MADRID. Una moneda digital de banco central (CBDC, por sus siglas en inglés) es la versión digital de la moneda fiat de un país, por lo que también es un activo del banco central. Emitidas y respaldadas por los bancos centrales, estas monedas digitales persiguen complementar el dinero en efectivo, no reemplazarlo. Cada CBDC representa un instrumento digital seguro, equivalente a una moneda física, y puede usarse como reserva de valor, como método de pago o como unidad de cuenta oficial. Muchos países están explorando la emisión de monedas digitales (algunos de forma más agresiva que otros) con el fin de potenciar la necesaria transformación digital que deben acometer los sistemas bancarios y de pago tradicionales.
Las CBDC combinarían la eficiencia y la seguridad asociadas a las criptodivisas con una circulación del dinero regulada, centralizada (a diferencia de las criptodivisas actuales, que siguen modelos descentralizados) y respaldada por reservas, característica del sistema bancario tradicional. La aparición del bitcoin y otras criptodivisas ha sido el detonante de esta cuestión. Los bancos centrales consideran que el bitcoin amenaza sus propias monedas, ya que puede usarse para eludir los controles de capital y con fines perversos (como el secuestro de datos o ransomware), dado lo fácil que resulta mover grandes cantidades rápidamente y a escala mundial. Las CBDC, por el contrario, estarían controladas por la autoridad monetaria que las ha emitido, que sería responsable de sus operaciones.
La creación de CBDC también podría provocar profundos cambios en términos geopolíticos. Ahora mismo, el dólar estadounidense (USD) es la moneda más usada en el comercio internacional. La creación de CBDC representa una amenaza competitiva para el dólar, ya que otros países grandes e influyentes, como China, han acelerado el desarrollo de su propia moneda digital, el yuan digital, como una forma de reforzar su poder como potencia mundial. Esta «guerra de divisas» podría tener importantes repercusiones en la política exterior de los países. Al fin y al cabo, muchos países de todo el mundo se encuentran en pleno proceso de transformación digital, lo que permitirá que algunos abandonen las tecnologías antiguas a favor de las modernas. Esto podría abrir la puerta a nuevos acuerdos comerciales basados en un marco tecnológico común que incluya CBDC.
Entre las ventajas de las CBDC destacan la reducción de los costes de transacción en comparación con el dinero fiat, una mayor inclusión financiera, al permitir un acceso más fácil y seguro a los productos bancarios, y el hecho de que la política monetaria pueda transmitirse de forma mucho más rápida que por los métodos tradicionales (lo que incluye mejores condiciones de liquidez y liquidaciones en tiempo real).
Entre las desventajas de las CBDC destacan la falta de privacidad, los riesgos de ciberseguridad ligados a la estructura, posibles problemas de implementación y shock para los sistemas existentes, retos regulatorios (a nivel comercial y de los bancos centrales), competencia potencial entre bancos centrales y bancos comerciales, o la velocidad de la red.
Erik Swords es gestor de Mellon, parte de BNY Mellon Investment Management