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reflexionando en frío / OPINIÓN

A Koldo le hemos creado nosotros

27/02/2024 - 

Lord Acton dijo aquella frase tan manida de que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Lo de los contratos enmascarillados de Koldo García no es una causa sino una consecuencia de ese estatus que tienen los políticos, una influencia que ha convertido a Montesquieu en un mito, en los padres, en el Rey Mago de las democracias occidentales. Utopía que obsequia con regalos de Navidad en forma de millones a esos lazarillos patrios que utilizan el cargo que ostentan como fin en lugar de como medio, se sirven de su poder en lugar de usarlo para servir a los que les han votado. Otro clásico leitmotiv que se invoca cuando nos indignamos con nuestros representantes suele ser ese que percibe a los políticos como un mero reflejo de nosotros mismos. Lo cierto es que gente como Koldo García y sus imitadores (hay de todos los colores políticos) no son más que una creación nacida de nuestra innata sumisión a la clase política. Les tenemos mal acostumbrados, las deferencias protocolarias les han hecho pensar que están por encima del bien y del mal.

Ya escribí en este espacio la incomodidad que me producía que los políticos coparan el foco en las galas empresariales o de otra índole. Me hacen gracia también las ostentaciones en las fiestas patronales, los palcos vip en las mascletás, las fallas y barracas de autoridades… No hacemos más que ahondar en su relevancia, en hacerles ver lo elementales e importantes que son, hay que tener una cabeza muy bien amueblada para no sucumbir ante tanto peloteo. Serán pocos quienes no terminen creyéndose superiores al común de los mortales, a la ciudadanía que les ha puesto ahí. En todo momento tienen la necesidad de que alguien les recuerde la distancia que existe entre los de abajo y ellos. Recuerdo que en una ocasión hice una entrevista a un político, y un periodista veterano reprobó que no le tratara de usted al realizarle las preguntas. Nunca he entendido que se naturalice tutear a un profesional de fuera de la política, pero a un dirigente se le tenga que rendir más respeto. ¿Es que acaso no son servidores públicos? Creo que estamos viviendo como si en realidad los que les servimos somos nosotros a ellos. Se ha generado un estado de bienestar político del que pocos son capaces de renegar o de lanzar una piedra de toque que haga explotar la burbuja.

El pasado 18 de febrero fueron las elecciones gallegas y Democracia Ourensana entró por primera vez en el parlamento autonómico. Me alegró esa pequeña victoria demoscópica porque me seducen todas las formaciones que sometan a las instituciones a la mínima reflexión sobre el sistema establecido. Precisamente en Galicia, Podemos y el Sumar de su paisana Yolanda Díaz no han conseguido saltar la barrera electoral y entrar en la cámara como consecuencia de que la ciudadanía ha percibido que se han convertido en la casta que ellos mismos criticaban tiempo atrás. Nuestros dirigentes parecen ser parte de una clase social diferente a la de los demás; situación privilegiada que les mantiene alejados de la tierra que pisamos los demás (así se explica lo desconectados que están de los problemas de la agricultura). Con motivo de la reapertura de una estación de tren, el alcalde de un municipio de la Comunidad Valenciana y Carlos Mazón se subieron al tranvía para hacer el primer viaje de rigor. Al ver el vídeo pensé en que quizá sería una de las pocas veces que ambos se subían en el transporte público (aunque hay que decir, que el presidente de la Generalitat Valenciana es de los políticos a los que menos se les ha subido el champagne de la pompa y circunstancia).

Deberíamos educar a nuestros dirigentes, rebajar la liturgia institucional que les endiosa hasta el punto de que en algunas ocasiones tengamos la impresión de que caminan bajo palio saludando a sus fieles. Aleluya cuando dejemos de divinizar su figura y les tratemos como personas de carne y hueso.  

Amén.         

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