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Vinz: "La queja y el pesimismo no me interesan. Quiero arrancar la pasión desde el optimismo"

El artista urbano habla sobre su nuevo mural 'El Reencuentro' y pone sobre la mesa la necesidad del contacto humano entre las persona

23/08/2020 - 

VALÈNCIA. Vinz Feel Free lleva años reivindicando asuntos diversos con su arte. Empezó exhibiendo sus obras en la calle. Se dedica a fotografiar cuerpos desnudos a los que luego quita la cabeza para sustituirla por la de algún animal. Sus desnudos buscan humanizarnos, acercarnos unos a otros y mostrar la fragilidad del ser humano. Pero no una fragilidad negativa, sino percibida desde el optimismo, desde la necesidad de estar unidos unos a otros. 

En sus obras hay fuertes críticas a la normatividad de los cánones de belleza, al consumismo, a la opresión de las élites políticas y económicas, a la obsesión por criticar los géneros y orientaciones que se salgan de lo establecido. Acaba de presentar su nuevo mural, El Reencuentro, en el MuVIM, una obra de tres metros de alto por nueve de ancho en la que aparecen un grupo de personajes desnudos con cabeza de pájaro. Todos se abrazan, pues esa es, según él, la pretensión última de todo ser humano.

'El Reencuentro'

-¿Cómo surge la idea de hacer El reencuentro?
-Durante el confinamiento. De hecho está basada en una obra original que hice sobre madera. Te voy a contar una curiosidad: Resulta mi hijo se puso enfermo el 4 de marzo, entonces tuvimos que confinarnos antes. Ya nos olíamos lo que iba a pasar, de manera que durante el primer mes y medio yo estaba aterrado, porque mi hijo tenía todos los síntomas. Hasta mediados de abril estuve sin coger un pincel ni hacer una foto, dedicándome exclusivamente a sobrevivir e informarme. Cuando decidí que quería plasmar algo y ponerme a trabajar, subí al estudio, que lo tengo encima de mi casa, y me di cuenta de que solo tenía un lienzo. Uno solo. No podía jugármela mucho y no sabía cuando me iban a dejar siquiera ir a mi galería, Sabotage, donde tengo todos los lienzos. Pensé mucho qué es lo que quería hacer. Quería una obra que aunara todos loa anhelos de la gente, que fuera una especie de esperanza. Y me di cuenta de que, a través de las redes sociales, la gente deseaba el reencuentro, el volver con los seres queridos. Decidí hacer una obra en la que todo el mundo se reencontrara. Hay gente de todas las edades y sexos. Quería una obra muy optimista, que tuviera mucho movimiento y que fuera un rayo de esperanza para ese momento, el reencuentro. Lo pinté y ya estábamos a punto de entrar en fase 1. Sirvió para demostrar a la gente que esto es por lo que vale la pena luchar. Decidí llevarlo al MuVIM y al final ha salido ahora. Me parecía que esta obra podía ser una referencia para mucha gente, que muchos se podían sentir identificados. Yo trabajo con fábulas de personajes, intento mostrar lo que observo, que la gente se sienta identificada: por eso plasmo todo tipo de cuerpos, y por eso les quito la cara y les pongo una cabeza de animal para que sea más fácil esa identificación. Si ahora resulta que la segunda ola del virus nos vuelve a encerrar, mi intención es que recordemos que si un día ya lo vivimos y lo superamos, podemos volver a hacerlo.

-Tu mural surge, como cuentas, de las sensaciones extraídas de la cuarentena. Entonces, ¿tu conclusión es generar esperanza en la gente a través de tu obra?
-Claro. Al final, si te quedas con lo que la gente cuelga en redes ( comida, coches, lujo, playa...) estás en un plano muy superficial. Esas cosas son lo que la gente cree que anhela, pero durante la pandemia nadie ha deseado tener un fajo de billetes. Lo que  anhelas es poder ver a quien quieres. Eso es lo que fastidia: la falta de contacto humano. Es algo que reivindico. Independientemente de ideologías y de que seas más o menos conspiranoico, hay algo claro: estamos juntos en todo esto. El deseo de volver a tener contacto físico con quien queremos nos incluye a todos.

Foto: EVA MÁÑEZ

-¿Qué supone para ti verte expuesto en el MuVIM?
-Hace cinco años que empecé este camino. Mi idea era pasar de las calles igual que han hecho muchos movimientos, ya sean políticos o sociales. Empiezas en la calle con cierto tipo de activismo. El mío era social, y lo que me interesa es mostrar lo que veo en la gente más allá de reivindicar o exigir. Yo soy un observador y muestro lo que pasa en la calle. El problema es que la calle es muy efímera, sobretodo cuando trabajas con desnudos fotografiados, en papel. Duran muy poco. Me di cuenta de que si quería que el discurso perviviera, el siguiente paso eran las instituciones. Primero empecé en el Institut Français de València con un mural, luego llegué al Centro de Arte Contemporáneo de Perpignan. Cuando entras en un museo con una dotación económica importante, puedes hacer un proyecto muy grande y es una forma de institucionalizar lo que hasta entonces nadie sabía muy bien si era arte o no. De ahí pasé al ayuntamiento de València, hice el primer mural en un consistorio español, y luego estuve en el Centre del Carme, con la exposición de Txema Rodríguez. Y ahora el MuVIM. Mi idea es seguir en las instituciones. Es una forma de darle rigor a mi obra. En la calle puede parecer contracultura en un espacio underground, pero en el momento en que está en una sala, cobra relevancia. Es un honor.

-¿Cuando llegas a instituciones de este calado, lo que haces sigue siendo arte urbano o es otra cosa distinta?
-Es otra cosa. El arte urbano tiene como única regla que esté en espacios públicos. El discurso es el mismo, pero la relevancia no. Por un lado, en el espacio público puedes acceder a muchísima gente que no lo busca, que se encuentra de repente con algo, que no respeta unos horarios, ni una duración determinada. Y por el otro, en un espacio privado la gente tiene que ir adrede, esperar a que abran, verlo en el tiempo en que está programado. Es totalmente diferente, no es arte urbano.

Foto: EVA MÁÑEZ

-En El reencuentro se ven cuerpos en blanco y negro que contrastan con las coloridas cabezas de pájaro. ¿Tu pretensión con esta obra, es contraponer las 'cadenas' (por decirlo así) que a veces la sociedad impone al ser humano, con la libertad de las aves?
-Ese siempre ha sido mi hilo conductor, el elegir a los distintos animales desde el inicio del proyecto Feel Free. Yo trabajo así: no son personas, porque no tienen cabeza; ni animales, porque tienen cuerpo humano. Trabajo con híbridos. Cada personaje tiene una simbología concreta. Tengo varios: Las personas desnudas con cabeza de pájaro simbolizan la libertad; los policías con cabeza de reptil, la opresión; las ranas con traje son los banqueros y los políticos, y toda la gente que maneja un poco los hilos; los peces son el consumismo; el minotauro es la resistencia... Eso me permite contar infinidad de historias. Suelo sacar un personaje cada año y medio o dos. En este caso, quería que todas fueran personas libres, pájaros, que se pueden reencontrar después de un confinamiento para poder abrazarse. Y el sentido de los cuerpos en blanco y negro, es que yo mezclo fotografía con pintura. Me interesa que se sepa diferenciar. Tengo modelos que muchas veces van a las inauguraciones y me dicen: "este soy yo". Pero no. Cuando te quito la cabeza y he hecho fotos a tres o cuatro personas con la misma edad y cuerpos parecidos, dejas de ser tú. Y por otro lado, me interesa la parte de la fragilidad. El hecho de que estén desnudos, los hace muy frágiles. Los pongo a veces junto a policías, que tienen uniformes, corazas, porras... El contraste es muy fuerte. Agresividad contra fragilidad.

-¿Podrías adelantarme cuál va a ser tu próximo personaje?-Lo he sacado ya, y se olerá en la exposición que lanzaré dentro de poco en Galería 4. Son los felinos, que simbolizan la aventura, el riesgo, la astucia.

-En El Reencuentro huyes de los cuerpos normativos. Se ven desde culos planos hasta barrigas y pechos caídos. ¿Qué has querido expresar con esto?
-Yo todos los personajes que he utilizo siempre tienen completa diversidad de cuerpos. No busco ningún canon. Es cierto que algunas veces me han venido personas con cuerpos muy trabajados por la dieta o el deporte. Pero eso me da exactamente igual, porque a mí lo que me interesa es representar a toda la sociedad, que se sienta identificado el máximo número de personas posible. El otro día lancé una convocatoria para buscar modelos. Es algo que hago cada 3 o 4 años, cuando necesito una gran cantidad de modelos. Para el próximo proyecto necesito unos 150 o 200. Ya tengo más de 80. Estoy intentando que la gente se apunte, pero normalmente no busco yo a la gente, sino que son ellos quienes me contactan. A partir de ahí, la gente te dice que quiere participar. A muchos les sirve como terapia. Intento tratarlos con muchísimo respeto, para que luego se sientan orgullosos.

Foto: EVA MÁÑEZ

-¿Dices que es como una terapia para ellos por la lucha contra los cánones de belleza?
-Por la lucha y porque a lo mejor no se sienten representados por los desnudos que se suelen ver. Hoy en día existe un problema: en las redes, en los medios, en todo lo público, es casi imposible mostrar un desnudo. Desde hace 4 años yo pixelo pezones y genitales. Me han baneado un montón de veces, y me dijeron que una más y me cerrarían las cuentas. Los que trabajamos con desnudos tenemos que pixelar, es complicado porque ahora mismo, la única forma de ver desnudos de forma masiva a través de plataformas, es la pornografía. Te ofrece todo tipo de situaciones salvajes y sexualizadas. Mi trabajo no. Mi trabajo son escenas cotidianas, personas normales haciendo su día a día con sus cuerpos normales. Me interesa normalizar el desnudo humano, no sexualizarlo.

-Cuéntame el proceso de confección del mural.
-Tenía claro que quería mostrar el reencuentro de muchas personas. Estaba la dificultad de que no podía hacer fotos, porque no podía salir de casa. Lo primero que se me ocurrió fue intentar dirigirlo desde casa, a través de webcams. El problema es que así la fotografía no tiene suficiente calidad. El mural son 3 metros de alto por 9 de ancho. Necesitaba hacerlo con una Reflex, así que tiré de archivo. Tengo la suerte de haber hecho muchísimas sesiones de fotos durante los últimos 9 años. Tengo más de 300 cuerpos desnudos. Como tenía tiempo para trabajar, empecé a revisar fotografías de archivo, seleccioné los cuerpos y posiciones que me interesaban, y creé una composición con 18 personajes de izquierda a derecha, donde hay abrazos, caricias, saludos... Y un personaje en el centro con los ojos abiertos, que invita al espectador a unirse a ese abrazo masivo.

Foto: EVA MÁÑEZ

-Tu trabajo ya no está ligado al arte urbano, como decías, pero, ¿hasta qué punto crees que el arte urbano ha roto ya con su estigma para empezar a ser considerado de una vez por todas un arte?
-Hace ya tiempo que se cruzó esa línea. Yo empecé con las subastas de arte en Francia, en 2014. El arte urbano ha ganado por goleada esta segunda década del milenio. Desde 2010 hasta 2020, en prácticamente todas las ciudades del mundo ha habido un festival, una exposición, una muestra o incluso retrospectivas de artistas de arte urbano. Para mí es la tercera vanguardia. Las primeras fueron el Futurismo, el Cubismo, con Picasso, Dalí; a principios del siglo XX. La segunda vanguardia fue el pop-art, el arte popular, que llegó a miles de personas a través de Warhol y Lichtenstein... Y luego ha habido unos años en los que el arte ha estado ha estado en manos de las élites. Ahora, con las nuevas tecnologías, se ha dejado paso al arte urbano. El arte del siglo XXI, aquel que puede consumir la gente a la que no le gusta el arte. Siempre ha habido gente que me ha dicho: "es que yo no entiendo el arte, no voy a los museos...". Es algo que no sucede, por ejemplo, con el cine. A ti igual te gusta el cine de autor, y a mi el de acción o la comedia romántica, pero a los dos nos gusta el cine. Con la música, lo mismo. A ti te gusta el heavy y a mi el flamenco, pero nos gusta la música. Con el arte eso no pasaba, y ahora sí. Ahora hay cientos de miles de personas a las que les apasiona el arte urbano, y que van buscando tanto en museos como al aire libre a sus artistas favoritos. Antes apenas tenían contacto con el arte.

-En 2015, en una entrevista para Culturplaza, decías que en València no había galerías o coleccionistas potentes que apoyaran el arte urbano al 100%. Entonces, ¿esto ha cambiado?
-Sí. Tenemos a Plastic Murs, que lo lleva Vicente Torres; Sabotage, centrada en arte urbano; el Centre del Carme, que todos los años realiza muestras de artistas urbanos de primer nivel; y otras galerías pequeñas y medianas que en algún momento del año programan muestras de artistas urbanos. El panorama ha cambiado muchísimo.

-En alguna ocasión has dicho que la intención de tu arte es cambiar el mundo. ¿En qué sentido lo intentas con El reencuentro?
-Lo intento en el optimismo y la esperanza. En la mayoría de piezas que he podido ver había una crítica, un aspecto negativo. Yo quería centrarme en lo positivo, en cambiar el mundo hacia algo mejor. La queja y el pesimismo no me interesaban. Quería arrancar la pasión de la gente, que sepan por qué estamos haciendo esto, por qué estamos luchando, qué sentido tienen todos estos pequeños sacrificios que hemos tenido que hacer y que estamos haciendo. Para un día poder reencontrarnos.

Foto: EVA MÁÑEZ

-¿Quiénes dirías que son tus referentes en el mundo del arte, en general, y en el arte urbano en concreto?
-Esa pregunta es dificilísima. Son cientos. Cada vez digo una cosa. Te puedo decir El Bosco, John Baldessari... Desde gente muy conceptual, hasta personas venidas de cómic o del cine y la ciencia-ficción, de las Fábulas de la Fontaine. Creo que hasta salir al balcón a ver a la gente es una fuente de inspiración. La inspiración viene desde cientos de sitios diferentes. ¿Referentes? Quizás la pregunta debería ser: ¿Quién no es referente? Y aun así tendría que pensarlo mucho, porque los caminos por los que no quiero ir también son referencias de alguna manera.

-¿Tienes próximos proyectos en mente?
-Estoy haciendo una exposición para Galería 4 que va a ser muy potente. Luego, un proyecto para octubre del que todavía no puedo hablar, que va a ser bastante gordo. Estoy intentando recoger un montón de modelos que quieran posar. Son unas sesiones muy sencillas, pero el proyecto es muy difícil, porque tiene mucho de composición y es a gran escala: todo lleno de gente desnuda en exterior. Y en esas estamos, con esas dos cosas, en cuanto se terminen descansaré.

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