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Volverán las oscuras golondrinas

Parafraseando al poeta Bécquer, este tiempo pasará y debemos aprender de lo que nos deja.

17/05/2020 - 

VALÈNCIA. Recuerdo cuando a finales de febrero y en la disputa del mundial de Berlín, saltaba la sorpresa y mi compañero de madison y de Movistar Team Albert Torres era confinado en un hotel de Dubai durante la disputa del Emirates Tour por la aparición de diversos casos de coronavirus en el pelotón. Esa fue mi primera “aproximación” al “maldito” virus y desde entonces todo, todo ha ido muy rápido.

Tras el regreso a España, debíamos empezar la planificación para Tokio, aunque antes teníamos una carrera y un gran acontecimiento “festivo”: la boda precisamente de Albert, un día esperado por todos los amigos ya que iba a ser una jornada festiva que suponía el despegue de toda la preparación para los Juegos. Recuerdo cómo durante la tarde de ese jueves 12 de marzo estuvimos enviándonos muchos mensajes y llamadas. ¿Vamos? ¿No vamos? ¿Se puede volar? Mensajes que finalizaron cuando, con muy buen criterio, los novios cancelaban el enlace, casi al mismo tiempo que se decretaba el estado de alerta en nuestro país.

Durante esos días en los que de repente todo cambia, es cuando te das cuenta de lo felices que éramos, de lo privilegiado de nuestra situación y de cómo hay que valorar los momentos y lo que tengamos. Cómo tenemos que dejar de quejarnos y ser mucho más constructivos.

Disfrutar de nuestro trabajo saliendo a rodar a la carretera, charlar con el equipo y los compañeros para analizar una carrera o planificar los próximos viajes y objetivos son acciones tan sencillas, tan del día a día, que no las valoras hasta que no las pierdes. Y de momento las habíamos perdido, por lo menos como las conocíamos hasta ese momento.

Sin embargo pese a esa anómala situación, como deportista no toca otra que seguir trabajando, que seguir entrenando y seguir luchando por conseguir nuestros sueños. Y si nos cambian las circunstancias, no queda otra que sobreponerse y adaptarse. Como tanto se dice ahora, “saliendo de nuestra zona de confort”. Y eso es lo que he hecho: adaptarme y seguir. Porque en el deporte de élite solo queda seguir trabajando, seguir luchando y seguir creyendo. Creer en que los sueños se cumplen y que si este año no hemos podido viajar a Tokio, lo haremos el próximo, y pensar que da igual el 20 o el 21, que lo importante es conseguirlo.

Por eso, y como titulo este relato, "volverán las oscuras golondrinas". Volverá todo a la normalidad (supongo que bastante diferente) pero los sueños nunca desaparecerán, sino que más tarde o temprano se cumplirán. Y más contando con el apoyo de instituciones como la Fundación Trinidad Alfonso y su Proyecto FER, que nos ayudan a creer y a luchar, con virus o sin él, pero siempre con la fuerza necesaria.


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