula veraniega, el Gobierno británico, encarnado en la persona de Steve Barclay, Secretario de Estado para el Ministerio del Brexit, firmó el domingo 18 de agosto la revocación de la Ley de 1972 por la que se aprobó la entrada del Reino Unido en la entonces Comunidad Económica Europea -recuerden, la CEE de la etiqueta en las camisetas-. Traducido, que ya se ha firmado la ley y que se hará efectiva a partir del 31 de octubre. Y que esta ley -Act, en inglés- dice que el Reino Unido toma el control absoluto su legislación y que ya no será aplicable ninguna norma de la Unión Europea. Que vuelven a las leyes de 1972, ¡vaya!

Y todo esto pasaba a la chita callando justo el mismo día en que todo el mundo se alarmaba por un documento que se había filtrado desde el sector británico que no quiere irse de la Unión -la europea- y que alertaba de los posibles desabastecimientos de medicamentos en farmacias y hospitales el día después de la salida. No es nuevo. Ya hace tiempo que el sector industrial y comercial está sobre-abasteciéndose de productos que cruzan el canal de la Mancha en previsión de que no lleguen al supermercado a tiempo. Eso, para los no perecederos. Que se olviden de las naranjas valencianas. 

 

Porque el dantesco espectáculo de colas de camiones atascando el puerto de Dover a la espera de pasar los controles de aduana y la inspección sanitaria bajo la normativa europea ya lo han adivinado desde el gobierno británico hace tiempo. Como cuando tu novio te decía por teléfono -cuando antes se hablaba por teléfono con el novio…-: “Guess a kiss”. Bonito donde lo haya. Pues sí, pero no han adivinado el beso, sino el desastre. Y han hecho negocio con ello…

¿Lo cuento? Ahí va. En previsión de un aumento del tráfico marítimo, el ministro de transportes adjudicó el pasado diciembre el lucrativo negocio del transporte de mercancías por el Canal a una empresa. Trato: la compañía adjudicataria, Seaborne Freight, casualmente no tiene ferrys ni ha tenido ninguna experiencia en este negocio. Es más, se creó en 2017 anunciando en su objeto social que “planeaba” dedicarse a los transbordadores entre puertos británicos y belgas. Ante tamaño escándalo, antes de dos meses el contrato fue cancelado. Truco: la empresa pertenece a uno de los mayores donantes del partido conservador británico. ¿Gracioso?

No. Ilustres representantes actuales del gobierno británico lo vienen haciendo desde el Referéndum de 2016 que votó el pueblo británico a favor de su salida de la Unión Europea. Desde entonces, el diputado conservador y millonario británico, Jacob Rees-Mogg, azote de Theresa May y defensor a ultranza de un Brexit duro, ha ganado siete millones de libras en dividendos de su empresa Somerset Capital Management (SCM) que asesora sobre exportaciones a otros países de ultramar, por ejemplo. El doble que en años anteriores. Y no es el único… Lo contaba la prestigiosa cadena Channel 4.

Pero, ¿de qué nos tenemos que extrañar? Esto es un negocio cualquiera, como las crisis y las guerras. Hay que buscar la oportunidad. Y han tenido tiempo para prepararla. Porque no es nuevo. Tampoco se esconden. Desde la página web del Ministerio del Brexit -que tienen un ministerio ad hoc, oigan, para salirse de la Unión Europea- nos vienen informando detalladamente, no de las negociaciones con Bruselas para buscar/encontrar una solución razonable para todos -o no sólo-, sino para prever el escenario de una salida sin acuerdo. 

Esto es lo que han estado preparando desde hace más de un año los británicos, mientras Theresa May, su ex Primera Ministra, hacía el pariré por Europa. Y no hace falta adivinar un beso inglés. Porque lo que nos acaban de estampar sobre la nariz es un “beso escocés”, ¡un cabezazo en toda regla! Guess a kiss…

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