Si bajase ahora mismo a la calle y les preguntase a los transeúntes qué les preocupa, estoy segura de que me dirían: la política y sus representantes, la economía y la sanidad. Sobre los dos primeros puntos espero escribirles de nuevo pronto, sobre los dos últimos hablemos un poquito hoy.
Es evidente que, ante una situación sin precedentes en las últimas décadas como la que estamos viviendo estos meses, no podemos pretender que todo vaya bien. Es normal que nuestra economía se resienta en muchos de sus aspectos o que nuestra sanidad se sature y bordee el colapso por el alto número de contagios. Las señales de SOS, a veces desesperadas, para que desde los distintos gobiernos se actúe con contundencia muestran sectores que viven al límite.
Y tenemos un plan (o planes) unánime de todos los grupos parlamentarios democráticos, de los agentes sociales, de la sociedad civil, tenemos una idea de cómo reflotar nuestra economía y cómo mitigar los efectos de la covid-19 sobre la atención asistencial en nuestros hospitales y centros de salud. Hasta aquí todo claro.
Tenemos claro que los servicios públicos han sido el principal dique de contención de esta crisis, que las condiciones de las personas que trabajan y las que son asistidas por la nuestra sanidad pública deben mejorar, que la covid ha supuesto un reto para nuestros centros educativos y que nos han saltado las costuras por todas las partes de nuestro traje administrativo. ¿Pero tenemos claro cómo pagarlo?
Ahora no solo me bajo a la calle, sino que me introduzco en las distintas conselleries para preguntar cómo debemos actuar. La pregunta es muy sencilla: ¿Qué necesitamos para poder actuar con contundencia? Y la respuesta es más obvia aún: dinero y recursos humanos.
¿Cómo conseguimos ese dinero y esos recursos humanos? Los colegios no se pagan solos. Ni los hospitales. Ni la atención primaria. El refuerzo de profesores en nuestros centros no nace de una bolsa de voluntarios. Los funcionarios no son miembros de una ong. Las líneas de ayuda al autónomo o una línea de subvenciones para reorientar la economía tampoco se pagan solas. Que un médico pueda disfrutar en Alemania del doble de tiempo asistencial y el doble de sueldo que aquí (¿¿por qué se irán??) no es una circunstancia que pueda compensarse sin una previsión financiera estable.
La infrafinanciación de nuestra autonomía existe y es reconocida a todos los niveles. Aquello de que Cantabria recibe unos 800€ más por habitante que la Comunitat Valenciana es algo que se entiende fácilmente y que ha calado incluso en ciertos sectores de nuestra sociedad. Nos mostramos como un claro ejemplo de desigualdad entre las CCAA. Pero, ¿hay alguien que nos escuche al otro lado?
Claramente no. Este lunes se ha vuelto a ver en la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera. Nada nuevo bajo el sol: los mismos argumentos, la misma negativa gobierne quien gobierne en España, la misma falta de empatía. Seguiremos ofrendando glorias. Reunión tras reunión no se toman medidas para atajar la falta de equidad entre los distintos territorios. Los gritos de esperanza de nuestro conseller de Hacienda contrastan con una palpable sensación de hartazgo que yo, personalmente, empiezo también a acusar. Es posible que sea porque mi partido no tiene sede en la capital de España ni esté en su gobierno.
La realidad, al fin y al cabo, es que nos han vuelto a decir que no. Que no nos van a compensar con medidas transitorias pese a que nuestra deuda crece por un sistema que se nos impone, que tampoco esperemos que nos reconozcan esa deuda histórica; y sobre todo, que vamos a seguir siendo una autonomía pagana bordeando ya el terreno anticonstitucional. Ya se lo anticiparon a Joan Baldoví en el pasado mes de mayo; es más, la Ministra Montero le avisó “no enrede señor Baldoví”. El trato despectivo, en cuanto a nuestras aspiraciones como pueblo, siempre por delante en lo que se refiere a Madrid.
Por tanto, esta semana no cabía más que esperar a lo que pasó finalmente. Llegamos con nuestras cifras de infrafinanciación. Con una lista de medidas que nos han convertido en la comunidad autónoma con menos incidencia Covid en el ámbito educativo. Con la curva de contagios domada por el momento. Con nuestras necesidades para sostener nuestro autogobierno, el que paga nuestros coles y a nuestros centros de salud. Y nos lo volvieron a decir: “Vuelva usted mañana”.
En Madrid deben pensar que las cosas pasan por casualidad. Que se pagan solas. Que el virus avanza menos en unas comunidades que otras por factores aleatorios. O alguien en Madrid se piensa que somos muy ingeniosos a la hora de gastar los cuartos. O se piensan que somos muy tontos. Hartazgo.