VALÈNCIA. La obra más monumental hecha hasta ahora sobre Luis García Berlanga: más de 600 páginas de análisis y documentación sobre su vida y obra, nuevas perspectivas y una revisión de todo lo dicho hasta ahora. Eso es Furia española. Vida, obra, opiniones y milagros de Luis García Berlanga (1921-2010), cineasta, un proyecto en dos volúmenes editado por La Filmoteca del Institut València de Cultura y Filmoteca Española y coordinado por los catedráticos José Luis Castro de Paz y Santos Zunzunegui. Nunca antes se ha habìa hecho algo así con algún director de cine español: ni en extensión, ni en profundidad ni en análisis crítico. Sin duda, uno de los platos fuertes de este Año Berlanga por lo que supone la colaboración entre las dos filmotecas y porque su naturaleza documental le convierte en un punto de partida para futuras investigaciones sobre el realizador. “Berlanga cuenta ya con un buen reconocimiento cultural en España, pero sobre él había muchas lagunas a las que este proyecto intenta dar luz”, resume Castro de Paz.
Esta ha sido la intención principal de Castro de Paz y Zunzunegui, que se sientan unos minutos antes de la presentación en La Filmoteca con Culturplaza para atender algunas preguntas. Furia Española ha sido un trabajo de cuatro años en el que, no solo se ha seleccionado todo aquello que se quería contar y analizar de Berlanga, sino que también se ha recogido un fondo documental inédito hasta ahora. Entre él, un puñado de escritos del propio director sobre cine, publicado en diferentes medios; o un recorrido crítico por cada uno de sus films estrenados en revistas de cine. Para ello, ha sido crucial contar con el archivo propio que guardaba en su casa y que es “inabarcable”, en palabras de Castro de Paz: “Cuando sea depositado en alguna institución, habrá que catalogarlo y estudiarlo poco a poco”. El catedrático calcula casi una treintena de guiones o sinopsis de proyectos que no grabaron finalmente.
También se anexa una entrevista de entrevista, que resumen más de 70 intervenciones en medios de comunicación; o una biografía extensísima, revisada por el escritor Antonio Gómez Rufo. Además, el volumen cuenta con más de una treintena de aportaciones de estudiosos del cine de Berlanga, que analizan su aportación al cine español desde nuevos puntos, desmontan otros y construyen relatos jamás abordados. “En el análisis es imposible evitar que haya algún solapamiento, porque la filmografía es la que es, pero dentro de ello, nuestros años de estudio nos han permitido abordar diferentes puntos de vista para hacerlo lo más novedoso e interesante posible”, comenta Santos Zunzunegui.
Aunque a Zunzunegui no le gusta el concepto deconstruir (“no hay nada que deconstruir, sino ajustar un punto de vista. Cada generación tiene que ajustar las cuentas con el cine del pasado. La película es siempre la misma, pero las maneras de acercarse a ella cambian”), el trabajo lo hace. Algunos ejemplos.
“El cine de Berlanga es fruto de una tradición que se constituye antes, en la posguerra, y que luego no se rompe. Además, sus influencias van mucho más allá de René Clair y el neorrealismo, como se ha ido diciendo interesadamente”, dice Castro de Paz: “Sabíamos desde siempre que Berlanga hacía un cine cuya recepción fue más compleja del que la gente se imaginaba. Las claves son la importancia que le da al plano, y el hecho de generar situaciones de mucha gente hablando y gritando a la vez -que hace sus films de difícil comprensión y recepción más allá de los países hispanohablantes-“. Varios artículos señalan la recepción que tuvo el director valenciano en países como Alemania, Francia, Reino Unido o los países Latinoamericanos. “Esta recepción fue muy dispar. En Alemania, por ejemplo, sus películas no eran muy populares, pero luego fue jurado en el Festival de Berlín. El reconocimiento internacional de la crítica sí lo tenía”, puntualiza el mismo catedrático.
Más pilares a derribar. Como el propio Berlanga llegó a expresar su rechazo a la política del cine de autor, se ha quedado la idea de que su manera de hacer el cine depende casi en exclusiva del guion y que su puesta en escena es sencilla. “Los críticos somos perezosos por naturaleza y, a veces, nos quedamos con las palabras del propio cineasta como si fuera palabra divina. Esas ideas que la crítica enquistó nosotros las hemos reajustado en un profundo trabajo de análisis”, desgrana Santos Zunzunegui. “La maduración del cine de Berlanga va por un camino distinto al resto del cine que nace en los 60, y de ahí viene ese nudo crítico, que con los años, se ha ido deshaciendo. Desde hace algún tiempo, cualquier trabajo mínimamente serio no duda del carácter autoral de Berlanga”, suma su compañero.
¿Sirve Berlanga para entender el presente o su cine solo tenía la pretensión de servir como un ojo quirúrgico del franquismo? “Si una persona quiere ser qué ocurría en España durante la dictadura, es mejor y más entretenido acudir a la filmografía de Berlanga que a los informes FOESSA. Pero aún así, hay algunas cuestiones que sí permanecen en la vida política. No se debe aplicar el discurso de Berlanga en la actualidad pero sí nos explica de dónde venimos”. Por ejemplo, “Plácido se puede tomar como un análisis casi geológico, por estratos, de la sociedad de entonces”.
La semana que viene abren el depósito de Berlanga en el Instituto Cervantes, coincidiendo con el aniversario de su fallecimiento. ¿Qué esperan algunas de las voces más autorizadas sobre su memoria? “Me imagino que será un guion. Yo fabulé en alguna ocasión que pudiera ser un guion que contara algo que no le dejaran hacer. Seguro que, en todo caso, será algo significativo”.
Como el libro, de más de 700 no tiene instrucciones de uso (aunque recomiendan ir consultándolo más que leerlo del tirón), cabe preguntarles cuál es la manera de homenajear a Berlanga en este año tan significativo: “Toda acción tiene que ir dirigida a que la gente vea más su cine, a poder ser las restauraciones en pantalla grande”.