El nuevo rescate de Bankia en forma de fusión con Caixabank ha sido percibido por muchos contribuyentes españoles como la renuncia del Gobierno a pelear por los 24.000 millones que el Estado se ha gastado en Bankia y de los que en diez años no ha recuperado ni un euro. Sin embargo, más que tirar la toalla, Sánchez y Calviño se rinden ante la evidencia de que el banco que dirige José Ignacio Goirigolzarri va de mal en peor, empujado por la crisis de la covid-19, y que el mal menor es integrarla en una entidad más fuerte.
De la fusión —más bien absorción, como puntualiza Jordi Palafox— saldrá el primer banco de España, en el que la participación del 14% que le quedará al Estado a través del Frob previsiblemente valdrá algo más en bolsa que el 61% que tiene ahora en Bankia. Además, el Frob tendrá más fácil cobrar dividendos, aunque eso de considerar los dividendos como "recuperación" de las ayudas otorgadas hace diez años no es otra cosa que maquillar el fracaso.
"Estamos lejos de recuperar todas las ayudas", admitió el otro día Pedro Sánchez. Pues aquí viene la mala noticia: estamos más lejos de lo que creen Sánchez, Calviño y la mayoría de analistas que vienen echando cuentas de la fusión porque el dinero en ayudas del Estado que va a sumar la nueva 'Caixabankia' no son los 24.000 millones de euros de los que habla todo el mundo sino más de 30.000, ya que falta sumar el dinero con el que el Frob rescató al Banco de Valencia y, de paso, a Caixabank.
Quienes aplaudieron con las orejas aquella operación llena de irregularidades —reconocidas por el Tribunal Supremo, que hizo la vista gorda porque en aquella pandemia bancaria el interés general primaba sobre el de los pequeños accionistas— es posible que hayan olvidado que aquello costó al Estado más de 6.000 millones de euros de los que no se ha recuperado ni se va a recuperar ni un euro. Así que hagamos memoria con todas la cifras:
En el caso de Bankia —formada por siete cajas de ahorros, entre ellas Caja Madrid y Bancaja—, recordemos que en 2012 el Gobierno de Rajoy, junto a los banqueros pata negra encabezados por Botín, echaron a Rodrigo Rato de la presidencia y pidieron a Goirigolzarri —prejubilado del BBVA en 2009 a los 55 años con una pensión de 3 millones de euros— que se hiciera cargo. Le preguntaron cuánto necesitaba y Goiri, que es muy listo, tiró por lo alto: pidió 23.000 millones, disponiéndose a un regateo que no se produjo, Para su sorpresa, el Gobierno hizo como Richard Gere cuando en Pretty Woman acepta, a la primera, los 3.000 dólares que le pide Julia Roberts por quedarse todo el día. "Me habría quedado por 2.000", dice ella, sorprendida. "Te habría pagado 4.000", responde él.
El dadivoso Frob aportó, concretamente, 22.424 millones, a los que hay que sumar 1.645 que recibió Banco Mare Nostrum (BMN), otro engendro de cuatro pequeñas cajas que no se habían visto en su vida antes de ser fusionadas por los hombres de Mafo. BMN fue absorbida por Bankia y la suma de aportaciones del Estado alcanzó los 24.069 euros.
Obsérvese que las aportaciones del Frob nunca eran números redondos para mostrar que eran fruto de un concienzudo cálculo, pero esa precaución se obvió en el rescate del Banco de Valencia. No en la primera inyección, de 998 millones, pero sí en la segunda, cuando la consultora contratada al efecto por el Frob dijo que la ayuda pública que el banco valenciano necesitaba era de 2.838 millones —3.462 en el peor de los escenarios—, pero el Frob le soltó 4.500 calculados a ojo de buen cubero, como en Bankia, para vendérselo al día siguiente a Caixabank por un euro en lo que supuso un rescate encubierto de la entidad entonces catalana. El buen cubero resultó ser Fainé.
Caixabank no asumió aquí ninguna obligación de devolver estas ayudas al Frob, como sí hizo al absorber poco después Banca Cívica, de la que devolvió enteritos los 977 millones —eran participaciones preferentes convertibles— con los que el Estado había rescatado a las antiguas cajas que la formaban.
Recapitulando las aportaciones del Frob, directas e indirectas, llevamos 24.069 millones que acabaron en Bankia y 5.498 en Caixabank, es decir, 29.567 millones de euros. Pero hay más porque la venta del Banco de Valencia incluyó un aguinaldo del Frob en forma de esquema de protección de activos (EPA), un sistema por el que el Estado cubre hasta 2022 el 72,5% de las pérdidas derivadas de una cartera de activos del centenario banco valenciano. El coste estimado, a día de hoy, de dichas garantías es de 605 millones.
Vamos ya por más de 30.000 millones, de los que hasta el momento el Estado a través del Frob ha recuperado la friolera de cero euros. Cierto es que hubo dos ventas de paquetes accionariales de Bankia en bolsa por un total de 2.122 millones, pero ese dinero fue a parar a su accionista real, BFA —otro banco propiedad al 100% del Frob heredero de las cajas—, que lo ha destinado a tapar sus propios agujeros en lugar de devolvérselo al Estado. También BFA ha percibido unos 1.000 millones en dividendos repartidos por Bankia y les ha dado el mismo uso. Si le llegaran esos dividendos, el Frob los contaría como devolución aunque en realidad son rendimientos de una inversión financiera.
No se vayan todavía, aún hay más. Por no abrumar al lector con más cifras, solo citar, porque también es ayuda del Estado, las pérdidas ocasionadas a la Sareb —participada en un 45% por el Frob— por la asunción de carteras inmobiliarias ruinosas de los bancos. No menos importante es el coste para la Seguridad Social de las decenas de miles de prejubilaciones —en el caso del Banco de Valencia, ejecutada por el Frob antes de firmar la venta—, proceso que desgraciadamente se va a repetir con la fusión Caixabank-Bankia. El anuncio de la fusión ha coincidido con el del ministro Escrivá de reducir las ventajosas condiciones de las prejubilaciones, una reforma que, por supuesto, no llegará antes del recorte laboral en 'Caixabankia'.
Otrosí: Como las Comunidades Autónomas también son Estado, cabe mencionar aquí otra de las reformas que beneficiaron a los bancos en perjuicio en este caso de las arcas autonómicas. Hasta 2010 las empresas pagaban de Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y AJD el 1% del importe de las ampliaciones de capital. Las últimas de la banca fueron una ampliación de 7.200 millones del Santander y una de 5.000 millones del BBVA, por las que la comunidad de Cantabria y la Diputación de Vizcaya ingresaron, respectivamente, 72 y 50 millones. En 2010, cuando empezaron los procesos de concentración bancaria que requerían cuantiosas ampliaciones de capital, el Gobierno de Zapatero eximió a las empresas de dicho impuesto. Si estuviera vigente, la fusión de Caixabank con Bankia le alegraría el día al conceller Vicent Soler.
Todo este repaso no es más que un recordatorio de la cantidad de dinero público que ha recibido el nasciturus, más de 30.000 millones, de los que recuperable no hay más que el 14% que le va a quedar al Frob en el nuevo banco, participación valorada en unos 2.600 millones. O eso calculan los expertos, a la espera del resultado de una negociación en la que cabe esperar que el Frob no se baje una vez más los pantalones.