Qué hacer y a dónde ir en Todos los Santos. Planes gastronómico-lúdicos con los que sentirse muy vivo. O no
VALÈNCIA. Celebremos todos juntos la gracia divina de aquellos que han sabido superar las duras pruebas del purgatorio y llaman con los nudillos llenos de sangre a las puertas del Paraíso. Ah, dichosos, que estáis a puntito de pillar un AirBnB pared con pared con la crib del Altísimo. Ahí estáis, engrosando la nómina de beatos, mientras que nosotros, los pecadores, no estamos en lista. Pero ya se andará. Mientras, nos regocijamos en la dicha ajena a través de no uno, sino cinco planes con los que gozar del puente de Halloween aka Todos los Santos aka Día de los Muertos. Media decena de propuestas de su madre y de su padre con las que sentirse divino y maldito sin salir de la Comunitat.
Primera transgresión de este listado: nos pasamos las fechas del puente por la vaina de la espada cristiana para dirigirnos el 26, 27 y 28 de octubre a Xixona. En la localidad de la provincia de Alicante se celebra la versión de los Moros y Cristianos en versión láctea y grasa. Cuentan desde la oficina de turismo que “Xixona es de las pocas poblaciones en las que se celebran dos fiestas de moros y cristianos. Los heladeros, que durante el verano están fuera del pueblo, organizan las suyas a finales de octubre”. Vamos, que por solidaridad con el gremio que tantos desamores cura, les dejan montarse sus propias fiestas en las que reparten helados, amén de una gran ofrenda floral y el concurso de paellas de rigor. “Nunca defrauda”, especifican.
Y ya van 9 años en los que el cefalópodo se cuela en los menús de varios restaurantes del municipio de Castellón. 10 restaurantes del Bajo Maestrazgo le dan al pulpo de lonja con mágicas creaciones como la brocheta de pulpo, vieira, robellones y espárragos trigueros con salsa "sorprendente" (sic) o las bravas con pulpo.
En la misma comarca y en las mismas fechas, podemos comer aún más platos a base de este octópodo. Las Jornades del Polp a Caduf i Peix de Llotja de Benicarló siguen la misma idea: restaurantes, con menús especiales, mucho pulpo autóctono, taca y a comer. El plato más llamativo y con más homónimos, el pastel de pulpo sobre espejo de americana suave.
Del 1 al 4 de noviembre, la fiesta de las manzanas que no tienen aspecto exterior encerado como Lara Dibildos. En el municipio de Casas Bajas (Rincón de Ademuz) se celebra el acontecimiento frutal que incluye concursos de manzanas, pasacalles, mercadillos de productos agroalimentarios locales y reparto de puchero para el pueblo. Perico Sambeat y allegados ponen la nota sonora con un concierto de jazz.
El pleonasmo en toda su pureza, Halloween en Marina d’Or (invito a una pumpkin ale a quien pueda decir Marina d’Or sin acompañarlo de ‘¡qué guay!’. Aunque no tiene mucha gracia la apuesta, nadie en sus cabales querría una calabaza fermentada en su cerveza).
El complejo turístico de Oropesa del Mar promete a todos los visitantes largas veladas de sustos y risas a cargo de su personal de animación. Cabalgatas, gritos infantiles, pesadillas, hormigón y tristeza con un final feliz: el Cal Paradís de Miguel Barrera está a sólo 30’.
Mazapán cocido, yema confitada y glaseado ¡ya está aquí la pesadilla para tu línea! Vive un terrorífico descenso a los infiernos unhealthy con una de las bombas de la pastelería patria, los huesos -toda la vida diciendo ‘huesitos’ por influjo de la chocolatina industrial- de santo, que con ese nombre dan a entender que son un bocado de beatitud y vida recta, en vez de un martirio para las arterias. Encuentra esta especialidad ósea tan propia de estas fechas en la pastelería Monpla. O, si eras más de dulces de sartén, entonces abraza a la bienaventuranza con los delicados buñuelos de viento de La Rosa de Jericó, un sueño de la repostería más fina relleno de fortuna y tradición a partes iguales.
Otra especialidad repostera de estos días es la fogassa de Tots els Sants, una suerte de coca súper especial con boniato y su correspondiente monzón de azúcar glass. Muy La Vall d'Albaida style.
Y hablando de la tan vernácula coca, dicen vetustos escritos que en la mancomunidad comarcal de Els Ports, tras emperifollar las tumbas para Todos los Santos, los lugareños comían sobre ellas una coca brûlée: colocaban un cirio en el centro del bizcocho y dejaban que se consumiera hasta quemar la gruesa capa de azúcar.
Ay, el folclore.