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MODA Y FUTURO

¿Tu armario está lleno de trabajo esclavo? Estas diseñadoras pueden ayudarte

Jóvenes creadoras valencianas abordan el futuro de la moda: de la sostenibilidad a la ropa no binaria; de las nuevas tecnologías a la diversidad de cuerpos, bellezas y tallas

30/11/2020 - 

VALÈNCIA. “Ufff, por fin, vaya descanso”. Si una parte de tu exhausto cerebro ha emitido ese pensamiento al constatar que ya están llegado a su extinción los cuatrocientos millones de promociones que han inundado el mercado por el Black Friday, este texto es para ti. Y si te has pasado la última semana fundiéndote el dinero que no tienes en cacharros diversos con descuento, también. Tras unos días en los que las compras masivas, salvajes y poco reflexivas han sido emperatrices absolutas de tiendas, web y anuncios, quizás sea un buen momento para para plantearse si otras formas de consumo son posibles. Y, teniendo en cuenta que la industria de la moda es una de las que más parné genera al año y la segunda más contaminante del mundo, no parece muy descabellado plantearse hacia dónde camina, qué visiones de futuro tiene y qué alternativas plantea a la fast-fashion que domina nuestros armarios. Para averiguar cómo vivir sin depender de los suéteres a 12,99 fabricados a base de manos explotadas, en Culturplaza contamos con unas cuantas diseñadoras que buscan abrir caminos más sostenibles y respetuosos con el entorno y las condiciones de trabajo, pero que también aspiran a una moda inclusiva y que apueste por otros modelos de belleza. Allá vamos.

Abre fuego Elena Cuadrado, diseñadora, docente en la Escola d'Art i Superior de Disseny (EASD) de Alcoi i corresponsable de Azul verdoso, un estudio de experimentación, investigación y desarrollo que trabaja “por la incorporación de nuevos materiales, conceptos y procesos de diseño más sostenibles”. Desde esa perspectiva, considera que en la actualidad existen “muchas formas de consumir moda responsable. Por ejemplo, con la reutilización de prendas mediante la técnica del upcycling, que se basa en crear nuevos diseños y productos a partir de elementos que ya han sido empleados con anterioridad”. Y es precisamente en ese campo en el que se mueve Mayte Oliver, creadora de la marca Trashy Queen. Oliver estudió Bellas Artes y comenzó en el mundo de la moda de forma más o menos casual: “comencé comprando ropa de segunda mano en mercadillos y aprendí a coser a través de vídeos de Youtube. Poco a poco empecé a actualizar esas prendas para que pudieran venderse y ofrecer una alternativa a la fast-fashion. A mí me encanta la ropa, pero no encontraba una forma de comprar que no fuera apoyando esa industria masiva. Por eso decidí lanzar mi proyecto de upclycling”.

 “Necesitamos un cambio de mentalidad radical que otorgue mucha más importancia a la producción a pequeña escala y sobre todo a la artesanal, ya que por desgracia está aún muy infravalorada”, comenta Ana Pérez. Diseñadora novel y responsable de la marca Anmás, defiende la necesidad de concienciar “sobre la importancia de apostar por nuevas formas de consumo que pongan en el centro factores como la calidad y la durabilidad. La sostenibilidad es una inversión de futuro”.

“A la hora de crear, lo más importante para mí es poder emplear prendas que ya han sido usadas, restos de stock que las tiendas han desechado y, en definitiva, materiales que ya han tenido un recorrido. La industria de la moda genera muchos residuos y creo que es importante cogerlos ‘de la basura’ y poder crear algo nuevo a partir de ahí. Este proceso implica un trabajo de investigación y búsqueda muy importante lo cual también provoca un encarecimiento de los precios de mis productos, es inevitable”, explica Oliver. En su caso, considera esencial “hacer un trabajo pedagógico para informar a la ciudadanía de todo lo que hay detrás de la fast-fashion y que permite que tú puedas comprar ropa tan barata: desde las cuestiones medioambientales hasta el trabajo esclavo. Si estuviéramos más concienciados, no existiría esa compra compulsiva de cosas que no necesitamos”. 

¿La sostenibilidad es solo cosa de bolsillos pudientes?

Y con todos ustedes, el gran escollo que surge cuando de moda y sostenibilidad se trata: el precio. Es muy difícil competir con camisetas de 5,99 cosidas por menores de edad en deplorables condiciones laborales. Sin embargo, el mercado laboral tan precario en el que transita gran parte de la población española tampoco es el escenario más favorable para la inversión en prendas confeccionadas de manera ética ¿Es la moda sostenible una opción que solamente está al alcance de los bolsillos más pudientes? Nuestras diseñadoras responden. 

“Actualmente, el diseño responsable sigue siendo difícil de alcanzar para familias con recursos económicos limitados. Sin embargo, no creo que esté solo al alcance de ámbitos elitistas”, defiende Lucía Andújar, alma de Cíandujar. “Si comparamos el valor de la prenda (producción cercana, sostenible, ética...) el precio no suele ser desorbitado. Sin embargo, lo importante es generar un cambio de mentalidad, dando más importancia a cada prenda. Tal vez ya no puedas comprar cinco faldas, pero podrás comprar una que no esté dañando a todo el planeta”, añade.

Entra aquí en escena una nota discordante entonada por Mayte Oliver: “creo que muchas marcas de moda sostenible sí son elitistas, no son para todo el mundo. No estoy de acuerdo con esos precios tan altos y creo que es un motivo por el que personas que viven en una situación de precariedad no pueden acceder a ellas. Bastante tienen con poder llegar a fin de mes. De todas formas, creo que ir a un mercadillo de segunda mano también es una forma de consumir moda sostenible y, además, muy económica. El problema es que en España no es algo muy popularizado y todavía hay cierto tabú respecto a adquirir prendas en esos espacios”. “En mi opinión no se trata de una cuestión de dinero, sino de una escala de valores. Un ejemplo clarísimo son las colas que se forma cada vez que sale un nuevo iPhone, un producto que no es precisamente barato. La diferencia está en el interés del consumidor y el conocimiento de aquello que compra”, critica María José Arnau, impulsora de la marca miira.

Gran parte de la sociedad considera la moda un asunto frívolo y superficial. Un divertimento de fuegos artificiales y tejidos estampados. Postura que critica duramente Elena Cuadrado, formada en el Máster de codiseño de moda y sostenibilidad de la EASD de València. Y es que, para ella la moda constituye “una disciplina más dentro del diseño. El diseño se ve condicionado por el entorno y circunstancias actuales, busca resolver problemas y, por lo tanto, facilitar la vida de las personas”. De hecho, señala rotunda que pensar que el diseño de moda es frívolo “es no haber entendido nada acerca de la importancia del diseño dentro de una sociedad. Podríamos decir que esa afirmación denota desinterés, un desinterés que puede llegar a rozar la línea de la ignorancia”. A este respecto, para Arnau “el mundo textil debería ser percibido como un sector estratégico teniendo en cuenta el volumen económico y de negocio que mueve a nivel mundial. Además, es necesario asumir que el consumo es en sí mismo un acto político muy importante”.

Todas las tallas, todas las bellezas

Hablar de moda es también hablar de unos cánones estéticos muy rígidos, marcados a fuego en nuestras neuronas desde la infancia. Unas directrices sobre qué se considera bello y qué no, qué es deseable y aceptable, qué debe ser ocultado y esquivado. Así que, en este minuto y resultado por las nuevas rutas de la moda contemporánea, toca preguntarse qué papel deben jugar las diseñadoras a la hora de promover otros modelos de belleza y de dar visibilidad a otros cuerpos. Otras formas, otras tallas, otras pieles, otras vidas. 

Al habla, Ana Pérez. Cicatrices es la primera colección de su marca AnMás. Fruto de su paso por Estudios Superiores Diseño de Moda de Barreira, nace con el propósito de “reivindicar y dar visibilidad a las imperfecciones físicas, más concretamente, en las cicatrices físicas debido a una caída, una cirugía…Quería dejar a un lado el tabú y la mala imagen social que tienen y demostrar que son una característica distintiva que hace diferente a la persona que las posee. Porque, ¿qué hay más bello que aquello que te hace único? Debemos usar la moda para que la gente se empodere”.

Como reconoce Andújar, los cánones estéticos que aún tienen plena vigencia “son muy rígidos, sin embargo, muchas marcas emergentes van apostando por otros modelos de belleza, como, por ejemplo, Paloma Wool. También se van sumando a esto otras marcas ya consolidadas como Calvin Klein, Jacquemus, o Savage x Fenty de Rihanna, por ejemplo. Por supuesto, creo que un mayor compromiso de los diseñadores a la hora de promover un cambio en los cánones de belleza es totalmente necesario para dar visibilidad a otros cuerpos”. Llegados a este punto, Mayte Oliver introduce un matiz crítico: “tengo la sensación de que algunas marcas que están apostando por otros tipos de cuerpos y bellezas lo hacen como un lavado de cara, casi obligados para demostrar que están al día con las reivindicaciones de una parte de la sociedad, no de una forma sincera y comprometida. Y en las pasarelas sigue primando la delgadez. Los diseñadores somos los que debemos liderar esas reivindicaciones de diversidad, aunque suponga un esfuerzo creativo, y demostrar que la moda no es únicamente para una mujer joven, blanca y de talla 36”. 

¿Será 2021 el año de la moda no binaria?

A principios de noviembre, Mikel, un adolescente de Bilbao, fue enviado al psicólogo de su centro educativo por haber acudido un día a clase vestido con falda. El suceso se extendió como la peste bubónica por las redes sociales y el 4 de noviembre decenas y decenas de estudiantes aparecieron en sus aulas ataviados también con esa prenda. Las nuevas generaciones comienzan a dinamitar la dicotomía de género en la vestimenta, pero ¿ha llegado el momento de que la moda no binaria desembarque en las tiendas generalistas o la premisa de ‘ropa de hombre’ y ‘ropa de mujer’ está demasiado arraigada en el imaginario colectivo? 

“¿Por qué tenemos que distinguir la ropa por géneros? En mis diseños apuesto por un futuro en que las prendas sean creadas para la persona, no para un género específico”, explica la fundadora de Anmás. “Este es un tema que desde el ámbito académico me gusta tratar con mis alumnos y alumnas cuando realizamos el estudio del público objetivo. Las prendas deben de adaptarse a los cuerpos, por lo tanto, el estudio de la anatomía humana es primordial, pero debemos enfocar el diseño hacia la identidad de género y no sólo hacia las características físicas y biológicas de un sexo u otro. El diseño es un reflejo de la sociedad y la sociedad no es binaria”, sostiene la cofundadora de Azul verdoso. 

Es evidente que las diferencias de género están arraigadas en el imaginario colectivo. No obstante, pienso que las nuevas generaciones irán implantando la moda no binaria hasta tenerla constantemente en nuestro día a día. En realidad, si echamos la vista atrás, las mujeres no llevaban pantalones y ahora es lo más normal del mundo”, sostiene Andújar. Menos optimista se muestra la responsable de Trashy Queen: “no creo que las grandes tiendas vayan a optar de verdad por prendas que no sean de hombre o de mujer más allá de alguna pequeña colección”. 

Lucía Andújar presentó en la reciente pasarela de la escuela Barreira el proyecto The Onset of a Journey, que mezcla moda y realidad aumentada. Así, al descargarse la aplicación genARate en un dispositivo móvil y enfocar cada prenda de su colección, “una capa de información virtual se superpone sobre el tejido para crear una experiencia única para el consumidor”. “La tecnología nos permite adentrarnos en las prendas y poder ver más allá. Creo que hoy en día, es muy importante tener en cuenta que ya no solo vendemos productos (o ropa, en este caso), sino experiencias que el consumidor pueda recordar”, señala Andújar. 

¿Pueden tus perchas cambiar el mundo?

En un momento en el que la incertidumbre es el máximo común denominador, andamos todos a la búsqueda de respuestas. ¿Es la moda un espacio en la que encontrarlas? ¿Podemos cambiar la vida que habitamos a través de la ropa que cogemos cada día de una percha? “La moda es capaz de unirnos y conectarnos con personas de diferentes partes de todo el mundo, se adapta a circunstancias o a momentos diferentes”, apunta la responsable de Anmás. Para Andújar, las tendencias “van influyendo a la moda, y la moda va influyendo al mundo. Cada nueva ideología se ve representada en esta industria, gracias a la cual, además, se han roto muchos estereotipos que han cambiado el mundo. Poder vestir como queramos simboliza libertad y expresión. Nos representamos visualmente con la ropa y nos expresamos diariamente con ella”. 

El proceso de diseño conlleva muchas tomas de decisiones a través de las cuales apostar por la ética y la sostenibilidad o, por el contrario, por un diseño obsoleto y caduco en discordancia al momento que vivimos. Desde la reutilización, pasando por el uso de materiales reciclados, biodegradables, reciclables hasta la selección de materiales con menor impacto negativo para el medioambiente. Actualmente disponemos de un sinfín de opciones. Los materiales además condicionan el diseño. Pueden hacerlo desde la limitación, de tal manera que te lleven a agudizar el ingenio o, por el contrario, abrirte un camino amplio de posibilidades desde el conocimiento pleno de su comportamiento”, considera Cuadrado.

“La moda es arte – incide Maite Oliver-- y creo que es un motor para el cambio cultural. Además, es un ámbito muy visual y que cualquiera puede observar con solo acudir a una tienda o navegar por Internet. Es una forma de expresión muy potente”. Nuestros armarios pueden marcar una diferencia en el mundo, todo depende de con qué elijamos llenarlo.

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