Crítica de cine

'Yalda, la noche del perdón': Alimentar el monstruo mediático

30/04/2021 - 

VALÈNCIA. El circo mediático es un tema recurrente en nuestro país. En los debates televisivos se tratan todo tipo de temas que nos llevan de las discordias familiares, los engaños sentimentales a la corrupción o los malos tratos. De la trivialidad a cuestiones fundamentales de la sociedad en la que vivimos, mostrándose todos ellos, los menos y más graves, a través de una pátina deformada de sensacionalismo y frivolidad. El petardeo llevado al espectáculo de masas donde lo que menos importa son las personas y sus sentimientos. Se pueden hacer juicios paralelos, pero las consecuencias reales no tienen que ver con permanecer con vida o ser ejecutado. En Irán sí. Allí hay reality shows en los se juega precisamente con eso: un condenado a muerte se sienta en un plató a la espera de si es perdonado o no por su crimen mientras la audiencia vota a través de porcentajes.

Es lo que cuenta Yalda, la noche del perdón, la segunda película de Massoud Bakhshi, en la que asistimos a la grabación en directo de uno de esos programas en el que se decidirá el destino de una persona, en este caso el de Maryam, una joven de origen humilde de 22 años que mató accidentalmente a su esposo, un empresario de 65 años, tras una discusión doméstica. Después de haber estado unos meses en la cárcel, y de (supuestamente) haber perdido al hijo que esperaba tras el parto, se enfrentará en el plató a Mona, la hija de su marido, que tendrá en sus manos la decisión de perdonarla, indultándola de la pena de muerte, o hacer uso de la Ley del Talión, del ‘ojo por ojo, diente por diente’.

El director nos introduce en esta dramática historia a través de toda la parafernalia propia de los programas de televisión: coordinación de invitados, maquillaje, escenario, estudio de grabación, actuaciones musicales…; de manera que, en medio de todo eso, nos encontramos con los ojos desencajados y repletos de desconcierto de Maryam. Ella será nuestro único apoyo humano dentro de todo este microcosmos en el que todos los demás personajes se centrarán únicamente en llevar a cabo sus objetivos, algunos tan prosaicos como que la emisión funcione y sea un éxito de audiencia.

A lo largo de la película descubriremos qué es Yalda (una celebración zoroástrica que marca el comienzo del invierno y que sirve para reunir a las familias en casa), lo que significa un ‘matrimonio temporal’ (sigheh) y, por supuesto, de qué manera tan insólita se puede aplicar la justicia en Irán y todo el fundamentalismo religioso que rodea la sharia.

La película de Bakhshi gira en torno a todo eso, pero también pone de manifiesto muchos otros problemas sociales, como las diferencias de clase, las dinámicas de poder que se establecen a partir de estas cuestiones y de qué manera reacciona cada una de las personas implicadas dependiendo de estas circunstancias, desde la humildad o el orgullo.

Bakhshi además de utilizar el lenguaje televisivo para la filmación del programa, también juega con los códigos del cine judicial, ya que al fin y al cabo el plató termina convirtiéndose en una corte procesal. Al mismo tiempo todo este espacio, delante y detrás de las cámaras se erigirá también en protagonista como auténtica ratonera. La cámara seguirá a Maryam por los pasillos, atenta a sus reacciones, de manera que poco a poco se irá creando un estado de tensión insostenible. La incomodidad no es solo formal, también narrativa, enfrentando a los espectadores a una encrucijada moral en la que quedan claras muchas cosas, entre ellas la indefensión de los derechos de las mujeres (sobre todo si son pobres) dentro de una sociedad patriarcal y represiva.

Yalda, la noche del perdón se convierte en una afilada y reveladora sátira del mundo en el que vivimos, tanto en Irán como en España, que contiene una interesante reflexión sobre la forma en la que se utiliza la penitencia y el perdón como elemento de entretenimiento en un marco político y social marcado por el castigo y la condena.

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