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CONVERSACIONES CULTURPLAZA

Rosángeles Valls: "Confiaba en que las artes escénicas iban a llegar más lejos en su profesionalización"

La coreógrafa aprovecha el estreno del último espectáculo de Ananda Dansa para echar la vista atrás y rodearse de su colaboradores íntimos

15/01/2020 - 

VALÈNCIA. Rosángeles y Edison Valls desmantelan Ananda Dansa habiéndolo conseguido prácticamente todo. Sus ganas y su impulso creador, sin embargo, aún no se han agotado. Muestra de ello es Âtman, el comiat, el espectáculo que estrenarán este fin de semana en Les Arts para despedirse del público y de los amigos íntimos que han rodeado durante más de 40 años de actividad incansable y lúcida. Valls pasa las horas de estos días previos al estreno en el patio de butacas, entusiasmada, cuidando todos los detalles. Es ahí donde consigue parar un momento y atender las preguntas de Culturplaza.

- Hablemos en primer lugar de Âtman, el comiat. La obra reflexiona sobre la violencia machista, pero en la sinopsis se sigue hablando de "amor". ¿Por qué?
- El amor es lo que debería mover el mundo. Âtman, el comiat habla de la violencia de género, que es un tema que tanto a mí como a todo el equipo nos conmueve. Todo el mundo que pueda debería hacer algo por resolver esa lacra: son 55 mujeres asesinadas y 46 huérfanos solo durante un año en España. Es algo tan indignante... Esto no puede continuar, y no somos nadie como sociedad si no nos levantamos y gritamos. Y ahí está el amor: el amor como sociedad y el amor por esas mujeres y niños que no podrán ser libres. El espectáculo va de la oscuridad de la luz: no vamos a maltratar de más al espectador ni a las mujeres. Nosotros mostramos lo que sucede para darle la mano a estas mujeres y decirles: "aquí estamos todas y todos para ayudaros (y ayudaros) a salir de esta". Es un espectáculo muy hermoso.

- Para esta obra te has rodeado de muchos amigos. Más allá del propio mensaje de la obra, ¿también querías repasar quiénes han sido tus cómplices durante todos estos años?
- Despedirse del público, que es el destinatario oficial de todas las obras, es esencial, pero también es muy importante que de esta despedida hagamos una fiesta de reencuentro. Y como tal, hemos querido reunir tanto arriba del escenario como abajo, una muestra de los que han sido nuestros aliados: bailarines, técnicos, el equipo artístico... Toda esa suma de talentos que nos han acompañado durante años y que han hecho que Ananda Dansa sea una compañía excepcional.

Foto: ESTRELLA JOVER

- Âtman, el comiat también está muy arraigado a la Comunitat Valenciana, especialmente a través del cant d'estil que sirve como vehículo oficial. ¿Es una reivindicación al hecho de que durante tantos años has podido hacer lo que más te ha gustado en tu tierra?
- En mi casa, sí, y lo hago con artistas que son todos valencianos: que viven, crean y trabajan aquí. Siempre decimos que València es una tierra de artistas, pero a estos artistas hay que generarlos, hay que mantenerlos y hay que provocarlos para que continúen creando... No viven de la nada.

Tenía muchas ganas de trabajar con música tradicional valenciana, el cant d'estil me llena de emoción, y este espectáculo de despedida era el momento perfecto para trabajar con Pep Llopis con música tradicional valenciana, repensada a una manera más contemporánea y adaptada a la orquesta. La dolçaina no existirá y los protagonistas serán los pianos, los violines, las trompas. Así, el sonido es distinto y se acerca mucho más a la contemporaneidad de Ananda, y para eso Jonatan Penalba es el intérprete perfecto. Y luego tenemos a Rebeca Valls, que es una actriz maravillosa y que pone en boca unos textos preciosos que ha escrito para nosotros Amparo Panadero. Las letras de canciones como el Bolero de la Estrella, el Bolero de l'Alcúdia o el Ú de Batre también las hemos cambiado para enfocarlas hacia la violencia de género. 

- Cuando Ananda Dansa empezó en los 80, había todo un país por hacer. Me pregunto si eso mismo convirtió aquella época en la mejor para crear.
- Pues según cómo lo mires... Por una parte, que hubiera un país por hacer también significaba que no hubiera absolutamente nada. También es verdad que había unos políticos como Ciprià Ciscar o la gente de la Dirección General de la Conselleria de Cultura (como Emilio Soler o Rodolf Sirera) que, como vieron que no había nada, pensaron que era importante construir las cosas.

Por otra parte, la danza contemporánea en aquella época era algo tan nuevo en toda España que mi trayecto natural era cruzar los Pirineos y actuar exclusivamente en Europa. En España, a nadie se le ocurrió programar danza contemporánea hasta la Expo de Sevilla de 1992. Y desde entonces, esto ha sido una batalla porque seguimos sin compartir al 50% el cartel con el teatro.

- Las artes escénicas ha sido uno de los sectores culturales que se han puesto más en pie de guerra con el cambio de administración. Dicen que el nuevo gobierno autonómico no les cuida lo suficiente.
- El problema es que teníamos muchas esperanzas. Llevábamos 20 años de PP súper duros, de aniquilamiento, y cuando llegaron 'los nuestros' pensábamos que esto iba a ser maravilloso. Pero ahí está la Administración, y ahí están los recursos... Hemos pasado una legislatura en la que algo se ha avanzado aunque ni mucho menos lo que todo el mundo esperaba. Ahora -evidentemente- la profesión se empieza a poner nerviosa y ya no vamos a ser tan pacientes como lo hemos sido hasta ahora, ni los de teatro ni los de danza.

Foto: ESTRELLA JOVER

- Tú explicas que clausuras la empresa pero no te cierras a seguir como creadora. ¿Qué significa eso exactamente?
- Edison y yo, en efecto, lo que vamos a hacer es cerrar la estructura empresarial, pero si a él le llaman para montar un espectáculo, seguramente lo estará deseando, igual como si me llamaran a mí. Lo que no vamos a ser ya es empresarios. Estoy dispuesta a colaborar con tantas compañías como haga falta y hacer tantos proyectos como se me sugieran porque yo soy una persona de esto y soy feliz con un escenario y con unos bailarines como los que tengo que son... la ostia. Soy feliz con ellos creando pero no es tan fácil que te llamen como generar tus propios proyectos. 

- Os despedís con 10 premios Max, la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, la Medalla de Honor del Consell Valencià de Cultura, un Premio Nacional de Teatro... No se puede aspirar a mucho más en el mundo de la danza. 
- Si lo miras por los premios, Ananda Dansa ha tenido muchos reconocimientos. Pero tanto a Edison como a mí nos hubiera gustado que nuestros reconocimientos hubieran estado más enfocados a seguir avanzando en la manera de crear espectáculos, en tener seguridad y tranquilidad, tener más posibilidades, cuidar mejor a nuestros bailarines... Queríamos un reconocimiento como los que se dan en Francia o en Bélgica: seguridad para aspirar a ser cada vez mejores.

- La última pregunta es algo personal, si me lo permites. Ahora que cierras una etapa vital importante, me gustaría preguntarte por el momento en el que, hace 40 años, decidiste dejar París para volver a València. ¿Lo volverías a hacer?
- Cree una familia, abrí una compañía, y tres o cuatro años después cerré dos escuelas de danza que eran propiedad mía y me daban de comer todos los días. Y me quedé sola, divorciada, con una hija y sin las escuelas. Y las cerré porque no me podía dedicar a la compañía y la docencia. Tuve que elegir si arriesgaba a quedarme en la calle con mi hija sin comer o solo me dedicaba a la docencia. Las dos cosas no podían ser porque Ananda Dansa, aunque no daba aún mucho dinero, ya era algo solvente y no era honesto estar en un lugar al que no le podía dedicar el tiempo necesario.

No me arrepiento de la decisión, y la volvería a tomar si supiera que todo iba a salir como ha acabado saliendo. Yo hubiera preferido que hubiera sido aún mejor. Yo confiaba en que las artes escénicas iban a llegar más lejos en nuestra profesionalización y nuestra implantación en la sociedad. Cuando me dieron la la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes me la dieron, no solo por mi trabajo en la compañía, sino también por mi lucha por la visibilización de la danza en las instituciones públicas. Me he implicado mucho en la política cultural y seguirá siendo así porque creo que es mi obligación. 

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