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una imagen vale más que mil versos

Ana Rosa, Ruzafa y el BOE: Iván Rojo deconstruye el costumbrismo en ‘Agente Doble’

1/04/2024 - 

VALÈNCIA. ¿Qué tienen en común Ana Rosa, un coche Ford y el BOE con Picassent? Todas estas palabras -personas, lugares y objetos- caben dentro de los versos del valenciano Iván Rojo, y más concretamente dentro de Agente Doble, su último poemario publicado junto a la editorial Rasmia Ediciones. Este libro, de cuidadísima edición, con tapas de cartone truncado y tintado de amarillo se nutre de las imágenes de la zaragozana Pilo Gallizo y de las creaciones alocadas de Rojo para conformar una suerte de fábula en versos sobre el costumbrismo, València, lo kitsch y las fabulaciones de un ser humano que puede hilar todo tipo de palabras para hablar desde el color Amarillo hasta de un Ponche de huevo pasando por África y el Powerade en un libro que desborda imaginación sílaba a sílaba.

La manera de componer del valenciano -ya que se le queda corto lo de escribir- es bastante peculiar, lo mismo le viene la inspiración sobre algo y pide a Gallizo que busque una imagen que lo represente o “se lanza a la piscina” y le pide a Gallizo una imagen de su archivo para generar algo desde cero: “Creo que una de las cosas significativas de este libro es que no sigue un patrón, el libro se crea con una comunicación de doble sentido en cuanto a la iniciativa de la escritura, yo buscaba un texto y ella buscaba en su archivo o al revés”, explica sobre este poemario ilustrado, “digamos que ha sido una iniciativa que ha ido fluctuando entre ambos y que esto a su vez se ha ido dilatando en el tiempo, hemos ido pasándonos la pelota y al final ha salido esto”, añade. Entre los versos Rojo retrata una Valènca que se inunda de modernos y que se ve invadida por las maletas, también de la cotidianidad que se podría vivir en cualquier ciudad.

“A mi lo que me motiva de escribir es captar una imagen cotidiana en un escenario que tengo muy localizado e ir deformando lo que captan mis ojos. Más que tirar de imaginación me apoyo en una inspiración real y lo paso por el filtro loco de mi cerebro”, añade. Basándose en escenarios conocidos e historias cercanas coge fragmentos de realidad “bastante extrapolables” y trabaja sobre los lugares más sobados desde su propia realidad: “Me sale de una forma muy natural, me considero una persona bastante observadora y reflexiva. Hay ideas que acuden a mi mente días después de verlas, y ahí es cuando las enlazo con cuestiones que me planteo habitualmente”, explica tras su personalidad observadora con la que permite que el ingrediente común en sus relatos sea “la búsqueda del cuestionamiento propio”.

Pero… ¿Qué pintan los bólidos o Ana Rosa en este cuestionamiento? Pues bien, a veces Rojo se encuentra entre ideas y elementos con los que a priori no tiene nada que ver, y los deconstruye hasta llevarlos a su terreno: “Intento establecer puentes con la gente a través de lo que escribo, descifrar las ideas para descifrarme a mi mismo”, explica el poeta, “la escritura me ayuda a sentirme un poco más integrado en el entorno”. Entre sus relatos pasea con perfiles cada vez más presentes en las calles: como esos “jóvenes que pedalean por el carril-bici de la avenida Pérez Galdós yendo de su Airbnb al barrio de Ruzafa o al revés”, tal y como los retrata en su poema Ponche de huevo, en el que también los ve como “miembros de una secta amorosa o CEOs de las multinacionales tecnológicas del futuro”, y “algunos hasta llevan flores en el pelo”. Entre los versos escribe también un relato sobre el presente que le rodea.

“Con los textos me mantengo bastante al día y represento las preocupaciones de mi vida cotidiana, soy una persona que observa la realidad actual y hay algo de social en eso. No es desde un punto de vista reivindicativo ni de denuncia, intento mantenerme distante de lo que capto”, explica quien se apoya en los textos a veces como diario en el que escribe “casi manera compulsiva”. Es por ello que el lector igual se vea reflejado entre las páginas, aunque no debe atemorizarse… La vida de Rojo se basa en generar un relato de sus propios tiempos, una historia de lo que le rodea a golpe de pluma y verso donde caben desde los viandantes más aburridos hasta la más famosa estrella de la tele. Ni nadie, ni nada, está a salvo del Agente Doble. 

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