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Año 2023, decepcionante desempeño de la economía China

Foto: EUROPA PRESS/CONTACTO/HUANG JINGWEN
30/07/2023 - 

Hace un par de semanas estuve comiendo en un lugar mítico, enclavado en el Mediterráneo más puro de Denia, la insuperable terraza del restaurante el Pegolí. Si a algo debe parecerse el paraíso es a esta fiesta de azul, de mar y cielo, de gualdo del arroz a banda intenso y sabroso que sirven y del coral intenso de sus deliciosas gambas. Todo orquestado por la enérgica Maria Ángeles y su fiel y austral Fernando de una forma impecable y eficaz. El motivo de esa comida era agasajar a un buen amigo inglés que ha sido abogado prominente en China y concretamente Hong Kong durante más de 20 años. Su involucración en algunas de las transacciones en la región más relevantes de estos últimos años ha sido destacada. Así, su conocimiento de ese mercado y de las dinámicas de su activad es privilegiado. Y si bien, como he dicho, estábamos literalmente en la gloria y lejos del mundanal ruido, su testimonio de la situación de la economía china actual no dejo de provocarme una inquietud profunda.

¿Qué es lo que ha pasado en los últimos meses en la economía del gigante asiático?, ¿dónde estamos ahora? y ¿qué puede suponer para el mercado la desaceleración en China?

Lo más destacable que ha sucedido recientemente en China y que ya ha sido comentado antes en esta columna ha sido el golpe de timón por parte del gobierno chino en relación con la política instaurada de Covid 0. A finales de 2022, y después de implementar por las autoridades chinas de una forma que solo puede calificarse de obcecada una política que puso al país al borde del estallido social, se levantó toda restricción frente al Covid. En efecto, la situación era alarmante. La economía china estaba sufriendo severamente: para un país acostumbrado a crecimientos económicos anuales del 9%, no superar el 3% suponía un fracaso notable que hacía que padeciese su expansión más lenta en cuarenta años (en la terrible época de la revolución cultural que provoco el colapso casi total de aparato productivo de China). Los confinamientos en ciudades tan relevantes como Pekín o Shanghái resultaban dramáticos para la población que ante envíos de alimentos que no llegaban a ciudadanos encerrados, llegó incluso a pasar hambre. 

Por otro lado, el desempleo juvenil batió récords de 20% (los jóvenes siempre castigados), el sector industrial y manufacturero (la joya de la corona de la economía china) renqueaba y los beneficios de las compañías chinas se reducían de forma significativa. Por lo tanto, el Presidente Xi tenía pocas opciones. O levantaba las medidas que estrangulaban al país o estás se lo podían llevar por delante.

El destituido Ministro de Exteriores, Qin Gan. Foto: EUROPA PRESS/CONTACTO/CAI YANG

Nunca sabremos cuantas víctimas de ciudadanos chinos supuso ese cambio abrupto de política sanitaria. También tardaremos en saber qué pasó con el belicoso Ministro de Exteriores chino Qin Gang aunque, como decía Gandalf, esa es otra historia. O quizás no. Quizás esté relacionada con el posicionamiento más atemperado que ha debido adoptar Pekín ante sus malos resultados económicos como veremos más adelante. En todo caso, la primera reacción de la economía china fue extraordinariamente positiva. Toda situación de represión provoca una reacción de exceso que puede resultar hasta gozosa pero también exagerada y excesiva. Y siempre temporal. Y los excesos, lamentablemente, a la larga, y a veces a la corta, siempre pasan factura. Sin embargo, las expectativas eran más que favorables en enero y febrero de 2023. La economía, tras el levantamiento de las medidas arrancaba vigorosa: importante recuperación del consumo, una vuelta a la normalidad de la producción manufacturera, optimismo y alivio de los ciudadanos chinos con recuperar sus vidas.

No obstante, la fiesta ha durado poco. El Banco Mundial pronosticó a principios de año que el crecimiento de China para este año iba a ser de un aceptable 5.6%, lo que suponía un incremento del 1.3% frente a sus previsiones del año 2022. Esto se debía, sobre todo, al inicial repunte del consumo post pandémico de la población china. Pero ya a partir de abril 2023 ha tenido que revisar a la baja su análisis de crecimiento de numerosas economías debido a la ralentización del crecimiento global en general y el alza de los tipos de interés generalizada. En el caso de China, el Banco Mundial sitúa sus expectativas de crecimiento en un 5,2%. Otras agencias de calificación han sido menos benevolentes. Por ejemplo, la agencia Fitch ha revisado el crecimiento de un inicial 5% a un 4.1%. Entre las agencias de calificación es la primera que ha actualizado el crecimiento de China. El resto son muy prudentes y todavía no son capaces de prever el impacto real de la mencionada desaceleración. 

Lo que resulta evidente es que las cifras de consumo, inversión y ventas del mercado inmobiliario se han colocado por debajo de las expectativas. Incluso algunos expertos vaticinan que la economía no crecerá en la segunda parte del año 2023. Esta situación de cierto enfriamiento quizás ha resultado positiva, a muy corto plazo, para la economía mundial ya que ha evitado que China se convirtiese, como apunta The Economist, en fuerza inflacionista para la economía global. En efecto, su incremento de la demanda post-covid de crudo no ha impedido que su precio se haya reducido en un 10% respecto a su momento álgido de enero de 2023. Tampoco han incremento su precio ni el acero ni el cobre. Asimismo, el Yuan se ha debilitado frente al dólar lo que hace que, si tomamos como referencia el año anterior, lo que pagan los americanos para los productos chinos les cueste un 2% menos.

Un empleado limpia unos equipos en una fábrica de vinos en Weifang, China. Foto: CHINA DAILY CHINA DAILY INFORMATION CORP/CDIC

¿Qué explica esta situación decepcionante? Como me comentaba mi buen amigo abogado inglés, se ha producido algo tan elemental como una caída en la confianza de las empresas y las familias. Y cuando se pierde la confianza, se pierde todo. La inversión privada ha disminuido en un 0,2% en el primer semestre de 2023. Es muy ilustrativo que el dato del gasto de promoción inmobiliaria, que supone un 30% de la inversión total, se ha reducido en cerca del 8%. Y es justo en el mercado inmobiliario chino, donde podemos rastrear muchas de las causas de esta situación de fragilidad económica. Como ya se adelantó en esta columna cuando analizamos la crisis de Evergrande, la situación de hipercalentamiento del sector inmobiliario era una amenaza a futuro no solo para la economía china sino también para la global. Y si bien la situación de la pandemia ha podido desdibujar la realidad de las cosas (impacto en la construcción, el hecho de que los confinamientos pudieron suponer un freno a la venta de viviendas con el consiguiente impacto en la paralización del mercado) lo cierto es que, en mayo 2023, el precio de la vivienda bajó respecto al mes anterior de acuerdo con información económica de Goldman Sachs. 

Además, es cierto que los desarrolladores inmobiliarios están concluyendo proyectos, pero no están iniciando nuevos. Algunos analistas apuntan que la bajada de las ventas inmobiliarias es de un astronómico 70% respecto a 2019 antes de la pandemia. Y los nuevos proyectos suponen solo un 40% respecto a dicho año. Por otro lado, las ventas al por menor, que es un buen indicativo del consumo solo aumentaron en junio un 3,1% frente al 12,7% de incremento de mayo. Las exportaciones también han caído debido la incertidumbre política internacional y al posicionamiento adoptado por el gobierno chino de respaldo ambiguo a Rusia y, en general, de una política permanente de desencuentro frente a sus socios comerciales más importantes que no son otros que los occidentales. Así, en junio las exportaciones han caído un 8,3% interanual según la Administración General de Aduanas de China.

Ante esta situación el gobierno chino ha reaccionado tarde, como la mayoría de los gobiernos, y probablemente, de momento, de forma insuficiente. Al principio, con el cambio de paso, las autoridades chinas hicieron gala de cierto fatalismo reconociendo que poco podía hacer. Esa previsión de crecimiento oficial del 5% denota una cierta resignación. Se han contentado con tratar de parar el endeudamiento de los gobiernos locales. Sin embargo, a partir del 6 de junio se puede apreciar cierto cambio de tendencia cuando el Banco de China ha pedido a los mayores prestamistas de China que disminuyan los intereses que cobran en los depósitos. Esta situación ha tenido como consecuencia cierta bajada de tipos igualmente para los clientes más relevantes de los bancos. Por lo tanto, parece que las políticas van a ir por ahí: tratar de contener los tipos de interés para dinamizar la economía china. Veremos si es suficiente.

Imagen de archivo. Foto: CHINA DAILY CHINA DAILY INFOR

En todo caso, otro impacto de esta situación es el súbito cambio de actitud del Gobierno chino frente a Occidente. Se han dado cuenta que una escalada de las hostilidades, especialmente frente a Estados Unidos no les conviene en este momento de debilidad. De esta forma se han multiplicado los gestos de reconciliación en los últimos meses: desde las visitas de la Secretaria del Tesore Janet Yellen o del Secretario de Estado Antony Blinken al muy pintoresco y simbólico encuentro entre un centenario Henry Kissinger y el mismo Presidente Xi Jinping que ha recordado expresamente que Kissinger es un viejo amigo de China. Con esto se está reivindicando una forma de hacer política basada en la colaboración, la complementariedad y en la asunción de retos comunes a los que ambas super-potencias tiene que hacer frente unidos. Quizás esta nueva política, frente a meses de desencuentros, explique la misteriosa desaparición del Ministro de Exteriores Qing Gang a la que he hecho referencia antes. Y saber que ambos motores del mundo se necesitan, puede contribuir a que el mundo recupere cierta calma y a evitar tensiones que solo pueden ser un grave peligro para la paz mundial. Y que tengamos un gran verano.

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