CASTELLÓ. Desde pequeños nos enseñaron que la música se escucha y las imágenes se ven. Sin trampa ni cartón. Aunque, en realidad, sí podría haber algo de "trampa" en esta afirmación, porque lo cierto es que sí se pueden escuchar las imágenes. Como oyen. Y no, no hablamos de reproducir videoclips o cualquier contenido audiovisual editado y producido a posteriori. Más bien de un conjunto imágenes y de piezas de sonido que han resultado ser una sola cosa desde el principio. Provienen de un nuevo lenguaje experimental que promete "volarte la cabeza", ya que es capaz de crear infinidad de melodías a partir de imágenes. Un proceso que nuestros ojos y oídos son capaces de percibir, además, en el mismo instante que se concibe. Aquí un ejemplo.
El vila-realense Santiago Vilanova acaba de presentar en el Paranimf de la Universitat Jaume I Forms, una especie de gramola que, gracias a una serie de algoritmos, genera por sí misma una infinidad de partituras gráficas que se transforman automáticamente en música. Tras días transmitiendo estos sonidos musicales y visuales en línea por Twitch, ahora habitarán en una exposición que permanecerá abierta hasta el 28 de febrero en Castelló.
"Forms no es una colección de pinturas, no es un concierto para un cuarteto de cuerdas, no es una instalación inmersiva. Es, en cierta manera, el sueño de Kandinski: un lenguaje pictórico sonoro que no diferencia entre ver y escuchar, y donde cada figura geométrica, cada línea y cada punto puede ser interpretado tanto por la vista como por el oído. Este nuevo lenguaje puede aplicarse pues a múltiples formatos (la colección de pinturas, el concierto o la instalación) sin perder su característica genuina: la capacidad de unificar música y arte visual en una única materia compacta".
Además de esto, lo que vuelve todavía más atractiva la idea que plantea Vilanova es que cada composición se crea en tiempo real, por lo que jamás se repetirá. "El arte ya no es una obra terminada, sino un conjunto de reglas para ejecutarla. El proceso se convierte en la obra misma. No se trata de partituras 'simbólicas, escritas en un lenguaje 'secreto'. Los gráficos son, literalmente, música. Y la música es, literalmente, el dibujo", explican desde Display, el espacio de arte y nuevas tecnologías que ha decidido abrazar este proyecto con la ayuda del Consorci de Museus y el Ayuntamiento de Castelló.
Con todo, lo que hace Forms, en resumidas cuentas, es liberar la música de los pentagramas clásicos a los que ha pertenecido. Pero también la libera de esa idea "romántica" que solemos tener del arte, ya que los sonidos que produce son el resultado de una profunda investigación matemática que codifica ritmos, armonías o texturas musicales para dar lugar a una representación "objetiva" del sonido. En ella no hay nada de genios ni de egos. Es el resultado de algo mucho más metódico y experimental. No obstante, sin renunciar a su otro yo, procura que su apariencia cumpla con unos mínimos de calidad estética y visual. Todo este compendio da sentido a su performance que, como decía Vasili Kandinski, forma parte de un arte que "va más allá de su tiempo y lleva parte del futuro".