VALÈNCIA. ¿Cómo recuerdas los veranos de tu infancia?
Los primeros recuerdos eran con mis padres en un 600 con techo de lona con el que nos íbamos de viaje. Recuerdo una vez de camino a Segorbe, se nos averió el coche y acabamos yendo con un vecino. Luego los veranos siempre han sido en La Eliana, en urbanizaciones como Montesol o Montealegre, siempre compartidos con la familia. Era un período estival muy largo. Teníamos una gran pandilla y recorríamos todas las zonas de la Eliana, el río era nuestro día a día, eran otros tiempos y había mucho ambiente en la calle. Recuerdo que nada más acababa los deberes, te dejaban salir y me acuerdo aún de mi grupo de amigos: el pecas, el Juanín, el rubio, y cuando cogíamos las bicicletas íbamos hasta el embalse de la Cañada.
Me suena muy a Verano Azul
La verdad es que sí. Además, a mí todos los veranos me pasaba algo: brazo roto, puntos en la cara por un perdigón, anzuelo clavado en la pierna y por supuesto las caídas en bici eran el día a día. Cuando nos hicimos más mayores íbamos en moto y sí ampliábamos el radio de acción donde movernos.
¿Guardas algunos recuerdos especiales de aquellos años?
La feria y el cine de verano eran dos ámbitos destacados cada verano. Pero lo que más recuerdo era el ambiente de camaradería entre nosotros, lo que le pasaba a uno le pasaba a todos. Me acuerdo una vez que íbamos a ayudar a un francés que estaba haciéndose su chalet y ahí teníamos una pequeña ganancia, y algún padre se sorprendió de ver que su hijo tenía ingresos y tuvimos que ir todos a explicar que era porque estábamos ayudando a un señor.
Tras esa etapa adolescente, ¿sigues manteniendo ese grupo tan compacto?
A partir de la mayoría de edad el grupo se disgrega como suele ser lógico, y justo en ese momento conocí a la que es mi mujer. Lo recuerdo perfectamente, fue en un pub en La Eliana, a través de amigos en común, pero no la volví a ver y me preocupé de encontrar el contacto de su mejor amiga para que me diera su teléfono y le llamé, quedamos y empezamos a salir.
Bonita historia, y como buen empresario, comienzas a trabajar muy pronto, ¿verdad?
Así es, empecé muy joven a trabajar de administrativo en la empresa en la que trabajaba mi padre de repartidor. Por lo tanto, mis veranos estaban limitados, mientras mi madre estaba con mis hermanas y primos, yo estaba en Valencia con mi padre trabajando. Recuerdo como en casa él cocinaba y yo siempre fregaba, lo sigo haciendo porque me relaja. Los días de vacaciones nos quedábamos en la Eliana, pero como trabajábamos en una empresa familiar, nunca desconectabas del todo.
Por lo que veo, estamos ante una vocación empresarial muy temprana.
Pues sí, de hecho, la empresa en la que trabajaba pasó una etapa difícil y como llevaba tiempo ahí, asumí la dirección y con los años parte de la propiedad. He sido muy autodidacta, mientras trabajaba siempre leía libros y realizaba cursos vinculados a la empresa.
Te casas muy joven, ¿cómo se presentan los veranos?
Pues sí, me casé con 18 años y fuimos padres enseguida. Los veranos los pasábamos siempre con mis suegros en su chalet de la Eliana, fueron unos años muy bonitos porque éramos una familia muy unida. De hecho, a raíz de una circunstancia familiar, mis suegros empezaron a vivir en La Eliana todo el año y hemos hecho mucha vida juntos.
¿Has seguido veraneando siempre en la Eliana o con los años cambiasteis de destino?
Cuando cumplí 40 años me saqué el carnet de moto y cuando cogí confianza con una moto grande, me fui a Suiza de viaje de verano con mi mujer. A partir de ahí y desde 2004 combinamos los días en la Eliana con un viaje o ruta motera de unos quince días. Hemos recorrido la Selva Negra, Budapest, Austria, Venecia, Escocia, Noruega, Dinamarca y este año vamos los Alpes y a los Dolomitas.
Tus obligaciones como presidente de la CEV y vicepresidente CEOE, te acompañan también en verano
A ver, el móvil siempre lo tengo conectado y siempre que el gobierno intente poner en marcha o colocar algo en pleno mes de agosto, por supuesto que nos ponemos a la obra para defender los derechos de los empresarios y trabajadores.
Y ¿cuál es la rutina de un día de verano ideal?
Amanecer en una ciudad de Francia, desayunas, recoges la mochila de la moto y te vas a recorrer 500 o 600 km divisando paisajes y monumentos y llegas a otra ciudad en Suiza y sigues recorriendo países. Aunque también me gusta pasar una semana con mis nietos en algún lugar de España, el año pasado estuvimos en Cantabria y lo pasamos estupendamente.
Olores, sabores, colores de verano
Las tormentas de verano que nos pillaban cuando salíamos en bici y nos tocaba volver a casa, llegábamos y nos recibían con toallas, pero a mí me gustaba tirarme a la piscina, alguna vez incluso granizando y yo dentro del agua. Cuando pasa la tormenta, nos íbamos en familia a buscar caracoles. También me gustaban mucho las chucherías, sobre todo el puro moro rojo y recuerdo llevar a mis ahijadas a la paraeta para comprar el pan y el periódico y por supuesto las chuches.
¿Será este verano clave para la reactivación económica?
Yo creo que sí porque entre el ritmo de vacunación y el turismo que nos visita, especialmente el británico, va a ayudar a que muchas personas en ERTE puedan volver a sus trabajos y quizá que haya un crecimiento del empleo y descenso del desempleo. La gente cada vez gasta más porque se está generando una sensación de ganas de vivir y de ilusión tras más de un año muy difícil. Por eso es importante que la economía se recupere cuanto antes para que los más perjudicados puedan gozar de una estabilidad laboral.