sopa de letras

Somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos: un viaje al mundo de Frankenstein con Elia Barceló

A Elia Barceló, con «tener lectores que disfruten» con lo que escribe, le basta. Así de sencillo. La escritora, originaria de Elda (Alicante), acaba de ser galardonada con uno de los premios más prestigiosos de la geografía española: el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. El reconocimiento del Ministerio de Cultura ha recaído sobre una de sus últimas obras, El efecto Frankenstein (Edebé, 2019). En su libro, la también licenciada en Filología Anglogermánica y Doctora en Literatura Hispánica utiliza la figura del famoso monstruo para, contra todo pronóstico, darle una vuelta de tuerca. El poder de la imaginación no conoce límites

4/11/2020 - 

VALÈNCIA. El efecto Frankenstein (Edebé, 2019) le ha valido a la escritora alicantina Elia Barceló el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil de este –raro– año 2020. Sobre los orígenes de la novela, Barceló cuenta a Castellón Plaza que el monstruo ideado por Mary Shelley en un frío verano suizo de 1816 siempre «le cayó bien» y, aprovechando el bicentenario de la icónica publicación de la autora británica, decidió que iba a darle una nueva vida en su libro. «Víctor [Frankenstein] crea su monstruo, pero luego lo abandona y rechaza toda responsabilidad. Decidí que eso no iba a pasar en mi novela», puntualiza.

En El efecto Frankenstein, la escritora alicantina narra la historia de Nora, una joven estudiante de Medicina residente en la ciudad alemana de Ingolstadt –sí, la ciudad donde suceden los acontecimientos de Frankenstein o el moderno Prometeo de Shelley–. Una noche de carnaval, Nora conoce a Max, un peculiar joven que no parece encajar con su entorno. Pronto descubre por qué: Max, en realidad, no es de su misma época, sino del siglo XVIII. A partir de ahí, Barceló teje un adictivo relato que no solo –y como en otras de sus novelas– conjuga pasado y presente, sino que también muestra un firme enfoque feminista. 

«Quería contar la historia desde el punto de vista de una mujer porque me parece fundamental que los lectores y las lectoras vean que hemos avanzado. Ahora todo lo que hemos conseguido nos parece evidente: la democracia, la búsqueda de la felicidad… pero, en realidad, todo se ha conseguido con mucho esfuerzo», apunta Barceló. El jurado del Premio Nacional Infantil y Juvenil también ha insistido en ello al resaltar que «la obra cuenta con un importante trabajo de documentación histórica que muestra la evolución del rol de la mujer desde hace 200 años».

Elia Barceló, que ha sido profesora de Literatura durante muchos años, no tuvo demasiados problemas en mostrar el contexto del siglo XVIII, un viejo –y conocido– protagonista de sus clases. Unas cuantas décadas viviendo en Austria –concretamente, en Innsbruck, donde reside desde el año 1981–, por otro lado, acabaron de pincelar el aire gótico que impregna toda la narración. También, cuenta, se desplazó a Ingolstadt para conocer con detalle el lugar donde se iban a desarrollar los hechos del pasado. No es la primera vez que la escritora alicantina intercala épocas distintas, como ha hecho en otras de sus obras como Cordeluna (Edebé, 2007) o El eco de la piel (Roca Editorial, 2019).

«Me parece muy importante que los lectores se den cuenta de que somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos», enfatiza. «Noto mucho hoy en día, no solo en los jóvenes, sino también en gente mayor, que no aprecian lo que tenemos. También me interesan otras épocas, especialmente a nivel cultural y de pensamiento. Hacer ese viaje es muy interesante», comenta. Utilizar el pasado no es sinónimo de innovación, pero en el caso de Barceló, procura que haya siempre «frescura». «No sé si eso de “nuevo, nuevo” existió alguna vez. No me vuelvo loca con la originalidad, la verdad», señala.

Respecto al galardón obtenido por la novela, Elia Barceló cuenta que ha sido «una sorpresa maravillosa». «La literatura es una dedicación muy solitaria, aunque a mí me gusta estar sola y trabajar tranquila. ¡Cualquiera lo diría! No soy tan social como parezco», ríe. «Me lo paso bien en esas situaciones», admite, «pero también me gusta estar en mi casa trabajando». «Hace mucha ilusión que, después de años escribiendo, haya gente que lo aprecie: que haya servido para algo. Aunque, eso sí, nunca me ha parecido que haya perdido el tiempo escribiendo. Me encanta escribir», concluye.

El estado actual de la literatura infantil y juvenil

En una semana marcada por la entrega de diversos galardones a diferentes ámbitos de la cultura, parece –de nuevo, como siempre– que el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil arrastre ciertos prejuicios; los de que este género literario no sea para todos los públicos. «Me parece muy tonta esa opinión», se posiciona Barceló. «Siempre lo comparo con lo siguiente: imagínate que estás en una fiesta y te presentan a un pediatra. Nadie le diría: “¿De verdad solo trabaja con niños? ¿Y cuándo va a ser un médico de verdad?”. Eso no sucedería. Sin embargo, a los escritores de infantil y juvenil sí nos pasa», expone. 

Y eso que, según la escritora alicantina, este género ofrece una libertad «enorme». «En la literatura juvenil puedes elegir el género que quieras, cuando quieras. Y cada novela puede ser distinta a la que has hecho antes. Además, los jóvenes son muy sinceros y honestos en sus juicios», reflexiona.

Aunque Elia Barceló escribe indistintamente para el público juvenil y el adulto, revela que son las historias, de una manera «impulsiva», las que determinan a los lectores y lectoras futuros. «Escribo igual para adultos que jóvenes, pero quizá para jóvenes intento ser menos negra en los finales y, sobre todo, procuro que este quede cerrado. Tengo claro que a los jóvenes no les gustan los finales abiertos: les fastidian», cuenta. 

Una de las damas de la novela negra de nuestro país, Alicia Giménez Bartlett, no dudó en definir el último libro de Barceló, La noche de plata (Roca Editorial, 2020) como «una trama sólida e intrigante […] No se le puede pedir más a una buena novela negra». Esta novela, que hace solo unas semanas que aterrizó en las librerías, presenta unos protagonistas que rozan la cincuentena; algo que defiende con contundencia Elia Barceló. «Las actrices o las presentadoras de televisión, por ejemplo, cuando llegan a los 48 o 50 parece que ya no interesan. Es ridículo que eso se extienda a personajes de novela, que son de papel y tinta, así que he decidido mostrar que sí existen. Y que además tienen futuro por delante, experiencia por detrás e historias tan interesantes como los personajes que tienen 30», matiza.

El oficio de escribir

Después de toda una vida dedicada al oficio de escribir parece indudable que Elia Barceló sabe sobre la profesión. Una profesión, por ejemplo, que no se sacude la instantaneidad que también afecta a otros productos culturales. «Siempre estamos con “lo último”», corrobora. «Me parece tonto que una persona pase un año de su vida haciendo un libro, haciendo un buen libro con una buena historia y que, por circunstancias, si las primeras semanas no se vende lo retiren como si nunca hubiera existido», se sorprende. «Habría que ser más exigente al publicar, publicar menos, o defender esos libros para que lleguen a sus lectores. Al menos es lo que pienso yo», agrega.

Tampoco se sacude esa sensación, en parte crítica, cuando habla sobre las redes sociales. «La verdad es que me ha pillado una edad en la que todo esto, a veces, me parece un poco ridículo. Hay un culto al ego y a la personalidad que, no sé… a veces me da un poco de vergüenza», confiesa. «Procuro relacionarme de forma correcta y respetuosa en la vida cotidiana, pero siendo consciente de que son los especialistas de marketing los que saben más sobre ello. Los escritores no somos vendedores», alega.

Cuando una lleva tantos años contando historias, curiosamente, se da cuenta de que siempre tiene algo nuevo de lo que empaparse: «Siempre estás aprendiendo, constantemente. Eso no se acaba nunca», cuenta Barceló. También, dice, el oficio de escribir tiene mucho que ver con cultivar la paciencia. «Es una carrera de largo recorrido, no un sprint. Por desgracia, hay gente que ve películas estadounidenses malas y piensa que uno escribe ciento veinte páginas y ya se compra un chalet. Y no es verdad», insiste. «El trabajo de escribir es lento, no siempre grato. Y no consigues inmediatamente lo que buscas. Si tienes paciencia, si estás dispuesta a pulir, puede que a lo mejor llegue un punto en el que quizá se reconozca. Pero sin prisas», advierte. 

La autora alicantina ha sido traducida a diecinueve lenguas, tiene varios best sellers internacionales en su haber, cuenta con varios prestigiosos premios literarios –el Nacional de Literatura es solo uno de los últimos– y atesora más de veinte libros a sus espaldas. Pese a su exitosa trayectoria y su reconocimiento internacional, responde con amabilidad, simpatía y, sobre todo, mucha sabiduría. Ojalá a todos se nos pegara, un poquito, el efecto Barceló


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