Fallas como tal no hay, pero fuegos artificiales y mascletà en la vida política española, como hacía tiempo no recordábamos. Una vez más la política pensada como mecanismo para tomar el poder que como gestión de la vida y asuntos públicos, tiene más atractivo para los actuales dirigentes
Si la primavera la sangre altera, en España nos hemos adelantado unas semanas, y pese a no poder celebrar las Fallas como todos desearíamos llevamos una semana de traca, las mociones, las dimisiones, las suspensiones, todo se sucede a tal velocidad que cuesta entenderlo y analizarlo con la necesaria calma que sería deseable. Antes del fin de semana se sucedieron los anuncios de mociones en varios territorios y a su vez la convocatoria de elecciones en la Comunidad Autónoma de Madrid, lo cual generó un terremoto a nivel nacional y una profunda crisis en el partido Ciudadanos, especialmente por su fracaso en la moción planteada en Murcia, pero pocos podíamos imaginar como empezaría la semana de Fallas.
Mientras la ciudad de Valencia se llenaba de grafitis en los lugares donde se plantaban las fallas para recordar que ahí se quemaba el corazón de un monumento fallero y de toda una comisión, la política española sufría una serie de noticias y cambios que la convertían en noticia de portada y han provocado una cascada de reacciones, análisis, opiniones y sobre todo la gran expectación de las próximas elecciones madrileñas, ya confirmadas y anunciadas para el cuatro de mayo. Y creo que tantas noticias merecen un comentario por parte de quienes disertamos sobre la actualidad local y nacional.
El anuncio del vicepresidente del gobierno, Pablo Iglesias, donde anunció su dimisión para presentarse a las elecciones madrileñas denota claramente que es un político de la nueva era centrado en el universo electoral: mítines, entrevistas, eslóganes, soflamas, y vender una marca o un proyecto, un estilo que se opone al político gestor que sabe gobernar y dirigir un ministerio, donde el trabajo no es tan mediático ni enfocado al contacto con la ciudadanía pero es fundamental para que la maquinaria del Estado funcione correctamente. El líder de Podemos demuestra, en mi opinión, que jamás debió abandonar la docencia y la televisión donde se sentía plenamente realizado, pero quizá ahí nunca habría logrado vivir en una gran casa en el campo y disfrutar de un estilo de vida acomodado.
La decisión del vicepresidente, por cierto, del que dependían las residencias de mayores donde ha habido récord de muertes, pero claro de eso no hay que hablar, no vamos a responsabilizarle de una nefasta gestión. Como decía, esta decisión tiene otra consecuencia muy peculiar: anular la figura de la líder autonómica del partido, Isabel Serra que cedió al instante los trastos al líder supremo y por el contrario la firme reacción de la líder del partido hermano, Más Madrid, que sí ha presentado batalla con mucha dignidad y lógica para mantener su candidatura, la señora Mónica García, que afirmó: “Las mujeres estamos cansadas de hacer el trabajo sucio para que en los momentos históricos nos pidan que nos apartemos”. No tengo muy claro que vayamos a escuchar muchas críticas a la aparición estelar del señor Iglesias. La realidad es que tanto Más Madrid, como el PP y Vox tienen como líderes y candidatas a mujeres de gran valía y Podemos y el PSOE a dos varones, uno con una buena trayectoria intelectual y otro ex vicepresidente del gobierno.
Pero la semana ha dado mucho más juego, otro capítulo en la anunciada y cada día más plausible muerte del partido Ciudadanos. Tras una tensa reunión de su ejecutiva, el hasta ahora líder en la Comunidad Valenciana y portavoz en Les Corts, Toni Cantó, presentó su dimisión total y de hecho anunció que quiere volver a su profesión de actor, si es que alguna vez se abandona una profesión así, porque todo es puro teatro, dejando descabezado al partido en estas tierras y también al centro derecha a nivel mediático, pues sus intervenciones parlamentarias llevan tiempo siendo compartidas por miles de personas y se había convertido en la voz crítica con el Consell más consistente y efectiva.
La semana ha comenzado con una apoteosis, ese momento álgido de la mascletà que todos los valencianos esperamos con emoción. Si las dimisiones y los movimientos en Podemos y Ciudadanos no eran bastante, a mitad del proceso de vacunación de los docentes se anunció casi al grito de “que paren las rotativas” con el que se detenía antaño la edición de un diario para añadir una última hora, porque la vacuna de Astrazeneca había generado reacciones adversas y desde Europa se decidió no seguir el proceso de vacunación. Los sobresaltos constantes de esta semana de no Fallas, tienen una vez más un sabor amargo para muchos ciudadanos. Cuesta creer en la honestidad de muchos de nuestros gobernantes cuando demuestran que prefieren presentarse a elecciones que gestionar ministerios y cuando las traiciones son el pan nuestro de cada día en las coaliciones gubernamentales. Si esto es la Semana de Fallas, no quiero imaginar que nos puede deparar la Semana de Pasión.