Si no quieres una campaña a cara de perro no entres al trapo. Esto vale para todos los partidos. Dicen que la del 28M ha sido una campaña con mucha bronca y pocos argumentos —"no he escuchado una sola propuesta de…", dicen algunos analistas—, pero eso no es verdad, ha sido una campaña con mucha bronca y muchas propuestas. Los medios de comunicación dan prioridad a una u otra cosa —en televisión y en Twitter da más audiencia la pelea en el barro—, y los ciudadanos, también. En nuestro periódico decidimos dar prioridad a las propuestas y ahorrar a los lectores tanta basura. Así, publicamos antes y durante la campaña centenares de noticias con ideas, promesas y comparativas de los programas electorales de todos los partidos. No solo nosotros, también las leímos en otros periódicos valencianos que han llenado páginas con contenido suficiente como para hacerse una idea de las propuestas de cada partido. Quienes han querido informarse han podido hacerlo sin dificultad; quienes prefieren la comida basura no pueden escudarse en que solo se ha hablado de 'que vienen los fascistas' o de 'que te vote Txapote' porque no es verdad.
A propósito del contralema electoral "Que te vote Txapote", popularizado entre los votantes de derechas contra Pedro Sánchez desde que un desconocido lo exhibió en una cartulina en Sevilla, durante un acto del PSOE en septiembre de 2022, su efecto negativo se multiplicó cuando Bildu metió a asesinos de ETA en sus listas municipales. Hasta tal punto, que puede que ese contralema sea lo que acabó de rematar al PSOE en algunos territorios. Lo ideal sería que en la campaña del 23J los candidatos hablasen de programas políticos, pero todo indica que van a debatir a gritos y en las redes sociales sobre fascistas, filoetarras y demás asuntos no relacionados con los problemas de la gente. Y ahí la izquierda lleva las de perder. Muchos españoles no han olvidado el dolor que causó ETA no hace tanto y sí han pasado la página de un Franquismo que, por edad, la mayoría no padeció. El dictador murió hace 48 años. En nuestro periódico, por si a alguien le interesan, hablaremos de propuestas de los candidatos, especialmente de aquellas que atañen a los valencianos.
Pedro Sánchez le dio a Ximo Puig —vamos a suponer que involuntariamente— la oportunidad de reivindicarse en los últimos meses de legislatura como un presidente y candidato a la reelección que piensa más en los valencianos que en los intereses de su partido. Y Puig la desaprovechó. El recorte al trasvase Tajo-Segura, el ahogo regulatorio al sector cerámico, el castigo presupuestario a la provincia de Alicante, el proyecto Magda en Castellón con todo el mundo en contra, la no resolución del problema de la financiación autonómica, el portazo —junto al PP— al derecho civil valenciano… García-Page habría aprovechado todas estas oportunidades para barrer en las elecciones enfrentándose al todopoderoso Gobierno central. Así lo hicieron en su día otros presidentes —Bono, Rodríguez Ibarra…, pero no Lerma—, como conté en este artículo de 2017. Page este 28M aprovechó hasta lo de las listas de Bildu para arañar algunos votos al centro derecha —"Yo con los asesinos de ETA, ni a la vuelta de la esquina"—, mientras Puig se ponía de perfil. Mazón aprovechó el regalo para arrear a Sánchez, y Puig, en lugar de hacer lo mismo, se puso en medio apostando por "el diálogo" con el Gobierno central, con lo que recibió todos los palos y ningún voto. De diálogo estéril andamos sobrados.
Otro tanto, en su ámbito que era el Congreso, vale para Baldoví. El candidato de Compromís pasó allí once años reclamando derechos y dineros para los valencianos, pero a la hora de votar, a Rajoy siempre le votó en contra y a Sánchez siempre le entregó su voto primero que nadie a cambio de expectativas que casi nunca se concretaron. Primero dar y después reclamar era su forma de reivindicar. Como bien saben los del PNV, en política es justo al revés.
Divide y vencerás. Podemos iba cuesta abajo y Yolanda Díaz le ha dado la puntilla presentando un partido que no se presentaba a las elecciones del 28M, creando enfrentamiento y confusión, apoyando al mismo tiempo a Podem y a Compromís. Pensando en ella y despreciando los daños colaterales en forma de territorios perdidos para la izquierda. De hecho, hasta le venía bien, por lo que no puede ser casual. Si hubiese resistido la izquierda, su platajunta tendría menos sentido. Después de dividir, ahora pide sumar.
Oyendo algunos comentarios, parece que la izquierda cuando gana lo hace por sus méritos y cuando pierde es por culpa de la desmovilización que provocan los ataques poco democráticos de la derecha. Léase: la gente no sabe lo que vota, o, como dicen que dijo Alfonso Guerra en 1979, el pueblo español se ha equivocado. Pero quizá haya votantes de izquierdas decepcionados por el estado de la sanidad o por el empeoramiento en la atención al ciudadano en las administraciones; mujeres enfadadas por el fiasco de la ‘ley de solo sí es sí’ o por la ‘ley trans’; centenares de miles de pequeños propietarios de pisos —la gran mayoría de pisos en alquiler pertenecen a particulares— cabreados por la política de vivienda; jóvenes que buscan emanciparse y ven que cada vez es más difícil; familias que antes llegaban a fin de mes y ahora no, a pesar de que las cifras macro digan que todo va bien… Gente que lo que quiere es que le solucionen sus problemas y que no le creen nuevos, y que cuando se siente decepcionada con un gobierno deja de votarle o vota a la oposición.
Tampoco ayuda a conservar el poder, a nivel municipal, cerrar el centro histórico de València a casi todos los conductores de la ciudad con una señalización deficiente y poner más de 100.000 multas, así como aumentar el horario del aparcamiento regulado (ORA) y poner casi 200.000 multas en nueve meses, todo ello el año anterior a las elecciones. Igual algún conductor enfadado puso el recurso en la urna en lugar de en el Ayuntamiento.
La lista del PP encabezada por María José Catalá para el Ayuntamiento de València obtuvo 6.400 votos más que la lista del PP encabezada por María José Catalá para Les Corts. En 2019, cuando hubo un mes de diferencia entre las dos elecciones, la distancia fue de apenas 1.300 votos. En el Cap i Casal votaron en las municipales 27.700 personas más que hace cuatro años y todo ese aumento lo ha aprovechado la derecha (PP, Vox y Ciudadanos), que sumó 32.800 votos más, sobre todo el PP. La derecha consiguió movilizar a sus votantes contra Ribó, que perdió un 6% de sus votos.
Más de 30.000 personas votaron en blanco en las autonómicas valencianas, un 50% más que en las elecciones de 2019. Los sobres vacíos representaron el 1,26% del total (Ciudadanos obtuvo el 1,46%, por ponerlo en contexto). El voto en blanco es la salida que le queda al votante decepcionado —por ejemplo de Ciudadanos y de Podemos— que no encuentra quien le represente. En la ciudad de València, este voto de la decepción aumentó un 155% hasta alcanzar el 0,94% del total de sobres depositados en las urnas. Otros optaron por no ir a votar, pero la abstención tiene más causas y no cabe atribuirla en su totalidad a la decepción.
Si la intención de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Valencia era no interferir en el proceso electoral con la sentencia sobre el caso Alquería, ha conseguido justo lo contrario al publicar el fallo absolutorio apenas 40 horas después de cerrar los colegios electorales. Jorge Rodríguez, candidato a la alcaldía de Ontinyent y cuyo partido optaba a un diputado provincial en la Diputación de Valencia, tenía derecho a que los electores supieran que él y el resto de los acusados eran inocentes. Una absolución —previsible para quienes siguieron la vista oral— que ha tardado seis meses en llegar desde que el 30 de noviembre el juicio quedó visto para sentencia. La interferencia de los magistrados por omisión podría haber sido grave, ya que Ens Uneix, el partido de Rodríguez, quedó a 16 votos de perder el diputado provincial que será decisivo en la elección del presidente de la Corporación.
Dicen los secretarios de la administración local que en las municipales y autonómicas del 28M ya hubo problemas para completar las mesas electorales y que para el 23J temen que el escaqueo sea generalizado; que muchos ven la presencia en una mesa como un castigo y en plena canícula lo verán como un doble castigo. Esto se arregla poniendo 200 euros de dieta en lugar de los 70 que van a pagar. O como mínimo, que la actualicen según el IPC, que ni eso. En las elecciones de 2008 fueron 60 euros y ahora van a pagar 70, un 16,7% más, cuando, según datos del INE, la inflación en estos 15 años ha subido un 30% y, aplicando ese índice oficial, deberían abonar 78.
Réquiem por Fernando Giner. El ocho años portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de València ha dado lo mejor de sí mismo en la recta final de su carrera política, con una meritoria campaña electoral, sin apenas medios, enfrentado al reto imposible de conseguir representación en el Consistorio. Giner, que es un tipo honesto y leal, cualidades que en política no son suficientes —a veces son contraproducentes—, no quiso dar la puntilla en València a su moribundo partido a cambio de no se sabe qué porque no quiso ni escucharlo. Tras recibir 9.600 votos (el 2,31%, frente al 1,46% que logró el partido en las autonómicas), dio las gracias, no buscó culpables y se marchó a su casa sin hacer ruido con la conciencia muy tranquila.