La comedia noir existencialista, creada, escrita y dirigida por tres brillantes mujeres, replantea radicalmente la premisa de un viaje en el tiempo en forma de bucle. Un argumento principalmente recordado en la cultura popular por la mítica película ‘Atrapado en el tiempo’
VALÈNCIA. La neoyorkina de origen judío Nadia Vulvokov muere el día de su 36 cumpleaños. Sus dos mejores amigas le habían organizado una bohemia fiesta para celebrarlo. Con su cinismo habitual, Nadia liga con el único hombre de la sala con el que al menos puede tener una conversación tan áspera como la suya. La noche no acaba bien, porque fallece atropellada por un taxi.
Sin embargo, la protagonista, interpretada por Natasha Lyonne, actriz conocida por su papel de reparto en Orange Is the New Black y por American Pie, vuelve a despertar de nuevo en el mismo instante de la fiesta en el que empezó la serie: en el cuarto de baño. Y así hasta 22 veces durante los ocho capítulos de esta obra de Netflix que tanto les recordará en su sinopsis a Atrapado en el tiempo.
Al igual que Bill Murray, a medida que muere una y otra vez, Nadia intenta desentrañar por qué esta ocurriéndole esto, en un viaje introspectivo en el que no encontrará la solución a base de cambiar su forma de ser exterior, como ocurría en Atrapado en el tiempo. El personaje deberá desentrañar sus fantasmas del pasado.
En este galimatías no se encontrará sola. A mitad de viaje se topará con otro personaje clavado en la misma encrucijada que ella: un joven con trastorno obsesivo-compulsivo llamado Allan (Charlie Barnett). Metódico hasta la saciedad (el polo opuesto a Nadia), Allan sufre un shock al recibir la noticia de que su novia de toda la vida decide cortar su relación porque ha conocido a otro hombre. Desde que Nadia y Allan se conocen de forma fortuita en un ascensor que cae sin control al vacío, comprenden que deben resolver juntos la disyuntiva.
Los traumas acumulados a lo largo de la vida de los dos protagonistas, por tanto, son la base del viaje interior de ambos personajes. Inevitablemente, y como ocurría en la popular película de los noventa, las consecutivas muertes dan el toque de humor a una serie más cerca, no obstante, del cine de Woody Allen, donde la gran parte de sus personajes protagonistas sufren algún dilema. En cierta forma, podríamos decir que Nadia es el alter ego, versión femenina, del famoso actor y director también judío. Eso sí, más politoxicómana que el creador neoyorkino. Siempre fumando y bebiendo, con sus adicciones Nadia parece estar pidiendo a gritos morir de una vez, cuando en realidad está intentando evitarlo. Una contradicción fascinante.
Por otra parte, Russian Doll bebe absolutamente de la narrativa de videojuegos. Tanto es así que la serie hace un inteligente guiño a estas aplicaciones de entretenimiento digital, con una Nadia que se dedica profesionalmente a la creación y programación de juegos para videoconsolas. Durante la serie vemos algunas escenas donde, de hecho, se construyen paralelismos entre el viaje real de los dos protagonistas y el videojuego más personal, creado por la propia Nadia, y que resulta contener un fallo: es imposible finalizarlo por completo.
El título, Muñeca rusa, en ese sentido resulta clave, puesto que el dilema de la serie en su conjunto debe ser resuelto a modo de capas de cebolla, hasta encontrar una salida que jamás ha sido explorada. Ambos personajes deben liberarse de aquellos traumas enquistados, resolverlos de una vez, en un magistral juego con forma de bucle existencialista.
La popular canción del film de Bill Murray, ‘I got you babe’ de Sonny and Cher, aquí es sustituido por el tema ‘Gotta Get Up’ de Harry Nilson, que también suena constantemente recordándonos el círculo vicioso en el que se encuentran, pero que cuya letra, da un sentido mucho más evidente al relato: deben despertarse una y otra vez.
Russian Doll ha sido creada, escrita y dirigida por tres mujeres que demuestran tener grandes dotes en diferentes ámbitos de la creación audiovisual. La serie una idea original de la propia Natasha Lyonne, junto a la guionista y genial comediante Amy Poehler, conocida por el gran público por su papel protagonista en Parks and Recreation. La tercera creadora, y la más joven, es Leslye Headland (Heathers: Escuela de jóvenes asesinos), que dirige además cuatro de los ocho episodios. La propia Natasha Lyonne, además de protagonizar la serie, ha dirigido el episodio final.
“¿Estas lista para dejar de morir? Hoy seremos libres”, le dice a Nadia su propio subconsciente. Porque, para resolver el rompecabezas, debemos empezar por nosotros mismos.
En plena invasión de culebrones turcos, Netflix está distribuyendo una mini-serie de este país que lo que emula son las grandes producciones de HBO. Historias muy psicológicas en las que todos los personajes sufren. El añadido que presenta esta es que refleja la división que existe en Estambul entre las clases laicas y adineradas y los trabajadores, más religiosos. Sin embargo, una escena en la que un hombre se masturba oliendo un hiyab ha desencadenado reacciones pidiendo su prohibición