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'Succession' a la coreana

8/11/2020 - 

No es nuevo, y ya lo dijo Balzac, que detrás de toda gran fortuna siempre hay un crimen. Y con esto no se refería a crimen en el sentido del Código Penal, que también, si no al hecho de que la acumulación extraordinaria y en periodos de tiempo relativamente cortos de riqueza, puede venir acompañada de la falta de escrúpulos y de la ausencia de limitaciones morales. La muerte el pasado 25 de octubre de 2020 del magnate heredero de Samsung, Lee Kun-hee (al que llamaremos Padre Lee) trae a colación las mencionadas palabras de Balzac en relación con la fascinante historia de una familia que ha construido uno de los más grandes imperios económicos del mundo en tan solo tres generaciones, Samsung. Se trata de uno de los más grandes chaebols (conglomerados empresariales coreanos que aglutinan diferentes sectores de la actividad industrial y comercial bajo una única propiedad) que representa en la actualidad el 20% del PIB de Corea del Sur.

Samsung fue fundada en 1938 por Lee Byung-chul, el patriarca de los Lee, otro personaje de dimensiones mitológicas. De alguna forma, la propia trayectoria de Samsung refleja con fidelidad la historia reciente de Corea del Sur como veremos a continuación. En un principio se dedicaba básicamente a actividades de importación y exportación de alimentos a Manchuria que estaba ocupada por los japoneses desde 1931 (y por lo tanto, arrebatada a China) dando lugar al estado títere de Manchukuo. Es evidente que la proximidad a los invasores japoneses ayudo a su éxito empresarial. Byung-chul volvió a demostrar su audacia sabiendo sacar provecho de otro de los grandes traumas regionales de consecuencias que aún perduran con la división del país: la guerra de Corea que tuvo lugar de 1950 a 1953. En esta ocasión, Lee Byung-chul se convirtió en productor de alimentos (especialmente azúcar) para los soldados norteamericanos instalados allí. Esta actividad le permitió relacionarse con las más altas instancias políticas del momento y muy concretamente con el todopoderoso presidente Park Chung-hee que le encargó, entre a otros empresarios coreanos, que contribuyese activamente a la reconstrucción y  modernización del país. 

La viuda de Lee Kun-hee, ayudada por su hijo, acude a la ceremonia por la muerte de su marido. Foto: YNA/dpa

El presidente Park confiaba en la iniciativa privada para levantar a Corea del Sur tras la terrible guerra que la había destrozado. En efecto, Corea del Sur se había convertido en el país más pobre de Asia. Así el Gobierno gestionó la reconstrucción primero apoyándose en los norteamericanos y los japoneses (estos últimos habían sido sus colonizadores antes de la Segunda Guerra Mundial) para progresivamente ir centrándose en los grandes líderes empresariales nacionales. Este fue el origen también de los chaebols coreanos como LG o Hyundai. Fue en este momento que sus negocios se extendieron a la electrónica con la fundación de la joya de la corona el imperio Samsung: Samsung Electronics y más tarde ampliando sus actividades a los seguros de vida, hoteles, parques temáticos y otro gran abanico de actividades. Su crecimiento estuvo centrado en la fabricación de heladeras y televisores y se benefició de la cercanía de Lee Byung-chul  con los militares. El protagonismo del Estado coreano en la economía era total en esos momentos y utilizaba todo tipo de palancas para superar tan complicada crisis: desde la imposición de jornadas extenuantes a los trabajadores hasta la aplicación de penas de cárcel contra los disidentes y opositores y pasando por el otorgamiento de créditos muy favorables a determinadas empresas, estableciendo protecciones aduaneras o desarrollando institutos de tecnología. Los chaebols recibieron mucho pero también el Estado les exigió mucho y si no cumplían con sus ambiciosos objetivos de exportación los directivos podían ir a la cárcel o a la quiebra personal. 

 Al fallecer Lee Byun-chul en 1987, le releva Padre Lee que fue realmente el artífice de la colosal expansión de Samsung transformando el modelo de negocio y los valores de la compañía en su totalidad. Cuando Padre Lee asumió el mando en 1987, la economía coreana era una economía emergente que políticamente tenía pendiente la transición a la democracia. Cuando en el 2014, Padre Lee sufrió el infarto que lo apartó de la dirección de los negocios, Corea del Sur era un país rico y plenamente democrático. Padre Lee contaba que su momento decisivo (porque la vida está plagada de ese tipo de momentos que te la cambian radicalmente) fue una suerte de epifanía. Estaba en Los Angeles a la finales de los años 80 del pasado siglo, entró en una tienda de electrónica y vio los productos de Samsung en un rincón acumulando polvo y sin ser vendidos por considerase que se trataba de mercancías de baja calidad y baratas. Esta experiencia le hizo cambiar el enfoque empresarial y centrarse en pretender alcanzar la excelencia, la máxima calidad de sus productos y aplicar una innovación constante. Abandonó el modelo de “fast follower” que imperaba en las empresas coreanas desde los 70 cuyas limitaciones pudo ver y se centró en ser una empresa que pudiera tener su propia entidad diferenciada del resto. Empujó a partir de este momento una profunda renovación de la compañía que le permitió alcanzar un éxito aplastante. 

En efecto, centrarse en la electrónica como actividad principal ha permitido que hoy Samsung sea el mayor fabricante de teléfonos móviles (smartphones) y el segundo mayor de semi-conductores. En 2011 superó a Apple en la venta total de smartphones y ya en 1992 alcanzó el puesto de primer productor mundial de chips de memoria. Samsung Electronics tiene 310.000 trabajadores en 74 países. Además ha creado relevantes alianzas incluso con competidores como Apple a la que suministra pantallas para iPhones por una calidad y precio excepcionales. Tuve la oportunidad de visitar la sede en las afueras de Seúl hace tres años y debo confesar que es impresionante: su museo del móvil (donde curiosamente no aparece ningún ejemplar del iPhone de Apple) o su magnífico auditorio con los muros altísimos cubiertos de pantallas suponen todo un despliegue de poderío.

Fotograma de 'Succession'.

Es cierto que mantuvo el estilo militar de su padre basado en la disciplina, en la obediencia ciega de los directivos, en sueldos ajustados y extenuantes jornadas laborales. Es oportuno recordar en este punto la consigna de Padre Lee a sus empleados “cambien todo salvo a su mujer e hijos”. También resultó más que ilustrativo el auto de fe que provocó en 1995 cuando ordenó quemar en una hoguera cerca de 150.000 teléfonos móviles defectuosos como prueba de su compromiso con la calidad de sus productos (las llamas devoraron teléfonos por un valor cercano a los 50 millones de dólares). Además, su carácter era especialmente fuerte y autoritario. Sus Consejos de Administración podían prolongarse por más de 6 horas y básicamente hablaba él y muchos de sus directivos evitaban tomar un vaso de agua para no tener que ir al cuarto de baño porque era algo que le irritaba profundamente y provocaba que el directivo incontinente pudiese caer en desgracia para siempre.

Ya en 2014, tras su infarto se produjo el tercer relevo en la dirección de la compañía recayendo en su hijo Lee Kun-hee (Lee hijo) desde dicha fecha. Parece que algunas de los proyectos que ha promovido nos facilitan pistas sobre por donde irá la compañía en el futuro. En este sentido la creación de Samsung Biologics ha funcionado bien habiéndose incrementado el precio de sus acciones en un 50% en los últimos años. Igualmente se augura un futuro prometedor a Samsung sdi centrada en la fabricación de baterías eléctricas. Planea expandirse en China y construir una nueva fábrica en Hungría. Aunque su cifra de negocio de 63.000 millones de Euros todavía es modesta si la comparamos con la de Samsung Electronics.

Imagen de 'Succession'.

Sin embargo Lee hijo, de la misma forma que su padre (que fue condenado dos veces por prácticas corruptas y ambas veces se benefició del indulto presidencial por entender que su compromiso en Samsung era necesario para preservar el interés nacional), se encuentra también en una situación complicada con la justicia. Por tratar de  preservar la estructura de la compañía de forma que beneficiase a los socios fundadores sobornó a la confidente de la presidenta Park para intentar que se autorizase una fusión que le permitiría mantener el control sobre el conglomerado pero evidentemente vulnerando la Ley, Se sabe que esta historia acabó mal, con la presidenta apartada del cargo y con condenas por corrupción. Por otro lado, los impuestos sucesorios coreanos (¡¡60%!!) que deberán pagar los herederos de Padre Lee pueden obligar a vender a un tercero o que la familia pierda finalmente el control del conglomerado. 

Por lo tanto, el desenlace de esta apasionante historia, en clave de la serie Succession de HBO, está todavía por escribirse. Pero todo apunta a que los herederos irán pagando su deuda fiscal con parte de sus beneficios resultantes de la actividad de Samsung  o bien que se alcanzará un acuerdo con la hacienda coreana que resulte satisfactorio para todos. Porque Samsung, sigue siendo Samsung.

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