VALÈNCIA. Algunas llegan pautadas desde la Comisión Europea; otras las recoge el Gobierno de la Nación en su Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia y otras, sencillamente, las establece el mercado y los consumidores. De todas ellas los emprendedores pueden tomar nota, o no, pero incluso para distanciarse del resto, hace falta saber por dónde van los tiros.
Verde y digital son los términos clave que revelan la dirección que van a tomar los 750.000 millones de euros -a repartir hasta finales de 2026- con los que Bruselas ha dotado los Next Generation EU, el paquete económico del plan de recuperación para hacer frente a la crisis provocada por el coronavirus en el territorio comunitario. En concordancia con la Unión, los 27 Estados miembros han tenido que amoldar sus respectivos planes.
En el caso de España, receptora de 140.000 millones de dichos fondos, se añade otro término clave: el de la inclusión. Con el claim “de esta salimos todos juntos y más fuertes”, repetido hasta la saciedad por los integrantes del ejecutivo, se alude a la eliminación de las desigualdades de tipo tipo, desde las territoriales hasta las de la edad, el género o la clase social. En este sentido apuntan, por ejemplo, las dos nuevas líneas habilitadas por Enisa para apoyar el emprendimiento femenino y el agro.
El mensaje empieza a calar. Sin ir más lejos, el pasado 7 de julio se anunciaba la adhesión de 75 CEOs de otras tantas compañías nacionales a una alianza bautizada con el nombre de #CEOPorLaDiversidad. Liderada por la Fundación Adecco y la Fundación CEOE, ésta tiene el propósito de impulsar en las empresas políticas que apuesten por la diversidad, equidad e inclusión. Pero, sin dudar de la buena intención de los firmantes, en el marco de la presentación de dicha iniciativa se alertaba también del hecho de que, la mera información financiera, no es ya razón suficiente para atraer la inversión que tiene cada vez más en cuenta “elementos como la transparencia, el compromiso social, la diversidad o la inclusión de las personas que lo tienen más difícil”, en palabras de Enrique Sánchez, presidente de la Fundación Adecco.
Dejando ya a un lado declaraciones formales, interesa saber si los clientes comparten el mismo nivel de exigencia al emprendimiento nuevo. La respuesta inmediata es un Sí a la mayoría de ellos, esta vez expresado por los mismos emprendedores.
“Puede que el problema de la sostenibilidad fuese, hace tiempo, una cuestión de precios pero, superada esta barrera, yo creo que si a un cliente le das a elegir entre una opción sostenible de otra que no lo es, la inmensa mayoría se va a decantar por la primera, incluso pagando un poco más”, sostiene Vincent Rosso.
Para este emprendedor que ha luchado siempre por la sostenibilidad, primero en el sector de la movilidad (BlaBlacar) y, ahora, en el agro (Consentio), la sostenibilidad en una empresa es, a día de hoy, un factor incuestionable. No solo porque la exijan los clientes, sino también porque ello implica un mejor aprovechamiento de todos los recursos algo que, en definitiva, redunda en la eficiencia empresarial.
Suya es también la opinión de que los clientes cada vez quieren saber más de lo que consumen. La procedencia real de los productos, su elaboración, su distribución…en resumen, la trazabilidad completa de toda la cadena de valor. Pero tampoco en este punto es suficiente ya con incluir todos estos criterios en el discurso empresarial, ahora toca medir y demostrarlo. Si dices que tu empresa es sostenible, tienes que explicar el impacto, en qué proporción disminuyes la huella de carbono, cómo lo consigues, cuáles son los siguientes objetivos…
Otra tendencia que, cada vez más, cobra fuerza entre los consumidores es lo que se conoce como la economía a demanda. Se caracteriza ésta por preferir el pago por uso de un bien que la posesión del mismo. Alineado, pues, al concepto de la sostenibilidad en toda su amplitud, los negocios que se acogen bajo este paraguas suelen sostenerse con un modelo de suscripción, otra de las grandes tendencias.
Así lo entienden al menos en simplr.io, la startup lanzada recientemente que dirige Ángel Bou, como CEO, a cuyo equipo se suma talento procedente de compañías como Amazon, Google o Softonic.
Simplr es un marketplace que permite a los consumidores acceder a cualquier bien o servicio por el tiempo que lo necesiten y deshacerse de él con la misma facilidad, con tan solo dar al botón de desactivar. De esta forma, el consumidor paga solo por uso, que tanto puede ser de un día, una semana, un mes o un año y, cuando ya no le hace falta, lo devuelve sin ningún tipo de compromiso o penalización.
A ellos les gusta compararse con un Amazon de suscripción, un modelo de pago que, según sus investigaciones, representa ya 1 de cada 4 transacciones que se hacen actualmente en el mundo con tarjetas de crédito, es decir, 20 billones de euros. Según Bou, la tendencia es a seguir creciendo con previsiones, para 2023, de que 3 de cada 4 negocios orientados al consumo incorporarán en su oferta planes de suscripción, es decir, el 75% de los negocios.
Recordar también que, en ninguna de las tendencias señaladas, el cliente está dispuesto a renunciar a otras dos variables de peso a la hora de tomar su decisión de compra, como son la personalización y la multiexperiencia. Menos mal que las nuevas tecnologías mucho ayudan.