Ahora es tiempo de poner de nuevo el reloj en marcha y que el cuerpo vaya recuperando memoria. En estos tiempos de la pandemia, tras más de dos meses de confinamiento, entramos en desescalada. El confinamiento lo he llevado bastante bien, aunque empezamos con todo esto, antes de que los Juegos no se aplazaran, sentía bastante presión, no estaba del todo bien, porque veía que no podía entrenar, que no podía competir, que lo estaban cancelando todo, y veía cómo se complicaba la posibilidad de no poder prepararme para el sueño de ir mis primeros Juegos Olímpicos. Con el aplazamiento, me lo tomo con más tranquilidad, pensado en mí mismo, en recuperarme, desconectar y recargar las pilas.
Ya he podido entrenar en pista. Por una parte, tuve una sensación de liberación. Experimenté una gran alegría. Nunca había estado tanto tiempo sin pisar una pista. Pero también lo acusé mucho. Vuelves al tartán, sí, pero, tras dos meses, te encuentras desubicado y extraño. Por ello, voy con mucha prudencia en lo físico y con ejercicios muy básicos en lo técnico.
Pero aunque ya estamos en pista creo que es complicado que en lo que resta de año volvemos a la competición en pruebas combinadas. Ya veremos cómo evoluciona todo, pero yo ya dirijo mi preparación hacia la temporada de pista cubierta del año 2021, una etapa que será tan exigente como decisiva, con un campeonato de Europa y un campeonato del Mundo separados por tan solo dos semanas. En esos 15 días, pondré en juego gran parte de mis opciones olímpicas.
El objetivo está en clasificar para los Juegos de Tokio, aplazados hasta el verano de 2021. Siempre he dicho que los 8.300 puntos es una marca durísima, pero no inalcanzable. Tendré que esperar a conseguirla a partir de mayo del 2021. No obstante, soy optimista en cuanto a la clasificación para Tokio vía ránking. Ahora mismo, estaría dentro. Por ello, considero vital la próxima temporada de pista cubierta. He de aprovechar el Europeo y el Mundial indoor y demostrar que soy un buen heptatleta para acercarme a Tokio.
Esta situación está haciendo que reconectemos con nosotros mismos y que como sociedad no seamos tan individualistas y vayamos más todos a una y que prioricemos lo que es verdaderamente importante como la sanidad y la educación. Espero y creo que esta situación nos hará mejores porque nos está haciendo más empáticos y gracias a personas que lo están dado todo, como los sanitarios, saldremos de ésta.