VALÈNCIA. Todavía restan quince minutos para el mediodía en Mislata cuando comienza a sonar Resistiré por los altavoces del polideportivo municipal, donde el PSOE celebra el primero de los dos actos que su candidato y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ofrecerá en Valencia durante esta corta y circunstancial campaña. Coincidencia o no, la versión del Dúo Dinámico precede a un spot electoral con el que el partido resalta, una vez más, la necesidad de avanzar, y vincula así, casi sin querer, dos de los ejes clave del desafío de Sánchez para estas elecciones: el primero, el de resistir ante los envites del resto de formaciones políticas, para quienes es crucial que los socialistas se debiliten; y el segundo, el progreso en las urnas para allanar su camino de regreso a La Moncloa.
Todo un reto que en las últimas semanas parece nublarse con la caída del voto por correo en un 30% respecto a las elecciones de abril y la incógnita de la movilización del elector de izquierdas, cuya capacidad de aguante está a prueba en esta repetición electoral. Pero todo ello ya se constatará en las urnas. De momento, este sábado Sánchez juega con el factor campo a favor, y no solo porque el escenario de la cita con sus votantes albergue también una cancha de baloncesto. La plaza escogida por los socialistas, Mislata, pertenece al denominado ‘cinturón rojo’ del área metropolitana de València, y su alcalde, Carlos Fernández Bielsa, concatena mayorías absolutas para el PSOE desde que obtuvo la vara de mando de la localidad en 2011.
Él es precisamente el elegido para abrir el mitin ante las más de 2.500 personas que abarrotan el recinto deportivo, insuficiente para alojar a otras 300 más que permanecen en el exterior, tal y como recordará poco después la diputada autonómica Mercedes Caballero. En un ambiente cargado y caluroso, Bielsa toma la palabra y apela por primera vez a la movilización del voto, una constante que vertebrará el discurso de todos aquellos que se harán escuchar en el acto.
“El próximo 10 de noviembre sirve para transformar votos en un dique en defensa del estado de bienestar y que la izquierda progrese”, mantiene el alcalde, quien aprovecha para agradecer a Sánchez la exhumación de Franco del Valle de los Caídos. Un gesto que el público comparte y que obliga a Fernández Bielsa, hombre fuerte del socialismo en la provincia de Valencia, a interrumpir su discurso para que Sánchez pueda levantarse entre vítores y alce una mano abierta al aire a modo de saludo.
Tras Bielsa y Caballero, el ministro de Fomento en funciones y cabeza de lista del PSOE por Valencia, José Luis Ábalos, toma el control del acto. Con su característico tono áspero, reconoce que, de nuevo, “toca volver a pedirle a la ciudadanía que se reafirme en su decisión por España y permita su gobernabilidad”, porque según argumenta el dilema de la creación de gobierno no entiende de claroscuros: o se establece un ejecutivo del PSOE o llegará uno “del PP con los franquistas”.
Aún le quedan palabras por pronunciar al ministro, que señala al resto de partidos como responsables de la repetición electoral, cuando un hombre vestido con una camiseta del Valencia CF se dirige hacia la salida del pabellón. La política podrá tener su punto de adrenalina, pero el equipo local está a punto de enfrentarse al Espanyol en Cornellà y el fútbol es pasión pura. A cambio, el aficionado probablemente se pierda el parlamento del líder socialista en la Comunitat y president de la Generalitat, Ximo Puig, quien retoma el relato y advierte de que “no existe alternativa” porque la otra elección “no es volver al pasado, sino reinventar una historia nefasta que ya pasó”.
Puig incide también en la predilección de sus adversarios políticos por el acoso y derribo. “Todos contra Pedro, porque la única alternativa que existe es la coalición del no”, mantiene. Y se apunta un tanto al recordar que el PSOE volvió a ser este abril, casi tres décadas después, la fuerza más votada de unas elecciones generales en la Comunitat. En efecto, el socialismo manda ahora a todos los niveles en el territorio valenciano, y Pedro Sánchez tendría que saberlo. Sin apenas prolegómenos, el presidente del Gobierno en funciones aparece por fin en escena para defender que se debe “volver a votar” y decir “de manera mucho más fuerte y rotunda que queremos que gobierne el partido socialista”. Una vez más, la movilización del elector de izquierdas, cuyas papeletas no pueden “quedarse en casa”.
El motivo, o al menos uno de los tantos que expone Sánchez, es bien sencillo: la amenaza de la ultraderecha, la misma que yacía derrotada en abril y que si ahora posee una segunda oportunidad es gracias a la repetición de la cita electoral. Sánchez explica su fórmula, que de nuevo pasa por depositar el voto del PSOE en las urnas, porque el suyo es un partido que condena, entre otras cuestiones, “al machismo”, a “la banalización de la violencia de género” y defiende “los valores democráticos”.
Pero el candidato socialista dispara también hacia el lado opuesto del tablero, en dirección a Podemos y su líder, Pablo Iglesias, para remover esa herida abierta de las negociaciones fallidas. Como ya hiciera el viernes en Vitoria, Sánchez vuelve a preguntarle abiertamente a Iglesias si bloquearía un gobierno del PSOE, y antes de despedirse aún tiene tiempo de lanzar varios mensajes en clave autonómica. El más celebrado, el compromiso de unos Presupuestos Generales del Estado (PGE) que llegarían en el primer tramo de 2020 y que cumplirían “con el Estatuto de Autonomía de la Comunitat”, garantizándole así al territorio valenciano una inversión cercana al 10%.
La promesa, calcada a la de aquellos Presupuestos Generales que Sánchez ya trató de aprobar sin éxito en el Congreso de los Diputados, es recibida con alegría por el público, esa multitud que ha convertido a la Comunitat en un feudo esencial para el PSOE tras la caída de Andalucía. Puede que, después de todo, también Sánchez se haya dado cuenta, y por ello no solo desliza esa invitación electoral, sino que se reserva además otra visita a València antes de encarar la recta final de la campaña.
Con la oferta presupuestaria suspendida en el aire, el pabellón municipal de Mislata comienza a expulsar al gentío de vuelta a las calles. Parece que Sánchez ha logrado persuadir a los suyos, pero todavía arrastrará una semana más el reto de empujar a las urnas al mayor número de votantes posible. El candidato socialista, todo un experto en el arte de resistir, tendrá que convencer a su electorado de que debe aguantar unos comicios más. Y con esa misión volverá, de nuevo, a pisar territorio valenciano el próximo jueves 7 de noviembre.