CASTELLÓN. ¿Es la Comunitat Valenciana la meca de los macrofestivales en España? La respuesta, en el aire, no es fácil de responder. Sin embargo, es en la costa mediterránea donde se concentran buena parte de estas citas musicales que, año tras año, buscan alzar su imperio entre playa, tierra o montaña. Fue, de hecho, en 1995 cuando la primera edición del Festival Internacional de Benicàssim encendió la mecha de un nuevo modelo de turismo cultural que no ha dejado de crecer exponencialmente. Es innegable, además, que con el tiempo los macrofestivales de música se han convertido en más que un encuentro sonoro, y no solo porque en él se vistan -a modo de pasarela- las últimas tendencias de moda; citas como el Arenal Sound son a día de hoy un producto de promoción internacional de primer orden por su repercusión en el tejido empresarial local. En enero de este mismo año, la Generalitat contó con dos stands propios en el espacio de Fitur Festivales, donde actores y diferentes agentes musicales pudieron mantener reuniones y exponer allí sus productos.
No obstante, “hacer números” ya no es suficiente, los festivales se enfrentan a una nueva orden: el de ofrecer un turismo sostenible y seguro. Ya sea a través de los conocidos como puntos violenta -zonas que se sitúan en el mismo evento para proteger, especialmente, a las mujeres de cualquier agresión sexual- o el cada vez más restrictivo control de acceso a los recintos. En este sentido, la Fira Valenciana de la Música se erige en cada una de sus ediciones para tratar de trazar un diagnóstico crítico del sector, gracias a las mesas redondas y ponencias que organiza entre más de 400 profesionales del sector. Entre las diversas citas programadas para su sexta edición, este viernes ha tenido lugar un Informe sobre el crecimiento y la perspectiva de los festivales, a cargo de Albert Salmerón, presidente de la Asociación de Promotores Musicales (APM) y director de Producciones Animadas; y Manuel Ángel López, abogado especializado en la industria musical. Desde Castellón Plaza recogemos algunos de los interesantes apuntes que se dieron durante la charla.
“Hace poco más de veinte años que los festivales eran un terreno desértico en nuestro país. Las experiencias que había habido anteriormente eran las de un formato ‘ciclo de jazz’, alejadas de las propuestas de dos o tres días, donde se despliegan varios escenarios con mucha concentración de gente y muchos artistas en un mismo evento. Las primeras experiencias llegaron, por ejemplo con el Doctor Musical Festival, que celebró su primera edición en los años 96 en los Pirineos y que para el próximo año se celebrará su reencarnación. También, un par de años antes, llegó el FIB, el Sonar o el Espárrago Rock que inició la tanda de festivales en el 89. Estos fueron los primeros pasos, pero el ecosistema ha ido creciendo, evolucionando y extendiéndose por toda la geografía.”
“Por el camino han ido apareciendo citas masivas y con gran peso, no solo en el estado español sino también en el internacional. Festivales que son referencia como pueden ser el Primavera Sound y el Sonar. Este cambio de piel ha provocado que tengamos un panorama muy diferente de la industria de la música en directo; el ecosistema ha cambiado mucho porque los festivales han cambiado las reglas del juego. En efecto, también están afectando al funcionamiento de los conciertos en sala, dado que hay artistas internacionales que prefieran hacer festivales antes que giras porque los caches que reciben son mucho mayores. Del mismo modo que el publico prefiere ir a un festival, porque paga una entrada y ve a 30 o 40 artistas.”
“Además, la burbuja no ha llegado a su techo. Hay festivales que no funcionan pero como no funcionan las panaderías o algunas zapaterías. Pero quienes encuentran un modelo adecuado consiguen que su festival funcione.” (Albert Salmerón)
“Sí que hay un tipo de festivales que programan artistas de nuestro territorio y se encargan de que haya unos pocos cabezas de cartel, que son los que tiran de las ventas de tíquets. Al fin y al cabo, uno de los objetivos es poder hacer la siguiente edición del festival y para eso hay que vender las entradas. No se si es un problema, porque también los festivales requieren de estímulos para seguir vivos. Igualmente, también existe una gran especialización. Y probablemente el futuro de los festivales pase por aquí, por la especialización. Que puede ser ir en direcciones diferentes, no solo por el tipo de música que se hace, sino por el tipo de festival que e ofrece. No hay que olvidar que al final no es solo música, lo que estás vendiendo es su experiencia.” (Albert Salmerón)
“Primero de todo quiero apuntar que cuesta mucho vender entradas. En la mayoría de conciertos no se agotan y en una buena parte no se llega ni al 50% de la capacidad vendida y son deficitarios. Sí hay una parte de negocio y la gente ha visto que puede participar en eso, pero hay una parte de compromiso y militancia donde hay profesionales que hacen festivales de lo que les gusta. Aun así, la gente que se dedica a la reventa, busca, conoce y son expertos en el tema. Es un tema complejo y delicado. Para la APM, uno de los que más preocupan. De hecho hemos participado en la consulta pública que hizo el Ministerio de Cultura para poder regular la reventa y hace unos días se presentó el informe que preparó la comisión, del cual hay algunos puntos que no estamos conforme. Se propone la obligación de hacer entradas nominativas, y es complejo que nos obliguen. Además puede ir bien pero tampoco han solucionado todos los problemas, sino que encima comportan otros nuevos. No creo que debamos ir por esa vía, porque así los afectados somos los promotores, en lugar de ir contra las plataformas digitales de reventa, de las que además colabora claramente Google permitiendo publicidad.”
“El problema es que la especulación que se produce, pero además hay una parte fraudulenta en cuanto se venden entradas que son falsas porque están duplicadas, que no están ni dos, ni diez, puede que veintidós veces. Esto impide, así mismo, la entrada de personas a un concierto, con lo que genera conflictos. Encontramos mucha gente que puede haber incurrido en costes altos y que viajan desde el extranjero”. (Albert Salmerón)
“En la normativa actual no hay ninguna sentencia que haya dicho que sea abusivo vender comida y bebida en los festivales, pero tampoco veo ningún problema en que se limite ese acceso. De igual modo, las condiciones cuando se compra una entrada ya se conocen. La Asociación de Consumidores sustenta que las actividades de un festival no son la de restauración, que es una actividad residual, no principal. Pero, eso nos llevaría a un planteamiento de cualquier actividad empresarial muy plana, porque si yo soy un restaurante puedo dar comida pero no bebida. De hecho en Reino Unido pasa que por las licencias, hay sitios en los que has de llevarte tu comida a los restaurantes. Por otra parte, nos encontramos a que gracias a la consumición muchos festivales pueden tener las entradas más accesibles”. (Manuel Ángel López)
“En los festivales, la hostelería es una entidad principal, porque no son viables sin esa actividad. Solo con las entradas hay pocos festivales que se puedan aguantar, si es que los hay. Además, con la pulsera tu puedes entrar y salir, con lo que tampoco estás obligado a consumir dentro del festival.” (Albert Salmerón)