CASTELLÓ. La superpoblación de cabra hispánica en territorios del interior de la provincia de Castellón constituye una grave amenaza para la continuidad de actividades agrícolas. Es el caso de Arañuel, un pequeño municipio de la comarca del Alto Mijares, “que en otro tiempo compatibilizaba el equilibro de la explotación agrícola con la fauna autóctona que hoy está multiplicada y busca alimento allá donde antes no llegaba”.
Justo Palomares, alcalde de Arañuel, hace un llamamiento a las autoridades autonómicas “para tomar cartas en el asunto y garantizar un equilibrio que hoy está perdido”. “Los pueblos del interior somos los primeros que hemos garantizado esta convivencia hasta que unos cuantos mal llamados ecologistas decidieron romper estas pautas y aplicar decisiones políticas sobre actividades que protegían agricultura y fauna”.
Hoy el resultado “los sufrimos pueblos como Arañuel”. “La Acequia Nueva garantiza el agua de riego a más de un centenar de minifundios de vecinos que todavía tienen el arrojo y la ilusión de cultivar sus tierras. Y digo el arrojo porque hay que tener paciencia para seguir cultivando”. Explica Palomares “que cada quince días las canalizaciones se rompen por los desprendimientos de las cabras que cada vez se acercan más a las zonas de riego”. Por otro lado, llegada la primavera, “estos animales bajan a los cultivos y arrasan”.
Y el resultado es “que en pueblos como el nuestro cada vez hay más zona de cultivo que se abandona, porque además de costar un esfuerzo físico y económico, si al final el fruto se lo comen las cabras hispánicas, ¿de qué sirve?”.
Para Arañuel “las autoridades deberían implicarse y garantizar el control de estas cabezas”. “Lo hemos denunciado en infinidad de ocasiones. Sobre todo porque en nuestro territorio hay canalizaciones que están en plenos peñascos y hay gente que arriesga su vida para poder repararlas”. De hecho, Arañuel está invirtiendo ahora en crear un cordón de seguridad para que los operarios que reparan estos conductos tengan un salvavidas en caso de caída.
“Somos un pueblo pequeño y sin recursos. Decidimos asumir la gestión de estos canales de riego cuando en 2006 los regantes disolvieron las comunidades. No queríamos que se perdiera esta actividad histórica de nuestra localidad. Sin embargo, en los últimos seis meses hemos advertido un incremento irracional de cabras hispánicas. Y hay que resolverlo. Cuanto antes”.